Turquía, la revitalización imperial sobre el pivote pantúrquico, neotomano y neoislamista

La República de Turquía inaugurada de la mano de Mustafá Kemal Ataturk en 1923 tras la caída del Imperio Otomano vivió la transformación de un modelo califal que residía en los sultanes osmanlíes, cuyos titulares gobernaban un imperio islámico, hacia un estado laico basado en el nacionalismo étnico turco volcado hacia Asia Central. Uno de los hitos de esta revolución llevada a cabo por Ataturk fue el cambio de modelo productivo hacia una economía moderna, la encarnación de un modelo nacionalista y homogéneamente turco con los intercambios de población griega de Anatolia por la población turca de las islas y de la Grecia continental así la emancipación total de la mujer, la homogeneización étnica del país y la expulsión de todo elemento islámico de la vida social y política.

Curiosamente el conflicto chipriota se da porque no existió ningún tipo de intercambio de población, pero eso es otra historia. Paso previo a estos intercambios de población con Grecia fueron el genocidio armenio, greco póntico y asirio a fin de expulsar a estas comunidades escindidas en lo cultural, religioso, lingüístico y étnico cuyo objetivo era liberar los espacios vitales turcos de minorías y colonizar con turcos étnicos estas regiones amén de turquizar a estos grupos minoritarios que se mantuvieran.

Un dato interesante es la creación de la iglesia ortodoxa turca en 1922 con pleno apoyo del gobierno de los nacionalistas turcos de Kemal Ataturk ya que con ello creaban una iglesia (existente aún pero no reconocida) entre la comunidad cristiana ortodoxa griega turcoparlante (los Karamanli) de las regiones de anatolia central. Esta iglesia permitía a los turcos poder turquizar a través de la religión a los remanentes griegos, asirios y armenios que quedaran en el país y cuyo fin era disolverlos en el entramado social de este nuevo estado.

Hoy en día, casi cien años después Turquía ha cambiado mucho; tiene como meta convertirse en uno de los grandes referentes y en una superpotencia regional a todos los niveles loo cual implica abandonar el nacionalismo turco clásico para ahondar hacia un concepto neoimperial-nacionalista en las regiones de Oriente Medio y Norte de África (Región MENA) a través de la intervención en el conflicto sirio e iraquí, en la crisis diplomática de Qatar, en la guerra civil de Libia o su expansión en el Cáucaso pero mayormente en los Balcanes, todo ello como configuración de un modelo neoimperialista sobre los despojos otomanos postimperiales.

Sin embargo el país tiene importantes hándicaps. Los turcos; en primer, lugar son conscientes de su singularidad…están entre Europa y el mundo árabe sin ser ellos ni europeos ni árabes, sabiendo que controlan la llave del Mar Negro que, ahora, es un lago ruso y turco…conscientes de la histórica importancia geoestratégica del lugar que ocupan no han dudado en sacar rédito de todos los conflictos contemporáneos para expandirse.

Lo cierto es que Turquía, ya en los tiempos finales del Imperio, tuvo la tentación de proclamarse como cabeza del mundo túrquico; de ahí que Enver Pashá, el líder de los Jóvenes Turcos que gobernaba en la época del sultán Murad V y ministro de Guerra durante la I Guerra Mundial se embarcara en la empresa de revitalizar las regiones de Asia Central.

Enver Pashá no dudó en participar en las crisis balcánicas previas a la contienda mundial, en ordenar el desplazamiento forzoso y posterior genocidio triple (genocidio de los armenios, asirios y griegos del ponto). Sin embargo su caída en desgracia hizo que tras la contienda huyera a Moscú donde se ofreció a los comunistas; que le usaron para que convenciera a los pueblos túrquicos de la región de Asia Central para que aceptaran el dominio comunista, ya que estos especialmente deseaban acabar con la dura revuelta basmachí.

