La situación entre Irán y Azerbaiyán es algo más que una mera escalada de tensión entre dos vecinos. Ambos países forman parte de bloques distintos y enfrentados a nivel geopolítico y regional. Tras la victoria de Azerbaiyán frente a Armenia en Nagorno Karabaj durante la guerra de 2020, el poder de Bakú se incrementó. Durante el armisticio que puso fin a la guerra y firmaron Putin, Aliyev y Pashinián se hablaba de una cuestión importantísima para el bloque túrquico: el dinamizar, a través de territorio armenio, a Najicheván, exclave de Azerbaiyán, con su propio país.
Este territorio no había gozado de conexión directa con Bakú por el enfrentamiento de este país con Armenia. En abril, el presidente azerí Ilham Aliyev declaró que, gustase o no a Yerevan, iban a usar los 41 kilómetros del corredor de Zangezur; una franja armenia que separa Azerbaiyán de Najicheván y, por ende, a Azerbaiyán de Turquía.
El eje Ankara-Bakú desea abrir ese corredor para tener una continuidad territorial y dinamizar acuerdos comerciales, rutas financieras y de turismo pero, sobre todo, en cuestiones de defensa y ahí radica el problema.
Para Turquía la ruta Edirne-Bakú implica dinamizar y crear una ruta propia que una el mundo turco centroasiático, frontera con China, con Europa y, al mismo tiempo restar influencia en esa región a Rusia e Irán. Esto hace que a Irán no le interese esta unión y esté intentando ralentizar y torpedear la construcción de esta ruta que daría mucho poder a Turquía y Azerbaiyán, amenazas para Irán.
De entrada porque Turquía es parte de la OTAN y el doble juego turco ha permitido a Ankara, a través de sus servicios de inteligencia, en diferentes escenarios donde gana ventaja. La más importante de ella es unir su agenda a la de la OTAN, que aspira a introducir a Georgia, candidato oficial, en la Alianza. Por otro lado Azerbaiyán lleva más de diez años recibiendo ayuda de Israel, para Tel Aviv Bakú es un socio estratégico que permite monitorizar de muy cerca a Teherán.
De hecho el MOSSAD y los Sayeret Matkal han entrenado durante años a las unidades de élite azeríes por lo que una ruta abierta y dinámica haría que los antaño torpes rutas aéreas hipervigiladas que unían Israel y Turquía a Bakú desapareciera en pos de un tránsito fluido por tierra.
Al mismo tiempo Irán, en esta escalada de tensión ha enseñado músculo con sus maniobras militares en el norte del país, en la frontera con Turquía y Azerbaiyán pero, también, en el mar Caspio donde la flota iraní y rusa son las dominantes, de hecho la flota rusa es aliada de la iraní.
Sin embargo la guerra de los servicios de inteligencia es más profunda aún. Muchos soldados iraníes son de etnia azerí y están vinculados, al menos ideológicamente, con el bozkutlar (los lobos grises) una organización proscrita en varios países de Europa y vinculada a masacres por su ideología de extrema derecha y por su racismo turanio.
Soldado iraní haciendo el saludo de los lobos grises turcos
Estos grupos, en un enfrentamiento podrían constituir redes Stay Behind en territorio iraní y proveer de información sensible a los servicios secretos turcos o azeríes, sin contar con posibles acciones de sabotaje o de terrorismo.
Pero, por el otro lado, existe lo mismo. Los servicios secretos iraníes (la VEVAK) durante años, conociendo el poder que el MOSSAD iba tomando en el país ha ido haciendo cada vez mejores labores de contrainteligencia atendiendo a cuestiones ideológicas. Se han visto soldados azeríes jurando lealtad a Jamenei y, por otro lado, se anunció el desplazamiento de la Liwa Huseynuyn, una brigada de voluntarios chiíes que lucharon en Siria bajo mandato de los Pasdarán en lo que es la estrategia de milicias iraní. En este caso la existencia de soldados azerbaiyanos cercanos ideológicamente a Irán y de por lo menos una milicia chiita azerí en activo podría generar para Bakú un problema de seguridad a nivel de inteligencia por estas redes y en el peor de los casos ataques terroristas.
Liwa chiita azerí leal a Irán
Esta situación implica de forma directa también a Armenia, que en su movimiento hacia Occidente está en la cuerda floja. Por un lado la embajada más grande de USA en Oriente Medio está en Armenia pero, por otro lado, Armenia necesita de la ayuda de Rusia, debilitada su influencia tras la llegada de Nikol Pashinián, el mismo que se opone a la creación del corredor de Zangezur a costa de su territorio que le aislaría de Irán y afectaría a las relaciones comerciales entre ambos países.
De hecho la actividad de la embajada iraní en Yerevan es frenética. Los agregados militares iraníes en Armenia se han reunido en varias ocasiones con los ministros de Defensa y el de Relaciones Exteriores. En esas conversaciones los iraníes, representados por Abbas Badakhshan Zohori y al coronel Bahman Sadeghin frente al general de división Arshak Karapetyan discutieron sobre la situación en la región, los retos a la seguridad que implicaba para ambos países el cariz que había tomado la situación y, también, la necesidad de que Armenia reforzara sus posiciones en Syunik mientras que los armenios discutieron sobre el papel de Irán como un garante de la estabilidad en la región transcaucásica y se trató también la instauración de una base militar aérea iraní en territorio armenio.
De hecho ya Rusia e Irán están planeando, mediante triangulación geopolítica con los kurdos de Rojava, del Kurdistán iraquí y el gobierno sirio, el lanzar una ofensiva que haría bastante daño al ejército turco en Siria, a sus aspiraciones regionales y sus milicias turcomanas e islamistas auxiliares que controlar las regiones de Afrín.