La guerra que comenzó el 27 de septiembre de 2020 entre la República armenia de Artsaj y Azerbaiyán ha terminado tras la firma de la paz entre el Presidente de Armenia (Nikol Pashinián), Azerbaiyán (Ilham Aliyev) y Rusia (Vladimir Putin).
En el tratado se establece la devolución de Agdam, Lachín y Kelbajar a Azerbaiyán. El gobierno azerí y Armenia garantizan el flujo de personas y mercancías entre Nagorno Karabaj y Armenia (en ambas direcciones) a través del corredor de Lachín desbloqueando todas las rutas comerciales cortadas por años de bloqueo y la guerra. En este tratado Azerbaiyán se asegura la conexión entre Najicheván, exclave azerí entre Armenia, Irán y Turquía con Azerbaiyán.
Sin embargo, a pesar de la recuperación de amplias partes del territorio de Nagorno Karabaj por parte de Azerbaiyán y el retorno de los refugiados internos de la guerra que acabó en 1994, Armenia ha logrado asegurarse un estatus nuevo en la región.
En primer lugar porque Armenia ha sido derrotada pero no humillada y el momento de la negociación era lo suficientemente delicado como para poder negociar un acuerdo beneficioso pero no un desastre como para que los azeríes no escucharan.
Azerbaiyán, con la toma de Sushi, había separado Artsaj de Armenia y se dirigían a Stepankert, sin embargo el material, prestigio y militares que podían caer en la captura de la capital hizo que el acuerdo, sobre tierra perdida por Armenia, se hiciera efectivo.
Esto implica un cambio de paradigma en la región porque la salida de las tropas armenias es una situación dolorosa para Yereván, que sufrió altercados al conocerse la noticia, pero esto implica la restauración de relaciones diplomáticas con Bakú y Ankara que pueden convertirse en relaciones económicas y comerciales aprovechando la riqueza de Azerbaiyán y la posición estratégica de Armenia.
Por otro lado Turquía se asegura una victoria ideológica y puede reabrir sus relaciones con Armenia sin mucha oposición interna usando, incluso, las posiciones del frente político de izquierdas (anti Erdogan) para poder establecer relaciones con Yereván, sin embargo Rusia ha sido la gran vencedora del conflicto.
La posibilidad de convertirse, por mandato de ambos países, en el estado que mantenga la paz en la región con el despliegue de un contingente de conformado por 1.960 efectivos militares, 90 vehículos blindados de transporte de personal, 380 unidades de automóvil y equipo especial es de vital importancia, a todo ello debemos sumarle el control de las comunicaciones de transporte lo llevarán a cabo los órganos del Servicio de Fronteras del Servicio Federal de Seguridad de Rusia.
Con este pacto Rusia retiene a Armenia como su estado base en el Cáucaso tras el distanciamiento de Nikol Pashinián de Rusia cuando llegó al poder en 2018, desafiando la línea armenia prorusa iniciada tras la caída de la URSS y que acabó con la salida de Sargsián del poder en 2018.
Las políticas de Pashinián de alejarse de Rusia y acercarse a Occidente implicó una pérdida de poder y apoyos importante, este debilitamiento a la par de la fuerza que iba adquiriendo Azerbaiyán, su enemigo junto con Turquía, era una grave amenaza que hizo que la guerra comenzara.
Ahora la gestión rusa y el despligue de estas tropas permite a Rusia mantener poder e influencia en sus fronteras avanzadas del Cáucaso, donde Azerbaiyán está alineada con el proyecto de Turquía y Georgia con Estados Unidos.
La resolución de este conflicto tras el fin de la guerra convierte a Nagorno Karabaj en la primera controversia postsoviética solucionada, aunque sea relativamente, aunque no es la única región que posee tropas rusas para la paz: Transnistria y Tayikistán son otros claros ejemplos.
Ahora Rusia, que ha perdido mucho poder por el empuje occidental en la esfera de los Balcanes y el este de Europa desde los años noventa, consigue salvar su posición en el Cáucaso sur manteniendo esa frontera avanzada bajo relativo control.
Sin embargo esta guerra a arrojado una asombrosa sorpresa, la gestión de los movimientos de tropas y el dominio del aire a través de los drones, el uso de sus capacidades de vigilancia y el daño producido por sus ataques así como la indetectabilidad de estos aviones no tripulados (con razón de peso, tamaño o velocidad) han hecho que las fuerzas militares de varios países hayan tomado nota de este conflicto.
Los sistemas de defensa antiaérea han tenido graves problemas a la hora de detectar estos ataques, de hecho las fuerzas azeríes fueron rechazadas por los armenios cuando penetraban en el territorio con blindados e infantería pero el uso de la artillería y los drones de esta manera tan tecnificada hizo que la red de radares fuera insuficiente, tanto es así que el 75% del ejército armenio fue inutilizado en apenas un mes y medio. (Foto: Wikimedia Commons)