¿Qué son las Guerras de Línea de Fractura?

El final del siglo XX y comienzos del siglo XXI ha sido testigo del inicio de un nuevo tipo de guerra llamada «Guerra Híbrida» así como de las «Guerras Subcontratadas«, que ya hemos tratado en anteriores artículos. Sin embargo hoy quiero hablar de las Guerras de Línea de Fractura, estas guerras no hay que verlas como conflictos separados sino como conflictos armados solapados, ya que el espectro multidimensional de estas realidades convierte la guerra en un fenómeno poliédrico.

Las guerras de línea de fractura no se comprenden sin atender a elementos de tipo étnico-religioso. Son guerras identitarias normalmente largas; suelen agrupar muchos grupos de combatientes, realizan acciones de guerra desproporcionada tendentes a la matanza y el genocidio, los picos de estas guerras pasan por fases de actividad alta-estancamiento-baja intensidad para reactivarse y volver a una guerra de altas consecuencias y, lo más delicado, implican a otras sociedades que son hermanas culturales, étnicas o religiosas de los contendientes.

Estas guerras pueden darse dentro del marco de un estado, por lo que muchas veces se confunde con la guerra civil, sin embargo:

Tipo de guerra               Actores                    Razones

Guerra Civil                                Homogeneidad étnica           ideológicas/lucha por el poder

Guerra identitaria                    Heterogeneidad étnica          Razones religiosas – culturales

Las guerras identitarias no se producen cuando el cuadro general demográfico, el centro de poder o la ideología está equilibrado; en ese caso se produce la convivencia dentro de un marco cómodo, sin embargo cuando este se rompe se inician las hostilidades. Gran parte de las guerras identitarias en los años noventa se han dado en el espacio postsoviético y en el espacio postyugoslavo debido a que el comunismo (ya sea stalinista-poststalinista soviético o el titismo yugoslavo) ofrece una identidad general que sustituye y anula la identidad particular o de grupo, sin embargo tras el fin de estos sistemas este tipo de guerra se ha dado en estados escindidos (países con dos o más grupos étnico-religiosos dentro de sus fronteras).

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Víctima del genocidio de Sabra y Shatila donde cristianos libaneses masacraron palestinos (muchos de ellos cristianos también)

Sin embargo la quiebra de estos factores, que no es la única razón, genera una tensión creciente. Un factor de alto riesgo es el desequilibrio étnico; por ejemplo: en el Líbano la población chiita en los años treinta era menor que la población cristiana maronita, que ostentaba el poder socioeconómico y político, mientras que los musulmanes, y especialmente los chiitas, representaban a la población pobre y rural, sin embargo la tasa de natalidad de los musulmanes comenzó a crecer mientras que la de los cristianos decrecía, por lo que la presión llegó a romper el equilibrio religioso en el país y se inició la guerra civil, de la que salieron vencedores los musulmanes en general y los chiitas en particular con Hezbolah.

Al mismo tiempo, dentro de la alabanza constante de la identidad colectiva nos encontramos que siempre son purgados del espectro político los elementos más moderados (como el fin de los girondinos o mencheviques durante las revoluciones francesa y rusa, respectivamente, tomando el poder los jacobinos y bolcheviques mucho más radicales). Lo mismo lo vimos en Afganistán durante los años ochenta en la guerra contra la URSS, este conflicto se vivió como una guerra identitaria-religiosa y choque entre la civilización islámica y la comunista. Analistas de la Corporación Rand declararon que la razón de la existencia de los más radicales en Afganistán se debe a la disolución de los elementos moderados durante el conflicto fagocitados, cuando no eliminados, por las alas más radicales que siempre son las que logran el apoyo de los ciudadanos ya que son las que más fuerza muestran y más promesas hacen.

En Bosnia, por ejemplo, el Partido de Acción Democrática de Alija Izetbegovic arrasó a las formaciones moderadas y multiculturales. Izetbegovic, ya en 1970 en su texto «La declaración islámica», proponía una Bosnia islámica e islamizada cuyo eje central serían los bosniacos (bosnios musulmanes) sin embargo, a pesar de ser una mayoría, lo era por muy poco margen con respecto a los croatas y serbios. Izetbegovic inició un proceso de islamización y revisión de la historia de los balcanes retocando la historia del dominio turco en la región y realizando un programa de ingeniería social por la cual diferenciarse cultural, lingüistica y étnicamente de serbios y croatas (cosas que estos grupos harán también entre ellos).

