Elliott Abrams, el carnicero de El Salvador

Elliott Abrams es uno de esos altos políticos, poco conocidos, de Estados Unidos. Ferviente halcón anticomunista que intentó contener a la URSS en Hispanoamérica al llevar hasta las últimas consecuencias la Doctrina Monroe, intentó mantener el poder de los Estados Unidos en el Hemisferio Occidental considerándolo como parte integral de su política exterior estratégica fue también arquitecto de la Guerra de Irak de 2003 y emisario en Venezuela en 2019.

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La trayectoria de Elliott Abrams es larga y tortuosa; trabajó en las administraciones de Ronald Reagan, George H. W. Bush y Donald Trump.

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Bajo la presidencia de Reagan desempeñó los papeles desubsecretario de Estado para Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios y más tarde como subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental;

Bajo George H. W Bush desempeñó el papel de: Ayudante Especial del Presidente y Director para Democracia, Derechos humanos, y Operaciones Internacionales en el Consejo de Seguridad Nacional en 2001; y en 2005 su papel fue aumentado como asesor de seguridad nacional para Estrategia de Democracia Global y supervisar el Consejo de Seguridad Nacional de Democracia, Derechos humanos, y Asuntos de Organización Internacional y su departamento de Próximo Oriente y África Del norte;

Bajo Donald Trump desempeñó el papel de: «emisario especial» en Venezuela nombrado en 2019 por el Secretario de estado Mike Pompeo;

Actualmente forma parte: del Consejo en Relaciones Extranjeras y diversas organizaciones lobbistas de Estados Unidos.

Como vemos su presencia ha vuelto a ser importante en el Caribe. Esta vez apoyando en Venezuela a Juan Guaidó en representación del gobierno de los Estados Unidos, sin embargo la historia de Abrams va más allá de meras especulaciones geopolíticas ya que su carrera está totalmente manchada de sangre.

La estrategia de Ronald Reagan en la región de Centroamérica, especialmente tras la victoria de los sandinistas en Nicaragua, fue especialmente cruenta. Desde hacía décadas en América Central gobernaba una poderosa élite compuesta por altos comerciantes, terratenientes y militares profundamente conservadores proestadounidenses que habían anquilosado a estos países convirtiéndolos en estados corruptos y pobres donde se sostenía a toda una élite en estados donde la distancia social era enorme.

A finales de los años setenta las revoluciones en Nicaragua a cargo de los sandinistas de Daniel Ortega y la creación del FMLN en El Salvador hacía peligrar el orden establecido sobre todo con el hecho de que en Guatemala también podría activarse la revolución tras la revolución de 1944-54 y esto podía prender en México donde tras las revueltas de Emiliano Zapata y Pancho Villa seguía existiendo un caldo de cultivo para revueltas.

Elliott Abrams y la administración de Reagan no iban a permitir que una revolución abiertamente hostil a los intereses y estructura de Estados Unidos en la región triunfara como pasó en Cuba en los años cincuenta. El objetivo era claro: tenían que intervenir sin embargo la experiencia de Vietnam, la imposibilidad de Estados Unidos de desenvolverse de forma efectiva en regiones selváticas y el desconocimiento del terreno hizo que se decidieran a subcontratar la guerra.

Para ello decidieron armar a los «Contras», ejércitos de milicianos y paramilitares anticomunistas y al batallón Atlácatl (batallón entrenado en Fort Bragg, Carolina del Norte, Estados Unidos, por las fuerzas especiales estadounidenses y el Segundo Batallón, 505ª de Infantería de la 82.ª División Aerotransportada).

Para ello se necesitaba fondos del estado, que no accedió, por lo que se decidió que la ayuda financiera debía darse de forma paralela e ilegal. A través de traficantes de armas israelíes vendieron lotes de armamento a Irán a unos precios desorbitados para que mantuviese la guerra con Irak y ese dinero serviría para financiar la estructura militar subcontratada. El descubrimiento de esta trama financiera implicaba al estado profundo de Estados Unidos, Irán, traficantes de armas y cárteles de la droga. El escándalo se llamó: Caso Irán-Contra.

La responsabilidad de Elliott Abrams en el entramado provocó que fuera condenado por esto, además se le acusó de haber desprestigiado a los informadores que contaban lo que ocurría en Centroamérica así como de proteger a los perpetradores de brutales crímenes en Honduras, Nicaragua o la brutal matanza de El Mozote llevada a cabo por tropas salvadoreñas entrenadas y asesoradas por Estados Unidos.

Aparte de la condena, de la que fue perdonado por George Bush padre, todavía pervive la huella de su gestión de esta crisis en la destrucción de la estructura política de estos países de América Central y su tejido social. Sus actos brutales le enfrentaron a organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch, Amnistía Internacional y círculos religiosos sobre todo católicos tras el asesinado del obispo salvadoreño Monseñor Romero, figura que trascendió al catolicismo y fue honrado incluso por círculos luteranos y anglicanos y también en otras religiones como un mártir y un santo.

La huella brutal hizo que incluso más de 30 años después la diputada estadounidense Ilhan Omar le recordara a Elliott Abrams sus atrocidades en América Latina.

Sin embargo Elliott Abrams, como hemos visto, no sólo actuó en América Latina sino que en todo momento siempre fue uno de los grandes dinamizadores de las relaciones entre Estados Unidos e Israel y que, bajo la Administración de George H. W. Bush, fue uno de los grandes cerebros y arquitectos de la Guerra de Irak de 2003 que acabaría sumiendo a la región en el caos más absoluto como hizo con Centroamérica veinte años antes.

El papel en Oriente Medio consistió en realizar todo un trabajo de infraestructura de inteligencia y comunicación por la cual el pueblo de Estados Unidos aceptara, tras los ataques del 11-S, el ataque a Irak fundamentándola en dos mentiras: la primera es que Saddam Hussein estaba desarrollando armas de destrucción masiva y que Irak tenía conexiones con Al Qaeda y el terrorismo yihadista. Sin embargo al contrario que en América Central esta guerra no sería subcontratada sino llevada a cabo por los propios Estados Unidos.

Al mismo tiempo fue uno de los pensadores que ideó el modelo de postguerra que ha sumido al país en la guerra constante frente a las tropas de ocupación, ha creado una guerra sectaria al envenenar las relaciones entre comunidades, conflicto que terminó por desembocar en la Guerra contra el Estado Islámico tras la «Primavera Árabe».

Sin embargo la salida de Bush y la llegada de Obama significó un golpe para su carrera al nivel de cuando fue condenado, ya que el nuevo presidente prescindió de él y le retiró de todos los servicios que pudiera prestar tanto de forma oficial como extraoficial. Abrams respondió con un acoso total por la negativa de Obama de plegarse a los deseos de Israel.

Sin embargo en 2019 es nombrado como «enviado especial» por el Secretario de estado Mike Pompeo en representación de Estados Unidos; que reconoce a Juan Guaidó como Presidente Interino de Venezuela en detrimento de Nicolás Maduro, que controla de facto el estado, y se comprometió a buscar fondos para financiarle sin embargo Abrams no es un desconocido de Venezuela ya que apoyó el golpe de Estado de 2002 contra Hugo Chávez. (Foto: Wikipedia)

Por Koldo Salazar López

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