Irán Zamin (Parte 3): El bloque antioccidental y la resistencia hispanoamericana

La Caída de la URSS en los noventa significó una reconfiguración total de la situación mundial. Del bipolarismo y el tándem conflictivo capitalista-socialista que había ido empañando la realidad política y, por ende, había provocado una miopía internacional que no permitía ver más allá de las supuestas actividades de la CIA o el KGB, se iba fraguando un nuevo orden internacional.

Estados Unidos, como nuevo imperio y poder unipolar incontestable, tomó las instituciones internacionales y las instrumentalizó. Rusia estaba por los suelos: mafias, corrupción, separatismo, guerra civil, caída social, la pesadilla de los noventa que los rusos no quieren ni recordar. China apuntaba maneras, pero no terminaba de levantar el vuelo y se creía que tardaría tanto que Pekín no sería una amenaza. Sudamérica se desangraba entre guerrillas, cárteles y guerras de las drogas y el mundo islámico seguía siendo un problema.

De Irán, que no perdió ni un momento, como hemos visto, en lanzarse a Irak o Líbano con el chiismo y tantear el iranismo con kurdos y tayikos de Asia Central rápidamente se lanzaron a conquistar el mundo revolucionario. La República Islámica de Irán, desde su entrada en el Movimiento de Países No Alineados, se dedicó a cultivar relaciones revolucionarias por todo el mundo.

Las bases de estas relaciones son netamente políticas y estratégicas sin jugar ningún papel cuestiones religiosas, culturales o étnicas y las bases son:

-Deterioro de relaciones con el mundo occidental debido al triunfo de una revolución o guerrilla;

-Sentimientos de profundo nacionalismo, defensa de la integridad territorial y la soberanía de los países;

-Denuncia de mala praxis por parte de Estados Unidos;

-Especial odio y rechazo a países estrechamente aliados de Estados Unidos en la región: Israel por parte de Irán, Corea del Sur o Japón por parte de Corea del Norte, Marruecos por parte de Argelia o Colombia por parte de Venezuela;

-Sentimiento antioccidental y, a veces antisoviético (hasta 1991), y búsqueda de aliados en ese entramado.

Muchas veces la oposición a Occidente tiene que ver con élites de corte izquierdistas o populistas de izquierda moderada como en el caso de Argentina en la época Kirchner e Irán lo aprovechó por una necesidad estratégica mutua.

Algunas relaciones ya existían en época del Shah, como las que disfrutaron Irán y Corea del Norte en 1972 y que se ampliaron de forma sustancial desde 1979 con el triunfo de la Revolución Islámica de Irán reforzando la colaboración en materia de seguridad, tecnología, energía y finanzas.

De hecho, la definición de George Bush del “Eje del Mal” (República Islámica de Irán, República de Irak, en época de Sadam, y Corea del Norte) es un indicativo de que, si bien no es un “Eje del Mal”, las relaciones Teherán – Pyongyang eran extensas, fluidas y compartían, bajo la necesidad de protegerse de la ofensiva occidental, las mismas necesidades estratégicas.

Sin embargo, donde más se hará notar la presencia iraní a través de las comunidades islámicas chiitas (algunas en su tercera generación) será en Hispanoamérica, especialmente en Cuba, Nicaragua, Venezuela y Ecuador.

Para Irán su posición de gobierno revolucionario, antiestadounidense y en guerra por el triunfo de su revolución significó que automáticamente las relaciones con Cuba se estrecharan. Fue Cuba quién invitó a la recién triunfante República Islámica de Irán de Jomeini en 1979 a la cumbre de La Habana del Movimiento de Países No Alineados por iniciativa de Fidel Castro y desde ahí las relaciones crecieron, especialmente tras las campañas de Estados Unidos en Afganistán e Irak.

Tras esto las relaciones tomaron impulso realizando intercambios, sobre todo, en materia de seguridad y disidencia. La era Ahmadinejad en Irán significó un aumento de las mejoras con Cuba (y con Nicaragua, Ecuador y Venezuela) que aún hoy siguen reportando beneficios a la República Islámica. De hecho, con Hassan Rohaní se consolidaron acuerdos que iban desde la colaboración cultural y deportiva hasta comercial, financiera bancaria facilitando el intercambio comercial y el flujo bancario, aunque también agrícola, pesquero, hídrico, así como proyectos de investigación tecnológica y sanitaria.

