Cuando Mohamed Daud Khan derrocó a su primo, el Shah de Afganistán, mientras este se encontraba tratándose en Italia por diferentes dolencias médicas la situación del país parecía que iba a cambiar. Sin embargo Khan trató a su primo con generosidad y le envió una pensión a derrocado emperador, alojado en Europa.
A la República de Daud se la debe tratar como realmente es, un estado transitorio entre el Imperio y la República Socialista de Afganistán, un impase histórico destinado a volatilizarse como así ocurrió.
Las políticas de Daud, en su República Nacionalista, implicaban situarse internacionalmente en el bi-tarafi (sin bandos) dentro de la Guerra Fría y establecer relaciones diplomáticas con ambos países buscando atraer inversiones al país.
Internamente Mohamed Daud Khan continuó con la revolución cultural de su primo el emperador y se lanzó a una carrera frenética a nivel legislativo enterrando definitivamente el purdah, dando derechos a las mujeres y realizando una febril campaña de construcción de escuelas para alfabetizar a toda la población afgana.
En el corto periodo de gobierno de la República de Afganistán las tensiones se hicieron notar con Pakistán por el Pastunistán y por los acuerdos entre Kabul y la India, sobre todo a nivel militar. Sin embargo donde se notaría el mayor intento de desarrollo sería en el programa económico.
Mientras en el exterior se volvía a las boyantes economías petroleras del golfo pérsico, especialmente Arabia Saudí e Irán, con este último, país con el que comparte una extensa frontera, se inició un programa de colaboración a nivel social y tecnológico aprovechando el desarrollo y los avances que desde el Imperio de Irán, bajo el mandato del Shah Mohamed Reza Pahlevi, se iba consolidando.
Sin embargo su estrategia de políticas sociales, mastodónticas empresas estatales bajo control militar y político y los planes de desarrollo económico llevados a cabo por una élite de tecnócratas poco formados en una suerte de economía nacional y social fue un fracaso.
En ese sentido las políticas económicas, mezcla de capitalismo occidental y socialismo estatista debido a la amalgama del gobierno afgano de Daud en el que participaban desde nacionalistas y capitalistas hasta comunistas del PDPA (Partido Democrático Popular de Afganistán) que intentaban modernizar el país a marchas forzadas bajo su imagen y semejanza, siempre enfrentados, hizo que Daud, frente a la inestabilidad del gobierno tomara la decisión de inaugurar un partido único en 1977.
En paralelo, mientras la economía (con estas formas anquilosadas) no lograba mejorar, la sociedad sí lograba desarrollar la evolución social iniciada con el Shah y lo llevaba a las cotas más altas del siglo XX en el país con un millón de niños matriculados en la escuela, universidades funcionando, moda occidental para hombres y mujeres y un estado que a nivel social lograba cotas de estabilidad.
Sin embargo, durante la República de Daud el gran peligro estaba en el frente comunista que se estaba formando con la reconciliación en 1977 de las dos facciones del partido que estaban enfrentadas. Las tesis comunistas logró captar la atención de la joven élite universitaria y las clases medias que pretendían mejorar su calidad de vida. Los comunistas del PDPA comenzaron a lograr apoyos sociales frente a la inactividad del régimen de Daud.
Mientras eso ocurría en las ciudades, Daud se enfrentaba también a la oposición de las alas tradicionalistas y religiosas, muy desprestigiadas en el país tras la caída de Kalakani y los procesos internos que se habían vivido durante los reinados de Mohamed Nadir y Mohamed Zahir y, más tarde, con la República. En ese momento los fundamentalistas no representaban ninguna amenaza para el régimen.
No será hasta 1978 cuando se muestre la realidad de la problemática con la Revolución de Saur. Revolución que implicó un golpe de estado comunista incruento que tomó en pocas horas el país, capturó a Mohamed Daud Khan y lo ejecutó.
Esto se debió al modelo de gobierno de Daud, que intentaba contentar a sectores tradicionales y de izquierdas pero que socavó el apoyo y la confianza de ambos grupos. Al mismo tiempo con el golpe de estado de 1973 Daud ascendió a oficiales izquierdistas a mayores cotas de poder en su intento de reforma administrativa para ganarse la lealtad de la nueva clase burocrática civil y militar.
En ese proceso muchos izquierdistas republicanos que estaban contra Daud fueron ascendidos. De hecho las fuerzas armadas afganas entrenadas por oficiales soviéticos logró capitalizar al ejército y el PDPA capitalizó los logros sociales frente a una población cansada del inmovilismo político y la ineptitud económica y financiera de Daud.
Esto provocó que el partido comunista, desde 1976, pensara y planeara el golpe. La detención de líderes comunistas afganos en 1978 y el asesinato del líder Mir Akbar Kaibar aceleró la situación. Frente a esto los diversos países del entorno entraron en pánico.
Irán estaba asistiendo en 1978 a los últimos estertores del Imperio, el Tudeh comunsita iraní había sido aplastado pero la revolución venía desde el sector religioso de Jomeini mientras Estados Unidos no sabía qué hacer en Teherán y solicitaba reformas al Shah de Persia, en las regiones orientales de Afganistán otro aliado de Estados Unidos, Pakistán, se vio amenazado no sólo en su integridad territorial con el Pastunistán sino también con el miedo de un eventual santuario comunista en Afganistán que se extendiera a Pakistán e India en cualquier momento.
Lo que se temía era que, eventualmente, la proyección centroasiática soviética llegara, de un modo a otro, a través de Afganistán, al Océano Índico. Aprovechando la influencia en profundidad que daba a Moscú un régimen comunista prosoviético en Kabul.
Al mismo tiempo China, maoísta, y enfrentada a la URSS, leninista, veía con malos ojos la instauración de un gobierno prosoviético en Afganistán. El proceso que siguió al triunfo de la Revolución de Saur fue el detonante para que Washingont, satisfecha con la ambivalencia de Afganistán durante la monarquía y la república de Daud, decidiera intervenir para restablecer un equilibrio regional que se había perdido y que ponía en juego los intereses de USA tanto en las regiones de India-Pakistán como en las regiones de Oriente Medio. La caída de Kabul en manos de los comunistas y la caída de Teherán, que desde la CIA ya daba por hecho, hizo que Estados Unidos buscase aliados donde fuera, acudiera a Pakistán e iniciara su proyecto de intervención en Afganistán, intervención que acabaría estallando en la cara de Washington en 1996. (Foto: Wikipedia)