En Bahrein, durante dos días, se han citado líderes de la región de Oriente Medio para trazar una vía de paz que solucione el conflicto palestino, sin embargo la realidad es que ha sido un fracaso total. En primer lugar porque, al contrario que las conferencias de Oslo o Madrid donde se trazaron planes más o menos realistas, se establecieron fechas y objetivos (incumplidos sistemáticamente por Israel) en la conferencia de Manama sólo se ha hablado de dinero.
Al mismo tiempo el gran impulsor de esta conferencia ha sido Estados Unidos en la figura de Jared Kushner un inversionista inmobiliario judío estadounidense de 38 años cuyo único mérito político y diplomático es ser yerno de Donald Trump y haberse presentado como candidato independiente a la Casa Blanca, íntimo amigo de Benjamín Netanyahu y tener un peso importante dentro de las organizaciones lobistas sionistas de Estados Unidos por lo que con estos datos ya sabemos que la conferencia en la que se iba a exponer el «acuerdo del siglo» estaba viciado e iba a ser tendencioso.
Con este currículum de nepotismo puro y duro, de falta de respeto hacia las instituciones de los Estados Unidos, totalmente reverenciadas por este pueblo, vemos como cada vez más la máscara tras la que se escondía la moralidad democrática estadounidense cae, sobre todo dejando en manos de un advenedizo sin conocimientos políticos, geopolíticos ni diplomáticos, que además es totalmente partidista, la resolución (o intento) de semejante totum revolutum que es el conflicto palestino que al mismo tiempo polariza, enfrenta y envenena las relaciones entre el mundo islámico y occidente y, también, las relaciones dentro de estos círculos políticos.
No hay conclusión política en esta farsa, sólo se ha hablado de una inversión de 50.000 millones de dólares para el pueblo palestino pero ¿para qué recibir ese dinero si Palestina está ocupada en el caso de Cisjordania y bajo estado de sitio en Gaza? Además no tienen capacidad de obrar con la constante presencia israelí, no pueden hacer uso de su territorio porque está ocupado, tanto las carreteras como los recursos más básicos como el agua están en manos de Israel y las tierras cultivables cada vez más reducidas por las colonias.
Por otro lado esto ha generado gran controversia ya que en la conferencia se vetó a los medios árabes mientras que los medios israelíes sí pudieron cubrir este evento en el cual tanto israelíes como saudíes aplaudieron de forma abierta este plan que no sería otra cosa que financiar un gobierno títere bajo ocupación para que no sea problemático.
Por un lado los palestinos rechazaron abiertamente el plan y no quieren oír hablar de él. Por parte de los jerarcas estadounidenses y de Kushner han sido acusados de no preocuparse por su gente pero la realidad es que aceptar este plan es vender totalmente lo que queda de Palestina. En esta conferencia no se intentaba finiquitar el conflicto sino es la compra del gobierno palestino y la conquista total dejando las puertas abiertas a la consiguiente limpieza étnica (que ya se está dando).
Líbano, a través de su primer ministro Rafik Hariri, se ha negado en rotundo a este rocambolesco plan; Omán, que había estrechado lazos con Israel en los últimos tiempos, ha dado un golpe de timón y ha anunciado una medida revolucionaria: abrirá una embajada en Palestina, lo que implica un reconocimiento al estado palestino y otorgándole la capacidad de obrar y de relacionarse con los estados en igualdad de condiciones.
Bahrein, por otro lado, al ser sede de esta conferencia ha tenido un momento efímero de gloria al convertirse en el posible estado donde se resolviera el conflicto palestino-israelí (que nadie se creía, por cierto), ha dejado un sabor agrio dentro del mundo árabe por su gestión del conflicto pero, sobre todo, ha logrado un gran salto geopolítico…acercarse aún más a Estados Unidos y a Israel, un aliado de gran peso en la región del golfo pérsico teniendo en cuenta la represión contra los chiitas que se lleva a cabo en la isla que ve en Irán su gran enemigo, sobre todo porque las islas de Bahrein fueron parte del imperio persa y temen un movimiento irredentista que quiera volver a convertir al estado soberano de Bahrein en parte de Irán, sin embargo en 1980 el Ayatollah Jomeini renunció de forma pública a tal cosa.
Aparte de Irán ahora Qatar se ha convertido en un rival muy peligroso por sus relaciones con Turquía e Irán y que tiene en los Emiratos Árabes Unidos y en Arabia Saudí sus grandes aliados. Esta triple entente árabe sunita radical: Arabia Saudí, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos está asustada por el creciente poder de Irán, de las relaciones Ankara-Teherán-Doha y de la creciente fuerza de los chiitas en Irak y la victoria de Bashar al Asad.
Saben que solos no pueden hacer nada de modo que estrechan lazos con Estados Unidos y con un aliado regional muy ventajoso: Israel. En este maremagnum todos se necesitan; Israel necesita aliados fiables y cercanos en la región frente a la «media luna chiita» y estados países necesitan un sostén poderoso que les ayude diplomática, política y militarmente así como en el campo de la inteligencia. La única manera de acercar posiciones es usando a los palestinos como excusa para organizar foros y conferencias en los cuales poder establecer contactos sutiles que vayan desembocando en futuras relaciones diplomáticas continuadas de mutua dependencia.
Por lo que Jared Kushner ha jugado un papel maestro: sabía que el plan era inaceptable y que no se iba a lograr el objetivo oficial de la cumbre, solucionar el conflicto palestino porque según la corriente a la que pertenece no se quiere resolver la contienda, los sionistas sólo quieren jugar con el tiempo para apuntalar su presencia en la región. Esta agenda oficial debía de fracasar pero la segunda agenda que implicaba usar Manama como lugar de encuentro de israelíes, saudíes, emiratíes y bahreiníes se ha logrado con éxito lo cual refuerza la presencia de los Estados Unidos pero, sobre todo, del sionismo institucional.
La conferencia ha salido perfecta y como siempre los palestinos traicionados víctimas de sus enemigos y de sus supuestos «hermanos». (Foto: Wikimedia Commons)
Por Koldo Salazar López