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El israelí es otro grave conflicto identitario

Itzetbegovic se lanzó a una islamización de estado que sacó a los croatas y serbios del espectro militar, político y social que incluso les hizo tener problemas a la hora de entrar en la administración del estado. Sin embargo tras la guerra los serbios mantuvieron una república dentro de Bosnia (la República Srpska) mientras que los croatas no. Los Balcanes en la época socialista era una región en la que los conflictos parecían formar parte del pasado, pero estos se reactivaron tras el fin de la gran identidad colectiva (socialista y laica) frente a identidades menores reforzadas por la propia construcción interna de Yugoslavia con repúblicas con derecho a secesión y múltiples etnias conviviendo en un mismo espacio luchando por el poder.

En Yugoslavia las repúblicas que conformaban el país tenían el derecho a la secesión, que fue lo que hicieron de forma masiva en los años noventa, pero esos nuevos países independientes tendían, en sus visiones, a transformarse en elementos étnico-religiosos homogéneos, de ahí los genocidios. Se acusó a los serbios de forma unánime pero el genocidio fue mutuo ya que los serbios y croatas fueron purgados de Bosnia mientras que bosniacos y serbios eran purgados de Croacia así como los serbios eran masacrados en Kosovo por las milicias albanesas del UÇK. El serbio se convirtió en chetnik, el croata en ustacha y el bosnio en jenízaro muyaheden.

Lo mismo ocurrió en Chechenia entre musulmanes chechenos del Cáucaso y rusos eslavos ortodoxos pero, también, entre eslavos y rumanos ortodoxos en Transnistria (una guerra étnica por el poder que al no ser resuelta rompió el estado en dos regiones étnicamente homogéneas Moldavia y Transnistria). El caso de Kosovo es importante, Kosovo era una república autónoma dentro de la República Yugoslava de Serbia que no tenía derecho a la secesión (al formar parte del ente federal serbio que sí lo tenía). Sin embargo el auge demográfico de los albaneses frente a los serbios les llevó a ser desplazados a regiones del centro-norte del país, especialmente Belgrado, para ganarse la vida sin embargo en los ochenta los albaneses de Kosovo, al ser más importantes demográficamente pero no tener poder político, pidieron al gobierno comunista que Kosovo fuera separada de Serbia y declarado estado dentro de Yugoslavia.

Los jerarcas yugoslavos se negaron temiendo que, una vez elevado a República Yugoslava con derecho a secesión, se independizaran y se unieran al régimen socialista de Albania gobernado por Enver Hoxha o sus sucesores.

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Chechenia fue el conflicto identitario más importante del espacio postsoviético

Sin embargo, el problema de las guerras identitarias es que no están aisladas ya que son guerras de identidad de grupo que implican potencias mayores afines. Por ejemplo, al ser vista por sus contendientes como guerras étnico-religiosas el componente de choque de civilizaciones aparece rápidamente, de ahí la tendencia a la llegada de combatientes de otros lugares que se implican en este conflicto. Esto es lo que hace a la yihad tan peligrosa.

La yihad es un componente básico de la guerra de civilizaciones contemporánea. Primero porque los musulmanes lo utilizan para establecer un discurso frente a su colectividad y captar su atención: personajes como Ahmed Dudayev (líder checheno de los noventa) o Sadam Hussein, ambos muy críticos con los movimientos islamistas que incluso fueron combatidos por ellos dentro de sus fronteras, islamizan su discurso de guerra para afianzar su identidad cultural, legitimar su posición y atraer combatientes: Dudayev lo hizo para ganarse combatientes islamistas en Chechenia y atrajo a las facciones de Aslán Masjadov, Shamil Basayev o Ibn al Jattab (comandante saudí que luchó en el Cáucaso), Sadam lo hizo apelando a la yihad sunita contra Irán en la Guerra Irán-Irak y más tarde contra los Estados Unidos en la Guerra del Golfo y la Guerra de Irak de 2003.

Estos choques identitarios se dan en estados heterogéneos donde conviven dos o más etnias o religiones. Mientras existe un equilibrio ideológico, étnico o religioso y el poder es afín a las dos partes se puede convivir pero cuando el equilibrio demográfico, cultural y religioso se rompe el estado salta por los aires y se acaba en países en guerra identitaria con injerencias constantes extranjeras o, en su defecto, en estados fallidos o divididos.

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La guerra Irak-Irán fue una guerra identitaria subcivilizatoria muy marcada e interesante.

