Pakistán es uno de los estados que más ayudó a los Estados Unidos desde la década de los setenta. En primer lugar por convertirse en el santuario de los talibanes con el apoyo del general Zhia Ul Haq después de la firma del memorando de ayuda a los talibanes por parte del Presidente James Carter bajo la supervisión del consejero de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski.
Tras esto Pakistán se convirtió en su socio estratégico de primera categoría ya que desde allí permitiría contener a los soviéticos en Afganistán y alargar la guerra para causarles el máximo daño político y económico posible, al mismo tiempo que serviría de plataforma para un eventual alzamiento de los cuarenta millones de musulmanes centro asiáticos que se encontraban dentro de la URSS, esa estrategia acabaría cristalizando en las guerras de Tadjikistán y Chechenia.
Durante los años ochenta Pakistán sirvió como santuario y base logística para los talibanes y el movimiento muyahedeen, que atrajo a personajes como Osama Bin Laden, Mustafá Sertmariam o Aymán al Zawahiri. Al mismo tiempo Pakistán era prioritario al ser un aliado polivalente que permitía controlar a la vecina China e Irán (enemiga declarada de Estados Unidos después del triunfo de la revolución de 1979), pero al mismo tiempo díscolo debido a los problemas fronterizos con China e India en la zona de Cachemira.
Eso obligó a Pakistán a estrechar lazos con Estados Unidos buscando una seguridad extra frente a la India y a una creciente China que comenzaba a expandirse por el centro de Asia a mediados de los años noventa y que, también, reprimía a los musulmanes uigures del oeste chino en su expansión hacia las regiones de Asia central. Después del 11S las relaciones entre Pakistán y Estados Unidos volvieron a estrecharse.
Pakistán se convirtió en el eje central de la política militar de Estados Unidos en el centro de Asia y servía de punto de control en material militar y de inteligencia para atacar a los talibanes, derrocados a finales del 2001, sin embargo los mandos medios y superiores islamistas huyeron hacia territorio pakistaní, donde muchos de ellos se establecieron en santuarios de las montañas de la frontera con Afganistán mientras que otros fueron protegidos directamente por el ISI, el servicio secreto pakistaní (un estado dentro del estado), uno de ellos fue Osama Bin Laden.
La estrategia de Pakistán durante años fue ambivalente, por un lado necesitaban la protección de Estados Unidos frente a los gigantes de China e India. La seguridad que les otorgaba Washington permitía que Pakistán pudiera aplicar su agenda en su vecindario, concretamente en Afganistán, bajo el paraguas de la ayuda a Estados Unidos aunque, en realidad, el gobierno de Islamabad, tras el subterfugio del ISI, intentó controlar a los talibanes e islamistas y usarlos para ganar influencia a través de ellos en Asia central.
Durante el primer mandato de Obama las sospechas empezaron a cristalizar, aprobándose un programa secreto de asesinatos selectivos con drones sin el beneplácito del gobierno pakistaní, también el asesinato de Benazir Bhutto fue un punto de inflexión en las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán, sobre todo después de la mediación de Reino Unido y Washington para que volviera la política del exilio, tras su vuelta y las medidas de restricción de derechos aprobadas por el Presidente Parvez Musharraf, duramente criticadas por Bhutto, la candidata fue asesinada por militantes islamistas y talibanes aunque desde las estaciones de inteligencia de la CIA y el MI6 en el país se miró hacia el gobierno, de hecho Musharraf fue depuesto un año después tras un golpe de estado (con el visto bueno de Washington y Londres), de nuevo se sospechaba de la relación entre los islamistas y el gobierno.
La prueba más determinante de la sospecha de Washington hacia Pakistán se dio durante la Operación Jerónimo, que acabaría con Osama Bin Laden en su casa de Abbottabad. Dicha operación se realizó sin conocimiento del gobierno ni de los servicios secretos pakistaníes, ya que la CIA temían filtraciones que permitieran la huida del terrorista más buscado del mundo, de hecho el gobierno protestó por la actuación del ejercito estadounidense en territorio pakistaní sin el permiso de estos.
Sin embargo las relaciones de Estados Unidos con Pakistán han contribuido también a una notable inestabilidad, descontento de la población con su gobierno y un constante rechazo hacia la presencia de los estadounidenses en su territorio. De hecho la intervención militar contra los talibanes ha afectado directamente al gobierno que, incluso ha visto su territorio peligrar por la presencia de talibanes en regiones del oeste del país.
El sacrificio pakistaní nunca se ha tenido en cuenta dentro de las políticas de norteamericanas para la región de Asia central a pesar de los riesgos que ha sufrido Pakistán por su apoyo a las políticas de inteligencia de la CIA en la zona, que usaban el país como base de operaciones. De hecho desde Pakistán se han lanzado campañas para desestabilizar Irán, concretamente la región de Baluchistán.
Ahora Pakistán está comenzando a acercarse a Rusia y a China, regiones que están ganando influencia en las naciones de Asia central, países como Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tadjikistán o Turkmenistán, la alianza con el eje Moscú-Pekín podría abrir grandes oportunidades económicas y de obtención de recursos para un país socialmente débil y económicamente en desarrollo como Pakistán y, al mismo tiempo, la alianza Chino-Pakistaní puede ayudar a contener el creciente poderío económico de la India, que está intentando ganar influencia en Asia central con la ayuda de sus relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea. (Wikimedia Commons)
La única manera de hacer sostenible este blog y mantener un trabajo de análisis geopolítico independiente e imparcial lejos de los sistemas actuales de comunicación de masas es mediante la donación.
Por favor, considera donar la cantidad que consideres necesaria a la cuenta de PayPal: Koldosalazarlopez@gmail.com