Estos pueblos estaban divididos en emiratos, khanatos y facciones tribales que cambiaban constantemente de bando. Sin embargo nada más llegar a las regiones originales donde nacieron los pueblos túrquicos Enver Pashá descubrió in situ el potencial de tremenda unión y decidió traicionar a los soviéticos para tratar de unir a todas las facciones turcas y crear un sólo estado independiente étnicamente turco cumpliendo sus sueños panturquistas. Estos sueños son los que estaba hilando Kemal Ataturk en Ankara mientras llevaba a cabo las labores de desmantelamiento imperial. Los kemalistas pretendían basar el poder de Turquía en una proyección hacia las regiones donde estaba Enver Pashá, el estado volcado hacia las estepas y controlando los Balcanes y el Cáucaso ya que el desprecio de Kemal Mustafá hacia árabes y musulmanes era evidente y no tenía ningún interés en controlar las regiones de Oriente Medio, sobre todo con franceses y británicos en Siria, Palestina o Irak.

La tentación de Kemal y Enver chocó de frente con los mismos pueblos que quería unir; ya que las rivalidades históricas entre facciones y tribus no permitían una unión centralizada al modelo moderno de los Jóvenes Turcos. Con ello se encontraba también con la maquinaria de venganza comunista por traicionar la causa por la que se ofreció en Moscú. Enver Pashá, rodeado de enemigos, no logró su sueño y acabó muriendo en el transcurso de una batalla contra los soviéticos en el moderno Tayikistán.

Tras este episodio poco conocido de Enver Pashá y del panturquismo la República siguió creciendo y continuó siendo espoleada por revueltas, el nacimiento de PKK kurdo, periódicos golpes de estado y creación de dictaduras militares de más o menos duración hasta la reinstauración del sistema democrático. En todo este maremagnum se da de nuevo una penetración dentro del marco del Panturquismo con la invasión turca del norte de Chipre para defender a la comunidad que habita la isla de los ataques de la comunidad griega, que también forma parte del país. En ese momento la isla se hallaba sumida en la guerra civil.

Chipre no fue ajena a los avatares del imperio británico en el siglo XX ni a la situación en Oriente Medio durante el proceso del fin de los mandatos británico y francés en esta región. Frente a esta situación tanto chipriotas como turcos deseaban la independencia, pero acorde a sus necesidades dentro del contexto de la tensión en la isla.

Los chipriotas, de origen griego o grecoparlantes, griegos culturales y cristianos ortodoxos deseaban la independencia total, algunos deseaban la unión con Grecia (enosis, basada en la enosis de Creta con Grecia en 1913)  mientras que otros querían la independencia de Chipre como un estado griego en el mediterráneo (independentistas grecochipriotas), manteniendo buenas relaciones con su país de referencia, Grecia.

Los turcos, que sabían que eran minoría y que el poder quedaría en manos de los chipriotas, legítimos habitantes de esta isla y élite cultural y económica, entendían que la independencia no sólo les expulsaría del poder sino que estarían a merced de la comunidad cristiana, de modo que deseaban la ruptura de la cohesión interna de Chipre y la instauración de una República turca en Chipre o su directa anexión a Turquía.

Reino Unido, en este contexto geopolítico, sabedor de la imposibilidad de evitar la escalada de tensión y la eventual guerra civil decidió, tras soportar ataques por parte de grupos paramilitares griegos y turcos, realizar un tratado por el cual otorgaba la independencia a la isla pero, al mismo tiempo, se aseguraba la presencia militar británica en el este del mediterráneo.

El 19 de febrero de 1959 y 11 de febrero de 1960 se firmaron los acuerdos de Zúrich y Londres, que constituyeron la base jurídica de la independencia chipriota y el inicio de los problemas internos. Un gran grupo de inmigrantes libaneses y palestinos se asentaron en la isla. Tanto Arafat como, más adelante, Ali Hassan Salameh, líder de Septiembre Negro, encontraron apoyo en la comunidad turca de Chipre.

Estados Unidos, la ONU y la Comunidad Económica Europea (más tarde la Unión Europea), vigilaban los acontecimientos en la isla. La tensión interna en Chipre desembocó en una auténtica guerra civil con desplazamientos de personas, genocidio, saqueos y ataques. La guerra civil logró concentrar los grupos poblacionales en áreas geográficas concretas, la zona norte de la isla para los turcos y la zona sur para los chipriotas.