¿Por qué el Daesh fue capaz de sostenerse tanto tiempo en las regiones del este de Siria y oeste de Irak?. Debido a la composición étnica y religiosa de sus habitantes…eran árabes y sunitas, como mínimo, ya que también había wahabistas, salafistas y personas radicalizadas tras años de postguerra iraquí. Esta afinidad étnica-religiosa otorgó a los islamistas una base de población sobre la que sostenerse y al conjunto social un gobierno afín frente a años de dominio socialista laico del Baaz en Siria e Irak, siendo que en Siria (además) el poder no es totalmente sunita debido a la existencia de elementos alawitas, cristianos o drusos en los altos cuadros del gobierno. La guerra de Siria se revistió de guerra identitaria a nivel subcivilizatoria. Dos elementos diferenciados dentro de la cultura islámica general (chiitas y sunitas) combatiendo entre sí por el poder en este país al que se debía de unir otro elemento político: el socialismo laico del Baaz sirio. Sin embargo estos elementos se unen, hacen tregua o cooperan cuando un tercer elemento fuera de su civilización les ataca. Por ejemplo: Arabia Saudí e Irán colaboraron con los musulmanes bosnios en los balcanes o con las diferentes facciones afganas durante la guerra contra la URSS a pesar de existir entre ellos una larga guerra fría y conflictos proxi.

El genocidio, un elemento típico de estas guerras lo vimos en las regiones controladas por Daesh cuando asesinó por cuestión religiosa a miles de cristianos, drusos o chiitas árabes así como de yazidíes (una religión étnica kurda).

La guerra civil de Afganistán en los noventa fue una guerra tribal entre los talibanes (mayoritariamente pastunes) y la confederación de tribus del norte (uzbekos, tayikos y kirguises) que se oponían a los talibanes no tanto por discrepancias hacia la visión rigorista talibán sino por el miedo a convertirse en una minoría dentro de un emirato islámico radical mayoritariamente pastún, por lo que estas facciones, islamistas también, mantuvieron la guerra. De hecho los señores de la guerra tayikos, kirguises y uzbekos mantuvieron el control de sus respectivas regiones de Afganistán durante los noventa hasta la guerra del 2001 por la lealtad étnica de estos pueblos a sus señores de la guerra frente a los pastunes. Los talibanes controlaban entre el 70% y el 80% de ese territorio y los intentos por tomar las regiones no pastunes se parecían más a refriegas fronterizas que a una auténtica guerra civil.

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Afganos, una nación escindida y, por lo tanto, conflictiva

En África, por ejemplo, las guerras identitarias continúan. Los casos más flagrantes son los de Sudán, entre los musulmanes árabes de Sudán y las tribus negras cristianas del sur que, al final, han roto el país en dos regiones homogeneizadas étnica y religiosamente. Sobre todo porque los refugiados tienden a marcharse a las regiones de sus parientes, reforzando el genocidio por desplazamiento y el discurso radical. Lo mismo pasa en Nigeria, donde Boko Haram tiene su santuario en las regiones de los fulani y hausa (regiones negras musulmanas del norte) frente a las zonas del sur (negras cristianas) y donde el gobierno intenta equilibrar el poder entre ambas comunidades en sus zonas bajo control.

Guerras identitarias las hay en Bangladesh donde los budistas protestaban por ser perseguidos por los musulmanes mayoritarios y en Birmania (país que hace frontera) los musulmanes rohingya protestan por el mal trato de los budistas rakhine. Caso parecido en Sri Lanka entre los budistas e hindúes, en la India entre musulmanes e hindúes o en los conflictos en Indonesia entre los musulmanes indonesios y los cristianos, que acabaron proclamando la independencia creando Timor Oriental. En Filipinas entre cristianos filipinos y los musulmanes de Mindanao pero también en Palestina entre los palestinos como entidad étnica autóctona (escindida en diferentes religiones como el Cristianismo o el Islam) frente a la llegada masiva de elementos judíos blancos de Europa con afán de ocupar y realizar una limpieza étnica.

El conflicto identitario tiene connotaciones históricas puesto que son conflictos de muy larga duración que, sin embargo, se han ido acelerando con el paso del tiempo. Por ejemplo, en la guerra de los Balcanes las simpatías y ayudas se dividieron conforme a la identidad de los contendientes: regiones europeas y católicas (especialmente Alemania) para Croacia, países islámicos y Estados Unidos para Bosnia y mundo ortodoxo y eslavo para Serbia. En la Guerra de Chipre, el mundo occidental se identificó con los grecochipriotas y el mundo turco-islámico con los turcochipriotas.

