Turquía y su visión geopolítica (parte segunda)

Sobre las visiones de la geopolítica turca hablamos de forma parcial en el artículo Turquía y su visión geopolítica parte primera. En ella buceábamos en las tórridas aguas del panturquismo y el neotomanismo y cómo estos movimientos habían dado unos pivotes sobre los que Turquía se movía en el mundo túrquico centroasiático y en el antiguo espacio postotomano en Oriente Medio, Balcanes o Cáucaso.

Sin embargo la creación de un espacio turco en Oriente Medio choca con otras potencias históricas en el sentido intelectual (como Egipto y la Universidad de Al Azhar) o potencias políticas como Arabia Saudí. De hecho el gran rival turco es este país y el gobierno de Riad lo sabe. Existen zonas donde se solapan tanto el panturquismo como el neotomanismo; ejemplo claro las milicias turcomanas de Irak o Siria pero, por otro lado, esto necesita de una ideología mucho más amplia que no se sostenga sobre un componente étnico ni meramente histórico sino ideológico.

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La gran ideología de Turquía que sirve para apuntalar este discurso es el del islamismo. Turquía se ha visto reconvertida de un país ferozmente laico y antireligioso desde las reformas de Ataturk Kemal hasta la era de las reformas de Ahmet Davotoglu o Erdogan, reformas apuntaladas por organizaciones como el Hizmet, aliado del AKP. El AKP, partido de Erdogan, es la cara de los Hermanos Musulmanes entre el pueblo de Turquía.

Arabia Saudí no puede aducir nada más que el salafismo o el wahabismo, en su defecto, regado por petrodólares pero más allá de esto no puede ofrecer una avanzadilla cultural sí, poseen los Santos Lugares del Islam (Mecca y Medina) pero aun así no posee una base que vaya más allá. Turquía, sin embargo, ofrece mucho más a nivel islamista ya que Arabia Saudí, históricamente, más allá del Califato Rashidúm (de los cuatro Califas ortodoxos) ha tenido muy poca relevancia ya que rápidamente los centros de poder de los imperios árabes fueron trasladados a Damasco y Bagdad.

A nivel psicológico Arabia Saudí tampoco ha sabido aprovechar la creación de un modelo de panarabismo, obviamente ni laico ni socialista, pero sí un panarabismo islámico moderado que le hubiera podido apuntalar en la región, en su defecto ha apostado por un panislamismo internacionalista, injerencista y yihadista del cual, con el paso del tiempo, están siendo desplazados por otras ententes como la Qatar-Turquía.

Turquía ofrece a los islamistas una larga tradición de defensa del Islam: las guerras en los Balcanes, Lepanto, los dos sitios frustrados de Viena, las guerras con los cosacos, con los safavidas persas chiitas, rusos, las revueltas árabes o los intentos de contener a las potencias de Reino Unido. Famosos son los Jenízaros, espada del Islam sunita.

La moderna Turquía erdoganiana pretende establecer unas bases históricas de legítima defensa y, por lo tanto, de legítimo liderazgo en el mundo sunita. No olvidemos que Estambul fue la última capital de un califato legítimo. El islamismo de Turquía y del AKP pretende ser el gran pivote geopolítico que pueda cubrir todo el espectro del mundo islámico y, también, capitalizar los núcleos islámicos en territorios no musulmanes.

Lo está consiguiendo y el paso ha sido lento pero ordenado; en primer lugar la posición de Turquía ha cambiado en cuestiones de relaciones con Israel. La causa palestina es uno de los grandes conflictos en el mundo árabe y que goza de un gran ascendente entre la población, la labor de dawwa llevada a cabo por Turquía dentro de su territorio y en el exterior ha tenido un puntal de vital importancia: los medios de comunicación.

Las series de televisión que Turquía lleva emitiendo sobre el gobierno de Ertugrul, Solimán el Magnífico o el Sultán Murat IV (entre otras telenovelas) abrió a Turquía a todo el mundo islámico mostrando una imagen de esplendor, piedad religiosa y poder frente a los enemigos del Islam que estimuló la imaginación de muchos televidentes llevándolos a un proceso de islamización a la turca buscando el anhelo de un pasado glorioso y potente en contraposición de la actualidad en el mundo islámico. Con esto el gobierno desterraba su imagen de potencia laica y antireligiosa, que despertaba muy pocas simpatías en el mundo islámico.

Esta labor comunicativa hace pensar en la Turquía de Erdogan como un renacimiento de ese mundo islámico que fue real y podría volver a ser viable pero, eso sí, si es gobernado islámicamente siguiendo los criterios turcos, más que series es propaganda velada. Una consecuencia colateral de todo esto ha sido el aumento de las visitas turísticas a Turquía por parte de países islámicos.

