Narcoestados

Guinea Bissau es uno de los narcoestados más importantes del mundo, aunque se encuentra más cerca de la definición de estado fallido. Guinea Bissau es un país devastado por la guerra civil que cesó hace diez años.

Con tremendas carencias de agua corriente, suministro de electricidad y con una infraestructura de comunicaciones insuficiente para un estado de 1.7 millones de habitantes de los cuales dos tercios viven bajo el umbral de la pobreza. Su PIB según el FMI es el cuarto más bajo del mundo, 220 dólares, la cuarta parte de los niños mueren antes de cumplir cinco años. Un dato interesante, el 90% del funcionamiento sanitario de Guinea Bissau depende de la ayuda extranjera. Guinea Bissau se ha convertido en la isla de los piratas de África, un coto privado para los narcotraficantes latinos y locales y en el primero de los narcoestados ya que fue el primer país calificado de esta forma

¿Qué es un narcoestado?

Un narcoestado es un estado que forma parte del comercio de drogas mundial, su posición de país productor, de tránsito o receptor de droga genera la existencia de mafias de mayor o menor calado entre los grupos que se dedican a esta actividad.

El objetivo de estos grupos consiste en intentar infiltrarse en las instituciones del estado mediante la ocultación de la actividad ilegal usando sociedades y empresas convencionales con un doble fin:

  • A) lavar el dinero negro;
  • B) aparentar la legalidad de la fortuna personal frente a otros.

En este proceso, y en un contexto de corrupción, se dan los primeros casos de narcoestado. En esta situación el estado aún es independiente para combatir esta actividad puesto que los niveles de infiltración de narcotraficantes no pasa de instituciones locales del estado mediante la compra de voluntades y pago de sobornos cuyo fin puede ser la adjudicación de servicios a la empresa tapadera para lavar el dinero y pago a fuerzas y cuerpos de seguridad locales (o de teatro local) del protonarcoestado para permitir ciertas actividades, en este caso hablaríamos de narcotráfico tolerado hasta que las mafias logran penetrar hasta las grandes esferas del poder.

En esta situación en la que los narcotraficantes forman parte de la estructura del estado, el estado se convierte en un instrumento en las manos de las mafias de tráfico de drogas de tal manera que las instituciones políticas y administrativas están fiscalizadas por los sujetos que realizan esta actividad que, por otra parte, es tolerada, permitida y hasta promocionada en base al uso de las potestades legales de los estados.

Esta situación de simbiosis mafia del narcotráfico-estado viene precedida por una debilitación considerable del poder estatal y un auge de la corrupción que permite el ascenso en política y en las instituciones del estado (como seguridad y defensa, justicia, etc…) de elementos al servicio de los narcotraficantes que, previo pago, van adaptando las instituciones públicas abriendo las puertas a actores al servicio de las actividades ilegales, de tal forma que el estado se convierte en un medio que asegura el éxito de estas operaciones económicas ilegales y atrae a otros narcotraficantes al amparo de una plataforma que les da cobijo, ayuda y les permite desarrollar sin interferencias sus actividades.

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En el caso de Guinea Bissau las mafias de tráfico de drogas operan con total impunidad al amparo de los gobernantes de este pequeño estado africano, siendo además el ejército quien se encarga de la logística al trasladar cargamentos de droga desde los puertos o aeropuertos hasta las fronteras de su país, desde donde son entregados a mafias locales.

Como el África subsahariana es un punto de reunión de grupos de crimen organizado la presencia de toda suerte de elementos criminales, que van más allá de los terroristas, se citan en estas latitudes. Es muy importante identificar el hecho de que redes de todo tipo conviven y forman parte de este negocio tan lucrativo que es el tráfico de cocaína. En este complejo entramado nos encontramos desde enlaces entre grupos criminales hasta grupos de crimen organizado internacional, grupos nacionales dependientes de gobiernos de turno o pequeños grupos locales con el apoyo, o la permisividad, de la administración de los gobiernos supervisados por mafias internacionales africanas (como el caso de las mafias nigerianas) que subcontratan sus servicios a estos pequeños grupos.