Next Stage in Marksmanship

Es un juego de sensibilidades muy vinculado al nacionalista exagerado que, sin embargo, arrastran a otras naciones al conflicto de forma directa mediante apoyo económico, logístico y envío de combatientes o, en su defecto, quedan en posiciones diplomáticamente delicadas cuando sus ciudadanos acuden por libre a estos conflictos comprometiendo la neutralidad del tercer estado dentro de la guerra. Eso ha ocurrido con la aparición de combatientes españoles en el Kurdistán o en Novorussia violando el principio de no intervención pero, también, a estados islámicos que han visto como, de forma descontrolada, sus ciudadanos han acudido a luchar en grupos terroristas. Recordemos la marcha masiva de ciudadanos marroquíes, franceses o tunecinos a Siria a combatir en las filas del Estado Islámico.

En Europa, por ejemplo, se está viviendo un creciente aumento de la tensión social derivada de una inmigración masiva perteneciente a otra civilización que responde a otros valores, religión, raza, idioma y cultura, elementos que constituyen la identidad colectiva. Esta convivencia ha ido tornándose más tensa en la medida en la que la demografía está cambiando regiones enteras especialmente en Francia, Reino Unido o Bélgica. Sobre todo con una población inmigrante joven y no adaptada que replica en los barrios sus zonas de origen, con lo cual nos encontramos con un nuevo tipo de guerra de línea de fractura que no se había dado antes.

Las guerras de línea de fractura se han dado debido al nacimiento de imperios con bolsas étnico-culturales diferenciadas que pasaban por periodos de convivencia frágil, persecución, represión de alta intensidad que tornaba en una represión de baja intensidad para posteriormente volver a una convivencia frágil y así en un eterno retorno hasta la caída de los imperios y su ruptura en elementos estatalas tendentes a la homogeneidad. Hablo de los conflictos étnicos tras la caída del imperio otomano como los genocidios armenio, grecopóntico, asirio o los intercambio de población entre Grecia y Turquía pero, también, en el escenario del quiebre de los imperios austrohúngaro, ruso o de la caída de la URSS, Yugoslavia etc…

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Ropas tradicionales islámicas que refuerzan la propia identidad en países fuera de la propia civilización

Sin embargo hoy en día el fenómeno de la inmigración está introduciendo elementos extraños étnico-religiosos de otras civilizaciones con una identidad muy específica en países relativamente homogéneos pertenecientes a otra civilización muy bien definida. El equilibrio, en principio, puede ser fácil de mantener si es un fenómeno esporádico ya que en este caso la minoría limitada puede desarrollarse dentro del estado, pero la afluencia masiva unida a la alta natalidad, la juventud (foco de conflictividad) de la población nueva y la separación en guettos donde replicar su propia cultura y vivir de forma paralela se convierte en caldo de cultivo para la aparición de ideologías radicales en estos barrios; en este caso grupos islamistas debido a la afinidad con lo religioso-cultural. Antiguamente el getto obrero generaba ideologías radicales de corte socialista, ya sea marxista internacional-comunista o nacionalista de corte fascista, pero eso se producía en los barrios blancos europeos debido a la afinidad de esta ideología con la cultura europea nativa del momento.

Estos barrios, donde se replican los modelos de la civilización extraña, amenazan con la creación de un conflicto identitario (o guerra de línea de fractura) en estados donde la conflictividad va aumentando y donde las posiciones se van radicalizando entre las identidades, cada vez más marcadas. Vemos jóvenes nacionalistas e identitarios que vuelven a llenar iglesias o asisten de forma más activa a ceremonias y tradiciones que la generación inmediatamente anterior o jóvenes con ropas árabes, barbas islámicas y mujeres con hijab o niqab cuando sus propios padres ni siquiera se planteaban esa estética o una visión tan radical del Islam. Estos son indicios y síntomas de un conflicto identitario en ciernes.

En América Latina estos conflictos no se han dado debido a la homogeneidad religiosa, cultural y linguística. En Hispanoamérica no se han dado conflictos identitarios sino conflictos sociales…criollos regionales contra el poder imperial de España en primer lugar; luego las clases bajas y rurales (mayoritariamente mestizas) contra las clases potentadas criollas o descendientes de estos criollos que copan el poder político y dominan la sociedad, lo que ha acabado desembocando en una alta tasa de conflictividad armada en forma de guerrillas de tendencia marxista-leninista o maoista desde México hasta Argentina. (Foto: Wikipedia)


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