Al mismo tiempo el apoyo a las tesis islamistas y la defensa de las comunidades islámicas por parte de Turquía es muy importante; especial mención las críticas a las tensiones religiosas contra los musulmanes en India, Myanmar, China o Nagorno Karabaj lo cual les ha convertido en un país observador que muestra una imagen de compromiso que contrasta con las visiones de otros países.

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De hecho tras la crisis diplomática entre Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos etc…Con Qatar Turquía se situó al lado de Doha que, al mismo tiempo, mantiene relaciones cordiales con Irán ¿por qué? porque la estructura de los Hermanos Musulmanes es un frente diferente, más que islamista radical es conservador islamista que permite la flexibilidad en materias que no sean islámicas y un gran conservadurismo y rigidez en cuestiones islámicas.

Esto permite una cierta convivencia entre el mundo occidental (y sus ideologías que no sean antiislámicas) y el mundo islámico según la cosmovisión política de los Hermanos Musulmanes y, por ende, de Turquía. A través de esto, Turquía ha sabido iniciar una islamización de su sociedad sin rechazar el avance social que les acercaba a Europa. Al mismo tiempo ese es el modelo que pretende exportar en lugar del salafista y puritano wahabismo iconoclasta.

Esta ideología, la de los Hermanos Musulmanes, había tenido una serie de altibajos de popularidad pero había sido encapsulado por el poder del hiperfianciado salafismo y wahabismo salvo en el caso de Qatar cuyo poder, frente a la ofensiva de todos los estados árabes, era mínimo; sin embargo Turquía cuya ideología es una versión turca de los Hermanos Musulmanes vio esto como su gran oportunidad:

  • En primer lugar se convertía en el líder de la idea de la Hermandad Musulmana y Qatar quedaba en segundo lugar;
  • Ofrecía una visión islámica compleja, potente y prestigiosa a los musulmanes;
  • Se mostraba como defensor de un país agredido diplomáticamente;
  • reforzaba sus compromisos con Irán
  • Ganaba el respeto y la «bendición» del gran teórico de los Hermanos Musulmanes Yusuf al Qaradawi.

Los Hermanos Musulmanes ofrecen una ideología y una estructura central islámica primero en Egipto (del cual fueron prohibidos durante años) y, al mismo tiempo, da libertad de actuación y establecimiento de modelos en otros países para que creen sus propias organizaciones de los Hermanos Musulmanes según su conveniencia y observen el tipo de oposición que crean necesaria; en algunos casos ha sido una oposición armada y en otros oposición política.

El pivote, sin embargo, de este islamismo resulta muy atractivo para las clases medias urbanas, clases altas y élites ya que les ofrece la oportunidad de mantener un sistema tradicional dentro de un mundo moderno sin tener que sacrificarse en demasía y pudiendo realizar la transformación de la sociedad de forma paulatina y pacífica (salvo excepciones).

Este pivote social fuertemente promocionado por el dinero de Qatar y Al Jazeerah necesitaba de un elemento de prestigio al que Turquía ha accedido a través de su profunda historia y los medios de comunicación creando este nuevo bloque, con apoyo iraní, que les permite a los turcos ganarse el apoyo del chiísmo (de hecho debido a esto las milicias turcomanas iraquíes se integraron en las Fuerzas de Movilización Popular de Irak) y una gran base en el mundo árabe desde la que operar.

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Esto ha permitido expandir el islamismo de los Hermanos Musulmanes unido a un personalismo hacia Erdogan y un nacionalismo proturco dentro de países como Marruecos, Libia, Bosnia o Kosovo (entre otros) pero también entre la población musulmana de Occidente a los cuales hay que sumar la propaganda de defensa de los musulmanes que ha hecho Turquía con su intervención en Siria a favor de las FSA.

Debemos concluir que el islamismo dentro de la visión geopolítica turca es el pivote de proyección más profundo y rentable de toda la construcción diplomática del gobierno de Ankara, entre otras cosas porque normaliza las relaciones con otras potencias regionales como Irán, penetra en el mundo sunita renovando un nuevo bloque tradicionalista e islamista pero contrario a las tesis del salafismo-wahabismo y, al mismo tiempo, se proyecta hacia las comunidades islámicas en Europa capitalizándolas e islamizándolas con el objetivo de mostrar a Turquía como la heredera legítima del califato imperial otomano frente a los Guardianes de los Santos Lugares de Arabia Saudí o cualquier Amir al Muminim, como el rey de Marruecos.

Esa jugada, en definitiva, tiene el objetivo de convertir a Turquía en el líder de mayor peso en el mundo sunita y como potencia geopolítica de influencia fuera del mundo islámico. (Foto: Kremlin)

Por Koldo Salazar López

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