La piratería en las costas del cuerno de África no es nueva, siempre se ha producido y es un hecho histórico, sin embargo las causas de esta nueva piratería son muy diferentes, hablamos de una piratería organizada con puertos propios, cobertura y redes en tierra vinculadas a grupos yihadistas como Al Shabbaab.
Desde los años noventa Somalia es un estado fallido. La caída del dictador Siad Barré y la llegada al poder de Mohammed Farrah Aidid, un señor de la guerra, llevó al país a la guerra civil, una guerra civil de carácter étnico y religioso ya que grupos tribales, unidos en torno a los líderes señores de la guerra, luchaban entre sí por el poder. Esto llevó a la disolución de facto del país.
Para poder proteger a la población civil la ONU autorizó una intervención militar-humanitaria a fin de restablecer el orden pero fue imposible. Los señores de la guerra se atrincheraron en sus territorios donde crearon estados paralelos como Puntlandia, Somalilandia y la República Federal de Somalia (el único gobierno legítimo reconocido internacionalmente, el resto son estados de facto pero no de iure y, por lo tanto son estados de reconocimiento limitado).
La guerra civil, la pobreza, el control de los señores de la guerra y el establecimientos de estados paralelos en una zona estratégica debido al paso de mercancías desde el Índico/Golfo pérsico hasta el Mar Rojo/canal de Suez/Mar Mediterráneo convirtió a los pescadores, desesperados, en piratas.
La cuestión es que la disolución de Somalia significó el hundimiento de su seguridad jurídica:
- Somalilandia tomó una constitución democrática en 1997 que prohíbe la discriminación por sexo, manteniendo a su vez el código penal de 1991, anterior al gobierno de Siad Barre y jueces islámicos, que no están preparados, y realizan una combinación entre el derecho constitucional de 1997, derecho penal de 1991 y ley Sharía;
- Puntlandia y la República Federal de Somalia los tribunales se rigen por la ley Sharia y están compuestos por miembros de las tribus asentadas en esa región.
Al no existir un poder real que aplicara la ley y persiguiera las violaciones de la misma a Somalia se podía acudir al país para obtener lo que se quisiera y uno de los recursos más preciados era la pesca y su valor como vertedero tecnológico.
Las costas del cuerno de África eran muy ricas en peces, cuando Somalia cayó flotas pesqueras de todo el mundo acudieron a las costas del país a pescar en masa, destrozando el litoral y esquilmando el único elemento de seguridad alimenticia de las pauperrimas poblaciones costeras de Somalia, lo cual obligó a los pescadores a unirse en grupos de guardacostas voluntarios, pero el fracaso en la lucha contra los barcos extranjeros les obligó a convertirse en piratas para poder subsistir.
Realmente la situación era desesperada, en el año 2006 (hasta el año 2009) Somalia se encontraba en guerra con Etiopía mientras, al mismo tiempo, los señores de la guerra obtenían poder en tierra y los yihadistas de Al Shabbaab (Al Qaeda en Somalia) se reforzaban después de la victoria de la cortes islámicas del sur de Somalia frente a Etiopía y la República Federal de Somalia, gobierno legítimo que apenas controlaba pequeñas franjas de territorio. Los pescadores, convertidos en piratas, comenzaron a atacar la ruta comercial y a asaltar desde barcos pesqueros hasta petroleros, metaneros y barcos de transporte.
La estrategia era obtener beneficios de los secuestros para poder subsistir debido a la destrucción de su fuente de comercio y alimentación después de años arrasando las costas de Somalia que, por si fuera poco no tenían sólo el problema de la pesca descontrolada y la destrucción de los caladeros sino que, desde Europa y Estados Unidos, aprovechando la falta de gobierno y la imposibilidad de aplicar la ley, empresas y estados se dedicaban a depositar elementos contaminantes en tierra, con el apoyo del gobierno del país y de los señores de la guerra en las zonas controladas por estos contaminando con metales pesados o elementos radicactivos las zonas costeras, causando estragos entre la población que vivía en las zonas contaminadas. Las compañías, también, abandonaban los barcos para que los lugareños los desguazaran (con el riesgo para la salud de los somalíes y la contaminación ambiental que eso implica).
La investigación de estos hechos significó el asesinato de los periodistas Ilaria Alpi y Miran Hrovatin en 1994.
El acuerdo entre los piratas y los yihadistas era el siguiente. Los piratas, su organización y sus familiares estarían protegidos por los yihadistas en tierra, los puertos estarían en manos de los piratas, todo ello a cambio de u porcentaje de los beneficios obtenidos por la liberación de los rehenes en sus asaltos.
La campaña resultó un éxito con el secuestro constante de buques que transitaban por el Golfo de Adén, miles al año. Las negociaciones se realizaban con la mediación de despachos de abogados de Londres, estos eran los intermediarios entre los piratas y las compañías navieras o con los estados, todo a cambio de un porcentaje. Los pingües beneficios obtenidos de estas actividades reforzaron a los piratas y a los yihadistas con nuevos y mejores recursos, con visibilidad internacional y con nuevos reclutas.
La lucha contra la piratería se basa en una operación militar de patrullaje (operación Atalanta) cuya función consiste en proteger la ruta comercial, luchar contra los asaltos y capturar piratas. Una de las situaciones a las que se enfrentaban los miembros de la operación Atalanta cuando capturaban a los piratas es que muchos de ellos eran menores de edad o decían serlo, por sus características físicas (desnutridos muchos de ellos) era casi imposible dictaminar si eran mayores o no por lo que muchos menores eran retenidos y devueltos a la costa y vuelta a empezar. El uso de menores es un crimen de lesa humanidad por su uso para actividades criminales.
Otra de las características a las que se enfrenta la operación atalanta es la legalidad internacional, en la persecución contra los piratas las fuerzas de la operación no pueden penetrar en las aguas territoriales somalíes (que es el estado de iure que controla las costas del país aunque no de facto). Lo cual implica que las capturas o rendiciones deben ser rápidas y en aguas internacionales.
En todo caso la piratería continúa en las costas de Somalia pero su impacto en el tránsito de buques y mercancías por las aguas del Golfo de Adén es menor debido a la colaboración del estado no legítimo y sin reconocimiento internacional de Puntlandia, que lucha (con sus muy limitados recursos) contra los piratas, aunque el factor clave es la operación Atalanta y las labores de escolta reforzada, además, por la presencia de una base militar de China en la vecina Djibouti y la presencia militar saudí en Yemen, frente a las costas de Somalia. (Foto: Wikimedia Commons)
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