Estas relaciones han permitido que las industrias cubanas e iraníes tengan en el otro un mercado de import/export importante con especial interés en el mercado del transporte y las comunicaciones. De hecho, en 2024 Irán y Cuba firmaron un acuerdo de puertos hermanos que abre a Cuba puertos de Irán para el comercio con el gigante persa y con el Centro de Asia (ya lo ha hecho con India hacia Afganistán y Asia Central y con Rusia desde el norte hasta el Índico). Cuba al mismo tiempo firmó un contrato con Wagon Pars para la compra y reparación de vagones cubanos.

Si las relaciones con Cuba se han mantenido estables por el largo recorrido de ambas revoluciones y la estructura de Irán y los países del “Socialismo del Siglo XXI”, el caso de Nicaragua es diferente ya que se han demostrado como un pacto personal más que como un pacto de estado estructural y una alianza estable. En 1979 llegaron al poder tanto Jomeini en Irán como Daniel Ortega en Nicaragua con el triunfo de la Revolución sandinista, lo que provocó el alzamiento de las Contras y la injerencia estadounidense.

Irán en ese periodo mantuvo muy buenas relaciones basadas en los lazos revolucionarios de lucha contra Estados Unidos guerras impuestas: los contras a Nicaragua, la Guerra Irak – Irán a los iraníes, a pesar de que mantuvieron relaciones comerciales mínimas, las relaciones culturales permitieron una actividad iraní en Nicaragua muy rápida. La derrota sandinista frente a Violeta Chamorro en 1990 hizo que las relaciones bajaran de nivel, ya que era una candidata favorable a Estados Unidos, y Teherán se retiró en 1999 de Managua.

En este periodo la penetración de Estados Unidos en Nicaragua a nivel diplomático y comercial hizo que el país dependiera de Washington y apuntalaran el temor, por parte de cualquier nuevo presidente, de dañar estas relaciones si se restauraba el contacto estrecho con Irán, cosa que ocurrió en 2007 con la vuelta de Daniel Ortega. Esto implicó una gran tensión para las relaciones Washington – Managua frente a una Irán que apostaba fuerte en Hispanoamérica por la estrategia de Mahmoud Ahmadineyad.

De hecho, lo que Ahmadineyad comenzó fue desarrollado con Hassan Rohaní y con Ebrahim Raisí cuando este declaró en 2023 que las relaciones Managua – Teherán son estratégicas y comenzaron a profundizar en las mismas para desarrollarlas a nivel comercial, así como en ciencia, tecnología e inversiones compartiendo capacidades y experiencias.

Sin embargo, la relación viene de lejos ya que Irán ayudó en la construcción del primer puerto de aguas profundas con un presupuesto de 350 millones de dólares, viviendas y proyectos hidrológicos. Pero también esto genera tensión por el miedo de ciertos grupos nicaragüenses de ser salpicados por las sanciones de Estados Unidos a Irán y, también, perder inversores.

El otro gran aliado es Venezuela con quién las relaciones son más que estrechas y que han atravesado los gobiernos iraníes de Jatami, Ahmadineyad, Rohaní y Raisí y los de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. De hecho, Ahmadineyad fue uno de los acompañantes del féretro de Hugo Chávez.

Las relaciones entre Venezuela e Irán eran comerciales, al máximo nivel, energéticas (Irán envió barcos con gasolina a Venezuela cuando fallaba el suministro de gasolina), alimenticio, cultural, de seguridad e inteligencia. De hecho, Venezuela fue la gran punta de lanza de Irán en Hispanoamérica y se ayudaron mutuamente a sortear las sanciones.