En 1974 La República de Turquía lanza la operación Atila, una operación militar que violó el derecho internacional debido a que se realizó una agresión contra un país soberano. Lo cual implica una injerencia en los asuntos internos del estado chipriota sin mandato de Naciones Unidas. Injerencia que se dio para el establecimiento de un estado ilegítimo bajo ocupación militar ergo bajo la dependencia directa del gobierno de Ankara o, sino, bajo la influencia determinante de Turquía sobre la zona turca de Chipre, la zona ocupada representa el 38% del territorio de la isla.

Las dictaduras de Chipre y Grecia colapsaron después de la victoria militar de la República turca sobre la isla, que inició a una política de ocupación y genocidio contra los griegos que habían caído bajo el control de los turcos. La franja de tiempo desde 1974 hasta 1983 la zona norte estará ocupada y gobernada (contra los dictámenes de Naciones Unidas) por Turquía. Después de ese momento se iniciará el establecimiento de un estado de reconocimiento limitado (no reconocido por la comunidad internacional) que es la ilegítima República Turca del Norte de Chipre.

Este estado sólo tiene relaciones con Turquía, que es el único estado que les reconoce aunque forma parte de diferentes organizaciones internacionales túrquicas avaladas por Ankara. Reino Unido, sin embargo, mantuvo sus posesiones y bases militares en la isla, concretamente en la zona de Famagusta y Limassol. Para evitar la escalada de tensión y la invasión total de Chipre y, por ende, el genocidio total de los chipriotas, la ONU estableció una línea verde y una zona desmilitarizada controlada por tropas la UNFICYP (Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre).

La República de Chipre es un estado legítimo que ha sido ocupado por Turquía del que más tarde nación un estado sin legitimación internacional que no forma parte de las Naciones Unidas, mientras que la República de Chipre sí. Chipre además de formar parte de la Unión Europea. Turquía, durante las negociaciones para la entrada en la Unión Europea, fue presionada para ayudar a solventar el problema de la República Turca del Norte de Chipre y ayudar a la resolución pacífica del conflicto, a lo que se negó en rotundo debido a que el gobierno de Ankara está intentando ganar influencia en el Mediterráneo Oriental, en los Balcanes, en el Cáucaso y en Oriente Medio.

A pesar de que la problemática chipriota fue un caso aislado, el devenir del tiempo ha dejado claro que este fue el primer síntoma en tiempo histórico de lo que ocurriría si a Turquía llevaba un líder fuertemente ideologizado que pudiera copar estas zonas una vez que ideológicamente quedaran libres y este camino quedó abierto en los años noventa con la caída de la URSS y la reislamización militante del mundo sunita por Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

NEOPANTURQUISMO

El panturquismo tiene dos momentos clave que se dan en dos décadas diferenciadas. La primera es la Guerra de Chipre. En ella, tras la salida del Reino Unido de la isla en 1960, comenzó a aumentar la tensión entre los dos grupos en el nuevo país: griegos, grecoparlantes (de la variable chipriota), cristianos ortodoxos y de cultura griega que deseaban la independencia total de la isla, la instauración de una República griega en la isla o, en otros casos, la enosis (unión con Grecia) a imagen y semejanza a lo ocurrido tras la independencia y unión de Creta a Grecia a comienzos del siglo XX y del que ya hemos hablado.

El segundo momento clave que preveía la oleada de primer Panturquismo es el del conflicto de Nagorno Karabaj entre tropas armenias y tropas azeríes postsoviéticas por el control de esta región de mayoría armenia, pero situada dentro de la República de Azerbaiyán. Dicho conflicto desembocó en una guerra ganada por los armenios con la constitución de la República de Nagorno-Karabaj que más que un estado de facto no reconocido por la comunidad internacional es un exclave armenio insertado en el territorio azerí, del que formó parte hasta la victoria en la guerra. En este contexto Turquía llegó a amenazar a los armenios con invadir su territorio. A pesar del esfuerzo y ayuda dada por Turquía a Azerbaiyán el momento geopolítico no permitió al gobierno de Ankara implicarse más, aunque sí se inició una política de bloqueo económico y fronterizo entre Turquía y Azerbaiyán contra Armenia que sobrevive por la ayuda de Irán y Georgia.