Comprendiendo que el tráfico de drogas por África implica toda una serie de pequeños actores de transición entre los narcotraficantes y los terroristas esto nos permitirá conocer la existencia de células locales en los territorios de África occidental.

Estos grupos delictivos son muy numerosos, pequeños, plásticos y móviles pero sin intención expansiva. Son una amalgama de pequeñas redes locales vinculadas por los beneficios económicos y compuestos por vinculaciones y lazos de familia, amigos o personas pertenecientes a los mismos clanes o tribus, debemos de tener siempre presente el factor étnico en todas las transacciones y grupos delictivos africanos. Estos grupos son los que normalmente reciben parte de la droga procedente de la ruta marítima en Nigeria, Senegal o Guinea Bissau, entre otros destinos, su función consiste en almacenar o en mover la droga hasta alcanzar los territorios seguros.

Estos pequeños clanes no son estancos sino que se encuentran interconectados entre si, ya que forman parte de subcontratas dependiente de grupos locales que han dado el salto internacional, como puede ser el caso de las mafias nigerianas, que tienen lazos que llegan a puntos tan lejanos como Europa o Sudáfrica. Esta estrategia permite a los narcotraficantes latinos e intermediarios africanos tener un estrecho control sobre la droga que se mueve por el territorio, ya que las grandes mafias internacionales afincadas en África, al atraer a su territorio a las mafias de tráfico de droga latinas, debe ofrecerles un plus de seguridad y control sobre la carga, de ahí que las relaciones de “vasallaje” entre los grupos locales y las mafias africanas permita un correcto desarrollo del comercio y signifique un tránsito seguro que permita enviar la droga desde la fachada atlántica africana hasta los territorios del Sahel, controlados por los terroristas.

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Ejército y narcos

En este tránsito se usan desde instituciones del estado como ejércitos o milicias en colaboración con las mafias de tráfico de drogas. Vinculadas entre sí por lazos de parentesco tribal en una clara vinculación de carácter horizontal e igualitaria, esta situación ha confluido en una colaboración de corte económico, todo ello supervisado por los cárteles latinos, las mafias africanas y los representantes de los narcoestados. De esta forma es mucho más sencillo vigilar que no haya incidentes que comprometan la carga en el territorio controlado por ellos lo cual implica, entre otras actividades, desde altos sobornos hasta la obtención de grandes beneficios económicos por la participación activa en el tráfico de drogas.

Los mercados

Los grandes mercados de la droga son Estados Unidos y Europa, aunque se tiene constancia de una creciente demanda en el este de Asia. La presión y la persecución judicial y policial internacional realizada desde Europa implicaron una campaña general de seguridad que se llevó a cabo durante los años noventa para el control, contención y el intento de erradicación del tráfico de drogas, lo que significó la incautación de cientos de toneladas de estupefacientes que venían hacia Europa.

La lucha antidroga se tradujo en constantes incautaciones de drogas y en pérdidas económicas inasumibles para los narcotraficantes. Los puntos de entrada en Europa a través de Inglaterra, la costa de Francia, Italia y las redes de narcotráfico de cocaína en Galicia fueron desmanteladas, de hecho informes de la Unión Europea revelan que esta última ha desaparecido totalmente.

El nivel de blindaje de la costa norte del atlántico, vigilada por Estados Unidos y la Unión Europea obligó a los narcotraficantes a buscar nuevas rutas que permitieran una movilidad segura para llegar al mercado Europeo. Esa ruta fue África. Desde las costas de México, Venezuela, Colombia y sobre todo Brasil, por cercanía geográfica con el oeste de África, se envían miles de toneladas de cocaína cuyo destino final es Europa.

La deficiente vigilancia antidroga de la costa sur del atlántico, traducida en una baja vigilancia de las costas latinoamericanas y africanas convirtió esta zona en la principal ruta. El afán de seguridad y los intentos por minimizar riesgos y costes para poder aumentar beneficios en un mercado que, por cuestión del euro, dobló el precio que se pagaba por las drogas a diferencia de Estados Unidos, que congeló el precio de los estupefacientes, lo que significó que Europa era el mercado a conquistar y la ruta africana les ofrece toda una serie de oportunidades para rentabilizar, aún más, su negocio así como, en otros planos, ofrecer todas unas nuevas oportunidades de desarrollo en la zona. El 30% del total de cocaína que entra en Europa está pasando por el Sáhara y el Sahel por cuyas remotas regiones están asentados grupos terroristas.

