La situación de Burkina Fasso, desde el año 2014, ha vivido una constante caída. La convivencia entre los diferentes grupos étnicos era estable, el Islam era moderado con tendencias sunitas y sufíes típicamente africanas sin embargo en este país están confluyendo toda una serie de factores étnicos, sociales y religiosos que amenazan con replicar las crisis de Mali.
Como vimos hace unos días el norte de Mali y sur de Argelia ha sido la región del Sáhara-Sahel más inestable en los últimos años hasta el quiebre total con la Guerra de Azawad, la Operación Barkhane y los intentos de la ONU, la Unión Africana y Francia de estabilizar la zona a través del ECOWAS y el G5 del Sahel.
La situación en Mali, cogida con pinzas, logró estabilizarse por encima del umbral del dolor de Francia y Europa y el estado, inexistente en amplias zonas del país, logró contener las amenazas. Las operaciones militares pasaron de darse en el norte a pasar a la triple frontera Mali-Burkina Fasso-Níger.
La presencia de Al Qaeda (JNIM) y el Estado Islámico en África Occidental (ISWAD) fue detectado en las regiones fulani (una etnia africana musulmana) que se ha convertido en el máximo vivero de yihadistas en la región debido a la mezcla de pobreza, persecución y fervor religioso.
Los fulani de la región norte y este del país han creado la milicia Ansarul Islam con un componente étnico que se han convertido en la cabeza de puente del yihadismo terrorista en Burkina Faso. La inexistencia de un estado capaz de imponer el Imperio de la Ley mediante el uso de la fuerza ya que tanto las fuerzas armadas como policiales cuentan con pocos recursos, están dispersas por el territorio y tienen una formación muy deficiente. Se estima que en torno al 30% de las regiones del país están abandonadas y sin presencia gubernamental de ningún tipo.
Sobre el ejercicio de la fuerza, que en cualquier estado normal es un monopolio del estado, en este caso el gobierno, debido a su precariedad ha estimulado la creación de milicias regionales, casi todas ellas con un componente étnico, para la defensa del territorio que tras la caída de Blaise Campoaré se ha visto sacudida por el terrorismo, de hecho el primer ataque yihadista fue en 2015.
Estas milicias llamadas «Koglweogo» (en las regiones del norte y este) están compuestas por miembros de la etnia Mossi (de los cuales el 65% son musulmanes, el 20% animistas y el 15% practica alguna rama del cristianismo, normalmente con una forma de sincretismo animista). Estas milicias se nutren de los agricultores y actúan como milicias de autodefensa del territorio (igual que en Mali hacían los yihadistas protegiendo los territorios de los tuareg en Azawad o como hacen también en Burkina Fasso con los fulani).
Estos «Koglweogo» cuya función es proteger estas tierras de incursiones y atacar las cuadrillas de cuatreros que roban ganado a la región se han ido consolidado con una fuerza parapolicial y paramilitar en las regiones donde el estado no existe y han ayudado, con sus métodos expeditivos, a reducir la delincuencia en esas regiones. De hecho en 2016 se aprobó un decreto (que no se ha aplicado) en los que les reconocen como auxiliares de las fuerzas del país.
En el oeste también están los dozos, una hermandad antigua de cazadores y protectores de ganado y tierras que siguen existiendo en las regiones del oeste del país y que están compuesto por nativos mandé pero también se reportan personas de etnia wolof, mandinga o dogon. De forma histórica han servido como autodefensas locales frente a cuatreros, asaltadores de caminos o ladrones.
Los dozos, sin embargo, a pesar de estar enfrentados a los yihadistas y defender sus territorios de sus incursiones, están enfrentados a los «kogleweogo» debido a están obteniendo mucho poder y el estado no sólo les protege sino que les da entrenamiento (un entrenamiento básico de catorce días), poder y autoridad mientras ellos, la defensa tradiciones en las regiones del oeste de Burkina Fasso, no reciben el mismo trato a pesar de su antigüedad, eficacia probada y no ser un grupo armado étnico sino local con cabido para cualquier voluntario mientras que los «kogleweogo» tienen un componente étnico en la defensa local.
