Política internacional: entre el realismo y el idealismo

La geopolítica lo abarca todo es, tal vez, la más completa de todas las ciencias de la política ya que trasciende el mero análisis social, económico o militar. La geopolítica es una forma de unir todos los parámetros de las relaciones internacionales, a todos los niveles, y aplicarlos en un contexto concreto.

Esta doctrina sin embargo trasciende la mera dimensión política y económica y enraíza con cuestiones filosóficas que se remontan a cuestiones relativas al derecho natural o a filósofos tan importantes como Inmanuel Kant.

En este caso encontramos dos teorías que desde diferentes escuelas de pensamiento observan la naturaleza de las relaciones internacionales; estas son las escuelas del realismo y el idealismo en política internacional.

Realismo en política internacional

En este caso hablamos de una escuela defendida por filósofos como Thomas Hobbes o Nicolás Maquiavelo, Jean Jacques Rousseau (entre otros) que preconizan la importancia vital del estado como ente representativo del interés nacional (entendido como cuerpo social, como nación), en esta idea podemos ver la existencia de un tándem estado-nación.

En esta idea es el estado, entendido como producto histórico, como la entidad suprema aunque no inmutable aunque se considera el devenir de esa mutabilidad como un elemento natural sí es cierto que es un elemento conservador cuyos tránsitos históricos tienden a ser más lentos. El producto del desarrollo del estado hacia su estado futuro no implica una pérdida de relevancia del mismo sino que la administración, mutada por el paso del tiempo acorde a las necesidades eventuales, merece siempre la misma consideración.

En este término estaríamos hablando de un modelo cercano a la telurocracia. En este caso el realismo en política internacional establece unos principios por los cuales tanto la sociedad como la política se encuentran gobernadas por leyes universales e inmutables (el derecho natural). El hecho de que sean objetivas establece dos grandes conclusiones:

  • La primera de las conclusiones es que obligan a ser cumplidas y al mismo tiempo amenazan con el castigo a los que no las cumplen o tengan intención de no seguirlas por una mera cuestión de ruptura de la armonía social;
  • La segunda de las conclusiones es que estas leyes naturales intrínsecas en todo orden deben ser razonadas y evidenciadas. Curiosamente el antropólogo Joseph Campbell establecerá que es el mito con su sistema poético de héroes y villanos, buenos y malos, dioses y demonios, tabú y autorización los que darán a luz el sistema de creencias que cristalizará en las primeras normas de la humanidad que se da en estelas como las de Hammurabi, las leyes de Solón o los textos jurídico-religiosos como la Torah etc…

Esta idea de base implica que en el torbellino de las relaciones internacionales el líder único, colegiado o elegido democráticamente que gobierna debe afrontar los retos desde un prisma racional. Sin embargo ese prisma racional tiene un hilo conductor que condiciona el proceso racional para enfrentarse a los hechos y es el interés nacional que también puede definirse como la «Cuestión de Estado».

De tal manera que si no somos capaces de entender el condicionamiento provocado por el interés nacional o la cuestión de estado (que muchas veces redunda en un aumento del propio poder) no podrá entenderse la respuesta racional ante los hechos ya que a ojos de un observador externo no condicionado las respuestas en materia geopolítica es de todo menos racional.

No hablamos, en este caso, de irracionalidad o de disociación en el sentido de una decisión enajenada por una ruptura psicológica con la realidad sino de una reacción condicionada a intereses sobre el que observador no tiene conocimiento o, si lo tiene, es limitado o difuso.

La escuela realista establece que toda ideología, moralidad o buenas intenciones en el actuar son indiferentes a la hora del estudio de la política internacional y que esta depende del contexto político y cultural redundando en el hecho de que es el «interés definido como tal» el concepto clave de estas relaciones admite que ese interés no es inmutable sino cambiante por lo que en contexto internacional eso implica una gran dinamismo en cuanto a relaciones internacionales.

En este sentido el panorama internacional tiene como eje central el estado y la soberanía que protege la identidad del estado, su poder económico, regional, militar y político en una región donde el resto de estados nación defienden sus propios intereses y pugnan por imponerse unos sobre otros defendiendo sus intereses que representan la pieza clave dinamizadora en este teatro de operaciones fundiendo en un sólo ente el Estado-nación con sus intereses lo cual genera, en paralelo, una amplia militarización y belicosidad.

En este modelo se ve el contexto internacional como un elemento egoísta, competitivo y peligroso donde la pugna entre estados es constante y, por ello, rechazan cualquier elemento supranacional al considerarlo como elementos de control. En lugar de ello el realismo político propugna relaciones estado-estado y su inclusión en organizaciones internacionales no exceden de ligas (como la Liga Árabe) o foros de diálogo donde reforzar intereses conjuntos sin perder por ello nada de soberanía y primando las relaciones directas tomando al estado como el único ente internacional con personalidad jurídica.

