Esta breve guerra marcaría el inicio de la Segunda Guerra de Chechenia y transformaría el empobrecido Cáucaso al poner fin a la República de Chechenia, aliada con el emirato de Afganistán.
Después del tratado de paz de 1996 Chechenia se convirtió en un estado de facto pero no de iure, era un estado de reconocimiento limitado que pronto se mostró como un estado fallido y una grave amenaza a la seguridad de la región. En primer lugar debido a lo inestable del gobierno, compuesto por remanentes socialistas chechenos, señores de la guerra, clanes mafiosos y grupos terroristas.
La situación social del nuevo país era desastrosa, gran parte de la población estaba aún en campos de refugiados, los chechenos y rusos de Chechenia de clase media y alta así como intelectuales y técnicos (las bases que cimentan un estado) habían huido a Rusia o a los países vecinos. Las infraestructuras, severamente dañadas por la guerra, nunca se terminaron de reconstruir y el trabajo era escaso.
Esto se tradujo en que la generación chechena de 1990 hasta 2000 se perdiera en guerras, exilio y emigración. Además, la República de Chechenia era incapaz de explotar sus recursos naturales (petróleo y gas) debido a la falta de infraestructura y personal adecuado, por lo que este estado, que carecía de políticos, se fracturó entre los mafiosos, señores de la droga e islamistas que competían por el control de las rutas de la heroína que llegaban desde Afganistán y su población clientelar y, por otro lado, los civiles, que tenían que soportar los abusos de la pobreza, la corrupción, la incompetencia y la inseguridad así como el crecimiento del islamismo entre la población chechena.
Este paso atrás se tradujo en la fractura de la «clase política», exguerrilleros, islamistas y mafiosos en dos grandes grupos. Los prorusos (como la familia Kadyrov, que pasaron de fervientes nacionalistas a prorusos), los nacionalistas chechenos (divididos entre los que intentaban instaurar una república viable, como el caso de Ahmad Zakayev) y los que pretendían crear un emirato en Chechenia que se expandiera todo el Cáucaso (tesis de Samil Basayev, Ibn al Jattab), esta tesis tomó más poder con la llegada (huidos del Daguestán) de Bagauddin Magomedov, un líder wahabista del pueblo avar daguestaní, junto con sus milicianos.
El descontrol de la región, convertida en un santuario de Al Qaeda y de grupos mafiosos propios, rusos o georgianos y con lazos internacionales evidenció el fracaso de Aslán Masjadov y de sus antecesores, Dhzojar Dudayev y Zelimján Yandarbiyev. De hecho, la pugna interna en Chechenia se daba entre Samil Basayev y Aslán Masjadov, debido a que el primero deseaba la unión de la República rusa de Daguestán para la creación del emirato islámico y provocar la expulsión de los rusos, Masjadov, consciente de que esto era una locura decidió aplacar a Basayev imponiendo la Sharía en la República de Chechenia, lo que contribuyó a oprimir aún más a la población civil, dio más poder a los islamistas de Basayev y convenció a los indecisos con el rumbo que estaba tomando el proyecto checheno, que habían luchado contra Rusia, a replantearse la relación con Moscú.
El punto de no retorno en todo este miasma que duró tres años se produjo cuando fuerzas islamistas situadas en la República de Chechenia, que habían creado un estado dentro del estado. Ibn al Jattab (que era de Arabia Saudí) comenzó a reclutar un ejército miliciano internacionalista, copiando el modelo de Usama Bin Laden durante la Primer Guerra de Afganistán. El núcleo duro lo formarían los chechenos, daguestaníes de Magomedov y los demás voluntarios del cáucaso, mientras que el grueso del ejército vendrían del resto del mundo islámico.
Se estimaba mayoritariamente la llegada de saudíes, debido a los vínculos de Ibn al Jattab, bosníacos, afganos y azeríes, por las vinculaciones de Samil Basayev, con la colaboración de Al Qaeda central que movería sus organizaciones para facilitar la llegada de voluntarios desde África hasta Pakistán o Malasia.
El objetivo de este ejército, creado frente a la impotencia de Aslán Masjadov y las intrigas de los prorusos con el gobierno, en aquel momento del saliente Yeltsin que preparaba a un desconocido Vladimir Putin, en aquel momento director del servicio secreto ruso y que fue avisado, según Turpal-Ali Atgeriyev de la inminente invasión por parte de las fuerzas islamistas.
La guerra duró un mes y doce días y produjo 1.000 muertos entre los islamistas y 59 muertos y 200 heridos entre los rusos así como entre 10.000 y 11.000 desplazados.
La guerra se inició el cuatro de agosto de 1999 cuando fuerzas daguestaníes comandadas por Bagaudin Kebedov atacaron las fronteras regionales que separaban Rusia de la República de Chechenia. Esos choques fronterizos se siguieron produciendo hasta que el día siete de agosto las fuerzas islamistas de Basayev y Jattab (entre 1.000 y 2.500 combatientes) penetraron en el territorio para conquistarlo, de hecho ocuparon varias aldeas fronterizas de Daguestán y declararon el Estado Islámico independiente de Daguestán (uniéndolo al emirato del Cáucaso, que era un estado dentro del estado fallido checheno) al mismo tiempo que declaraban la guerra al gobierno de la República de Daguestán y al conjunto de Rusia.