Los dozos fueron fuerzas que se implicaron en el año 2000 en la Guerra de Costa de Marfil apoyando al actual Presidente Alassane Outera de tal forma que tienen experiencia militar. Los dozos, a pesar del recelo hacia los «kogleweogo» tienen, como ellos, graves tensiones con los fulani.
Estos movimientos y la inexistencia del poder del estado entre las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado hace que muchas personas vean estas milicias como ejércitos étnicos leales a su tribu y no al estado (inexistente) o a las tierras que defienden, además suelen ser muy violentos con otros grupos étnicos especialmente los fulani que, para protegerse, se han unido a los grupos yihadistas implantando a Al Qaeda y Daesh en el país, especialmente en las zonas rurales del norte y este del país. Un país del cual el 71% vive en zonas rurales.
Existen cuatro hitos que nos dejan muy claro la problemática que existe:
- 2015: primer atentado yihadista en Burkina Fasso,
- 2019: masacre de Yirgoi donde fuerzas kogleweogo compuestos por milicianos mossi mataron a entre 49 y 210 personas (mayoritariamente de etnia fulani) en venganza por el asesinato del jefe de una aldea mossi y seis personas más;
- 2019: ataque contra un convoy minero en el este del país que provocó 39 muertos;
- 2020: matanza de Barga, Dinguila-Peuh y Ramdullah-Peuh en la cual grupos de kogleweogo atacaron estas aldeas matando a sus habitantes y quemando sus viviendas.
Sin embargo lo que más encendió los ánimos fue el atentado contra el convoy minero ya que el Presidente Roch Marc Christian Kaboré aprobó una ley que creaba la VDP (Voluntarios para la Defensa de la Patria), una especie de carta fundacional ideológica por la cual llamaba a los ciudadanos de bien a sumarse a la lucha yihadista y daba carta de naturaleza a las milicias que, como ejércitos subcontratados o fuerzas auxiliares, se implicaron en la guerra contra el yihadismo en la región.
Estas fuerzas, pésimamente entrenadas y cuya función era evitar razias y ajustar cuentas entre comunidades se han lanzado a luchar contra grupos islamistas entrenados, con experiencia, apoyo de la población en las regiones del norte y este del país, con control sobre el terreno y lazos internacionales.
De hecho la experiencia por parte del gobierno de Mali armando estas milicias en la Guerra de Azawad fue desastrosa. El problema se da también en la incapacidad del estado de imponerse no sólo a los yihadistas y a las milicias, que cometen abusos contra la población civil, sino que es incapaz de ejercer como tal en las regiones donde estos se mueven por lo que las regiones rurales del norte recelan del estado al que consideran corrupto, voraz y un enemigo por lo que se han lanzado en los brazos de los grupos yihadistas en la zona que les protege de los dozos, kogleweogos y militares.
La incapacidad de establecer el Imperio de la ley y el Estado de Derecho con unas instituciones viables y desarrollas complica mucho la resolución del conflicto y está haciendo que el esfuerzo de Francia y del G5 del Sahel fracase en su labor social en Burkina Fasso y que tanto esta organización como el G5 del Sahel se tengan que expandir al este y sur del país donde la presencia de los yihadistas ya se ha detectado en la frontera de Costa de Marfil, especialmente en la región de forêt classée de Logoniégué (una región selvática fronteriza entre Burkina Fasso y Costa de Marfil).
Junto con el forêt classée de Logoniégué donde se han realizado operaciones conjuntas entre el ejército de Burkina Fasso y Costa de Marfil nos encontramos con regiones calientes donde existe actividad yihadista y donde se están asentando para penetrar en los países de la costa africana, en el caso de Costa de Marfil las zonas calientes son: forêt classée de Dida, forêt classée de Boulon, Koulbi National Forest, Forêt classée de Nazinga, Gbele Game Production Reserve en Burkina Fasso-Ghana.
En el caso de Togo y Benin la réserve partielle de Pama se ha demostrado como uno de los puntos más importantes donde pivotan estos grupos yihadistas y sus intentos de expandirse a la costa africana. La llegada a Costa de Marfil, Togo, Ghana, Benin que sería un gran puntal para Boko Haram y el ISWAD de Daesh que, desde el norte de Nigeria, podrían alcanzar la costa creando un gran corredor desde el Atlántico al Mediterráneo. (Foto: Wikipedia)
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