El modelo de relaciones internacionales que propugna la escuela realista la acerca a formas tradicionalistas y socialistas de ver las relaciones internacionales, de ahí que esta escuela viviera su mayor apogeo político en el siglo XX durante la era del auge tanto del socialismo marxista como del fascismo italiano o el nacionalsocialismo alemán.

A día de hoy, desde las escuelas de pensamiento estadounidenses se sigue una visión estructuralista del pensamiento realista entendiéndola como una teoría positivista que ordena el anárquico mundo de las relaciones internacionales

El elemento de estado central tuvo su auge hasta el final de la Segunda Guerra Mundial donde acaba el modelo clásico de relaciones internacionales y se da a luz un modelo moderno por el cual el idealismo político se abrirá paso por todo este contexto de la mano del liberalismo económico.

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Idealismo en política internacional

El idealismo internacional es preconizado por el importante filósofo alemán Immanuel Kant y por toda una serie de autores alemanes del siglo XIX-XX que calará con mucha fuerza en Estados Unidos. Curiosamente frente al socialismo telúrico del pensamiento realista nos encontramos con el capitalismo talasocrático del pensamiento idealista internacional.

No se entiende esta ideología sin atenernos a cuestiones religiosas ya que la mayoría de los grandes propulsores de esta ideología en el siglo XIX provenían de las escuelas protestantes alemanas que daban una gran importancia a los negocios y al comercio de tal forma que un mundo gobernado por países cuyas relaciones son de estado-estado y se rigen por intereses nacionales o de estado son un problema para los propios intereses comerciales, sobre todo de la burguesía en el momento del inicio de los grandes emporios e imperios comerciales.

Reino Unido era un ejemplo ya que el imperio, a ojos de burgueses y de los teóricos del idealismo, es un sistema mucho más deseable que la nación ya que el imperio es por naturaleza un dinamizador mayor del comercio que pequeños estados fragmentados y enfrentados, incluso aunque sean aliados genera un grave problema.

Sin embargo para las ideas liberales y burguesas el establecimiento de un imperio implica el establecimiento de un poder político-militar no del todo deseable de tal forma que los teóricos de esta nueva línea trazarán toda una serie de ideas que desembocarán en una ingeniería geopolítica cuyo objetivo será debilitar al estado.

Curiosamente uno de los grandes dinamizadores sería el Presidente Woodrow Wilson de los Estados Unidos tras la I Guerra Mundial en su catorce puntos cuyo objetivo era contrarrestar el pacifismo de Trotsky.

La visión del mundo idealista es la de que los hombres son buenos y que el anarquismo internacional que en la teoría realista se resolvía mediante acuerdos estado-estado (con una gran inestabilidad y volatilidad) podría salvarse mediante un sistema de derecho internacional público y organizaciones internacionales (de hecho la primera organización internacional cristalizada de este modelo idealista será la Sociedad de Naciones).

Rechaza los sistemas autoritarios al entender que estos están separados del pueblo mediante un sistema elitista, son económicamente proteccionistas y belicosos frente al sistema democrático propiciado entre sus estados miembros entendiendo que este sistema tiende a la resolución pacífica de los conflictos viendo la guerra como un problema y no como una resolución de los mismos.

Uno de los elementos más importantes es la gran importancia que se da al comercio tanto en la necesidad de eliminar barreras económicas como de permitir la libre navegación oceánica fuera de las aguas jurisdiccionales incluso en tiempos de guerra cerrándolas sólo mediante acuerdos internacionales.

Entiende que el concepto de «Interés Nacional» o «Razón de Estado» es sustituida por el concepto de «Seguridad Colectiva» en la cual la agresión a un estado sea vista como una agresión al resto de los estados miembros de la organización lo cual genera un clima de injerencia en los asuntos internos de los estados.

Se considera al estado como un elemento prescindible frente al poder y el empuje de la iniciativa privada y se reduce su fuerza y su presión a través de lobbys esto hace que el ejercicio del poder no pueda ir en contra de los individuos o las colectividades lo cual debilita al estado especialmente frente al poder económico convirtiendo al Estado no en un ente de protección nacional sino en un mercado cuyo empuje de la iniciativa privada reduce la soberanía.

Esto refuerza el concepto de libertad y respeto a todos los niveles (respeto a las ideologías, cultos etc…) esto desemboca en el concepto de tolerancia liberal hacia sentimientos individuales y colectivos que deben ser protegidos y promocionados incluso aunque vayan en contra del interés nacional.

Se rechaza el militarismo y se intenta que exista un control de armamento e, incluso, auténticos desarmes para lograr un clima de paz que permita el desarrollo del concepto de progreso y para ello se hace un gran hincapié en el desarrollo de nuevas técnicas y el nacimiento de nuevas tendencias constantemente que sustituyan a las anteriores de una forma mucho más rápida que en el modelo realista. (Foto: Wikimedia Commons)

Por Koldo Salazar López

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