La respuesta de Rusia fue bastante mala debido a que el gobierno de Moscú no tomó en serio los ataques y se movilizó lentamente, calibrando mal la magnitud de las operaciones islamistas y dejando en manos de la policía de Daguestán y los efectivos desplazados en la región la defensa del territorio, sin embargo la situación era muy grave, sin embargo el anquilosamiento del alto mando militar otorgó a los islamistas una gran ventaja en la zona.
Aparte de la policía y el ejército ruso acuartelado en el territorio de Daguestán, se crearon milicias ciudadanas y de aldeanos que defendían sus tierras de los invasores. Basayev, Magomedov y Jattab, que habían llamado a la Yihad para la lucha contra Rusia en Daguestán se encontraron con que los daguestaníes se levantaron, pero al contrario de lo que sus cálculos les hacían creer, el alzamiento en armas no fue para luchar contra Rusia sino contra los islamistas y la milicia chechena, lo cual frustró sus planes de hacerse con apoyos en el terreno que les permitieran crear una cabeza de puente a través de la cual penetrar en terreno de Daguestán.
Eso fue lo que salvó el territorio ruso ya que, de haberse producido el alzamiento de los daguestaníes en contra del gobierno ruso, se hubiera repetido el guión de cinco años antes cuando, en 1994, los chechenos se alzaron en armas o desertaban en masa del ejército ruso para unirse a los separatistas. La repetición de ese guión hubiera replicado la Guerra de Chechenia en el vecino Daguestán y, por ende, Rusia hubiera podido acabar perdiendo el poder en el Cáucaso. Sin embargo las fuerzas leales a Rusia recibieron ayuda externa por parte de las Repúblicas de Osetia y Abjasia, que ayudaron a la resistencia antichechena.
La dureza de las milicias que contenían a Basayev, Magomedov y Jattab fue tal que no pudieron seguir penetrando más allá de las primeras aldeas conquistadas por sorpresa a lo largo de la frontera. El tiempo ganado por estos grupos armados hicieron reaccionar al gobierno ruso, que envió a los Spetsnaz, brigadas blindadas (donde se pusieron a prueba los primero tanques T-90) y grupos de artillería. Mucho armamento de nueva generación, que sustituía a las anticuadas armas soviéticas, fueron probadas en el conflicto del Daguestán.
La llegada de las tropas rusas, aunque tarde, resultó un gran alivio para las fuerzas de seguridad y las milicias daguestaníes asistidos por osetios y abjasios que acudieron a luchar contra los islamistas. En este contexto los ataques rusos, dirigidos por Viktor Kazantsev, deshicieron las defensas islamistas debido a que se centraron en primer lugar en desmantelar las rutas de suministro desde Chechenia, de hecho no solo las posiciones de los islamistas (que se atrincheraron en el territorio) fue atacado sino que el santuario yihadista en el sur de Chechenia fue atacado también.
El retroceso de las fuerzas de Basayev, aisladas y sin casi apoyos en el terreno, obligó a intentar una segunda invasión terrorista a través de las tierras bajas daguestaníes, los islamistas estuvieron a cinco kilómetros de Khasavyurt. El objetivo era doble, abrir más el frente, provocar la división de las fuerzas rusas y las milicias populares y alargar la guerra para agotarlos, sin embargo los estrategas rusos no cayeron en las trampas de la guerra de 1994 y en lugar de dividir sus fuerzas, reforzaron el primer frente y respondieron de forma contundente en el segundo frente abierto por Basayev, de tal forma que frente a los ataques aéreos, la artillería, la infantería rusa y los milicianos, fuertemente motivados, los islamistas no lograron mantener sus posiciones y fueron expulsados apenas nueve días después de abrir este segundo frente el 14 de septiembre de 1999.
Desde el día 4 hasta el día 16 de septiembre, se produjeron explosiones en diferentes edificios de Moscú que provocaron cera de 300 muertos. La prensa y el gobierno acusó a fuerzas islamistas vinculadas a Basayev que habían logrado llegar a la capital rusa y estaban realizando ataques detrás de las líneas enemigas. Sin embargo tanto el oligarca ruso Boris Berezovsky o Alexandr Litvinenko acusaron a las fuerzas del servicio secreto ruso (dirigidas por Vladimir Putin en ese momento) de iniciar una campaña de falsa bandera en Moscú a fin de ganar más poder para la opinión pública de cara a plantear una nueva guerra contra la República de Chechenia y reintegrarla en el territorio ruso, acabando con la aventura independentista de 1996 debido a los avances rusos a la hora de ganarse a los rebeldes chechenos reconvertidos en fervientes prorusos después de la experiencia separatista.
El fin de la guerra el 14 de septiembre significó una inyección de moral para las tropas, el pueblo y el gobierno ruso, la victoria (tan ansiada) por Yeltsin frente a los islamistas chechenos y la consolidación en el poder de un desconocido Vladimir Putin a la hora de explotar el argumento del peligro para Rusia de una Chechenia independiente. Dicho discurso provocaría, como consecuencia directa de la Guerra de Daguestán, la Segunda Guerra de Chechenia que, con todas sus consecuencias a corto, medio y largo plazo, cambiarían Rusia y el Cáucaso. (Foto: Wikimedia Commons)
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