Tanto Chávez como Jatamí y otros visitaron en varias oportunidades el país del otro en busca de estrechar acuerdos. Ya en 2005, Venezuela firmó una ley de cooperación entre ambos gobiernos en materia económica, cultural, científica y tecnológica. Sin embargo, la edad de oro de las relaciones Venezuela – Irán fue durante el tiempo de gobierno de Chávez y Ahmadineyad, donde se firmaron 270 acuerdos bilaterales de toda índole. En 2006 se comenzaron varios proyectos como un acuerdo técnico sobre energía nuclear que implicaba a Rusia y se enviaron delegaciones para estudiar la implantación de los acuerdos bilaterales, tal fue la colaboración que Venezuela quiso vender sus casas f-16 a Irán y ambos países, en una cumbre denominada G2 crear un banco binacional (el Iran-Venezuela BiNational Bank) fundado en 2010 con un depósito inicial de 200 millones y que funciona desde entonces y que entró en la bolsa de Teherán en 2020.

Estas relaciones tan fértiles se consolidaron con canales de televisión como HispanTV, con una fuerte presencia venezolana, acuerdos de relaciones académicas, proyectos de investigación y promoción de la cultura persa e Islam chií en Venezuela y del idioma español en Irán.

Otras relaciones de Irán con países de Iberoamérica incluyen las relaciones con la Ecuador de Rafael Correa que cristalizó en acuerdos agrícolas, tecnológicos, de energías renovables, salud y en la construcción (con Venezuela) de una refinería, una planta petroquímica y dos plantas hidroeléctricas en Ecuador.

Con la Brasil de Lula Da Silva de hecho con la creciente potencia brasileña los acuerdos tenían base comercial, financiera y económica buscando Irán en Brasil un puente para la América hispana y Brasil que Irán fuera su asistente en su expansión por Asia Central lo cual ha permitido una penetración y unos lazos más estrechos entre Teherán y Brasilia. Sin embargo, en Brasil el guion es parecido al de Nicaragua ya que la presidencia de Bolsonaro, pro estadounidense y sionista, enfriaron las relaciones que ahora se han vuelto a desarrollar con la nueva presidencia de Lula da Silva, de hecho, en Brasil las actividades de Irán se basan en la penetración política, de activistas sociales y revolucionarios, así como periodistas.

Con Argentina ocurrió lo mismo. Aunque la revolución no afectó a las relaciones bilaterales entre ambos países, la penetración iraní siguió aumentando sobre todo con la presidencia de Carlos Menem (de origen sirio y musulmán alawita converso al catolicismo para poder gobernar el país). En 1990 se firmaron acuerdos de apoyo nuclear de Argentina a Irán.

Aunque las relaciones entre Argentina, sobre todo con gobiernos de izquierda han sido siempre positivas especialmente en época del gobierno de los Kirchner, lo cierto es que el atentado de la AMIA empañó las relaciones entre ambos países y es un caso que se usa desde la comunidad judía argentina y la derecha anti iraní para reducir o enfriar las relaciones entre Buenos Aires y Teherán.

Sin embargo, Irán, como estado observador junto con Surinam, Siria y Haití de la ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos) ha tenido un gran éxito ya que el grupo ALBA es uno de los grandes apoyos internacionales no islámicos ni iranios del Eje de la Resistencia por lo que el carácter revolucionario y contestatario de la Revolución Islámica de Irán, su defensa de los oprimidos y a lucha contra Estados Unidos ha logrado crear una corriente ideológica amplia que llega desde el Caribe hasta la meseta irania que el gobierno iraní gestiona de forma positiva al abrir las puertas del comercio de Asia Central y el Oriente Próximo chií a estos países que necesitan y quieren tomar peso geopolítico por lo que Irán, conociendo sus capacidades ha lanzado su campaña diplomática en una fecha tan lejana como 1979 con el único objetivo de reforzar la revolución, cultivar amigos y aliados para Irán y presentar un bloque amplio que apuntale su eje de la resistencia.

Siendo que la presencia iraní en América Latina es amplia, posee redes de inteligencia, de activismo social y medios de comunicación que, a modo de lobby retiene influencia para Teherán. (Foto: Flickr).

Para saber más sobre el Irán Zamin

Irán Zamin (parte 1): el chiísmo como soberanía y geopolítica en oriente próximo

Irán Zamin (parte 2): el iranismo como eje geopolítico

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