Las rutas que siguen estos grupos de narcotraficantes lleva la droga desde las costas latinas hasta las islas de Cabo Verde, Senegal, Gambia, Guinea Bissau, Guinea, Sierra Leona, Ghana, Togo y Benin. Estos países forman parte de la fachada atlántica africana y por lo tanto es la entrada de la droga por vía marítima a África, desde aquí la droga se irradiará por todo el sahel. Esta ruta marítima que llega desde Iberoamérica hasta Guinea-Bissau.

Se sabe de aviones cargados de cocaína que llegan desde Sudamérica hasta África, vuelan a ciegas, sin radar y sin plan de vuelo. Sus destinos son los mismos que con el tráfico marítimo, los países de la fachada atlántica africana siendo uno de sus destinos favoritos Guinea Bissau. De hecho se sabe de la llegada de vuelos sospechosos cargados de droga procedentes de Venezuela, Brasil, Perú, Colombia o México que recalan en islas deshabitadas o en pistas de aterrizaje abandonadas, construidas en época colonial, en precario y a escondidas o, como en un caso del 2008 cuando aterrizó en pleno aeropuerto de internacional de Guinea Bissau una aeronave jet sin plan de vuelo procedente de Venezuela. Aterriza por un supuesto fallo técnico, a las pocas horas aparece otro avión procedente de Dakar para prestar ayuda técnica, sin plan de vuelo tampoco, y el ejército guineano se hace con la gestión de la situación de estas aeronaves. Este país, la más importante de todas las puertas de la droga a África, recibe una enorme cantidad de estupefacientes procedente del cielo de forma constante.

Otro de los destinos de los narcotraficantes consiste en llegar directamente a pistas de aterrizaje en pleno desierto del Sahel internándose en territorio controlado por yihadistas, en territorio secreto, libre de curiosos y lejos de las miradas de posibles agentes de campo infiltrados. Este territorio es seguro.

Solo están los enlaces de los narcos latinos y los yihadistas que, previo pago del peaje de tránsito, descargarán la droga del avión y se pondrán en marcha hasta su destino, las mafias magrebíes del tráfico de cocaína que esperan la carga en las costas del mediterráneo sur, frente a Europa. El mercado.

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Estados Fallidos

Cuando el consenso entre el narcoestado y las instituciones del estado se rompe se inicia una guerra entre los señores de la droga y el estado. Dicha guerra como vemos en México enfrenta al los jefes de los diferentes cárteles entre sí pero a la vez contra el estado, que se ve totalmente solo a la hora de combatir el crimen. Durante los años en los cuales el binomio narcotráfico y estado convivieron, los narcotraficantes llegaron hasta las más altas esferas de poder por lo que aunque el narco haya sido expulsado de las instituciones de forma oficial, aún tiene miembros que desde dentro se van horadando los cimientos de la lucha policial.

Las víctimas son normalmente civiles en un claro intento por tumbar a los sucesivos gobiernos. Los narcotraficantes utilizan tácticas de terrorismo contra civiles desarmados e inocentes para presionar al gobierno y a la sociedad, asimismo aparte de estas actividades terroristas nos encontramos con asesinatos selectivos contra miembros clave de los procesos de investigación contra la corrupción y periodistas que denuncian los hechos destapando los tentáculos de estas organizaciones.

En este clima de lucha de bandos hablamos de una especie de guerra civil entre el estado y los narcoestados, un país paralelo nacido a la sombra del país matriz que utiliza sus propias administraciones y sus propias fuerzas de seguridad (tanto o más brutales que las fuerzas de seguridad del estado) y, además, con el agravante de que la administración del estado originario, por culpa de años de corrupción, se ve totalmente infiltrado por estos elementos por lo que debe luchar mientras se recompone internamente y eso no puede realizarse sin intervención y ayuda exterior.

El estado fallido no es otra cosa que la fase final del narcoestado. (Foto: Wikimedia Commons)


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