La segunda ola de panturquismo vendrá confirmada por la victoria azerí contra los armenios de Nagorno Karabaj en la guerra de los cuarenta y tres días (27 de septiembre hasta el 13 de noviembre de 2020). Esta victoria se dio tras una guerra relámpago en dos fases, una primera con victoria armenia en los valles que frenó el avance azerí y una segunda parte basado en el dominio del aire a través de drones controlados por Azerbaiyán y Turquía y que implicó que la República de Artsaj perdiera más del 50% de su territorio. El maltrato a prisioneros y el apoyo total de Turquía a Azerbaiyán confirmó la segunda oleada pantúrquica, cambió la configuración del Cáucaso y estableció un puente con Asia Central.

Sin embargo, a pesar de esto, durante casi todo el siglo XX mundo túrquico estará bajo control de una ideología excluyente y dictatorial que no permitía la penetración de elementos foráneos y mucho menos ideologías nacionalistas o religiosas hasta la caída de la URSS. Esto le abrió a Turquía el camino del Centro de Asia y el Cáucaso sin embargo la falta de preparación ideológica para formar un bloque hizo que el panturquismo pasara por dos fases diferenciadas.

Este primer panturquismo recorrerá los años noventa hasta el primer lustro del 2000. Aquí se establece ideológicamente que el mundo túrquico es un ente propio diferenciado del resto de esferas culturales, religiosas, lingüísticas y étnicas…de la misma forma que existe un mundo eslavo, iranio, mediterráneo o anglosajón existe un mundo turco. En la primera etapa de esta ideología se veía a Turquía como el elemento más fuerte y capaz de liderar ese mundo; de tal forma que el gobierno turco se declaró como el elemento moderno que debía unir al mundo túrquico. Producto de esta primera fase nace la Organización Internacional de la Cultura Túrquica (Uluslararası Türk Kültürü Teşkilatı – TÜRKSOY)  en 1993 como elemento base para consolidar la primera fase pantúrquica y preparar el segundo paso el papel de los presidentes Turgut Özal y Süleyman Demirel será clave en la construcción de este modelo internacional.

La segunda fase, que es una superación de la primera, será articulada por Erdogan, Ahmet Davotuglu y su equipo aumentan una labor diplomática a través de la cual se mantiene la unidad etnocultural y religiosa del mundo túrquico y se revitaliza pero el liderazgo de Turquía, si bien directo e indiscutible, queda balanceado en pos de organizaciones internacionales en el cual el papel de Azerbaiyán, el segundo país líder del mundo turco, aumenta considerablemente. Producto de esto nace el Consejo de Cooperación de los Estados de Habla Túrquica (Türk Keneşi), Erodgan será la pieza clave de este exitoso movimiento.

El control de las regiones turcas permite una serie de relaciones multilaterales entre estos países de forma directa o a través de las organizaciones internacionales establecidas para tal caso que permite un amplio poder de proyección de la República de Turquía en regiones a las que culturalmente está vinculado y que ofrece una multitud de oportunidades a nivel geopolítico, económico, financiero y comercial así como cultural en la región.

Sin embargo la penetración en las regiones Asia Central-Cáucaso provoca conflictos con Rusia, que siempre sintió que tenía poder y legitimidad sobre estas regiones por su penetración ya en era zarista y socialista. Irán también se siente líder cultural y político de esta región, especialmente en Tayikistán y entre las comunidades chiitas o iranias (pastunes, hazaras etc…), sobre todo basándose en la proyección de cultura y poder persa en la zona, que creó una serie de estados e imperios que provocó que las identidades turcas e iraníes se solaparan en esta zona.

Mientras que China o Rusia no tiene penetración en estas áreas por incompatibilidades históricas, étnicas, religiosas, lingüísticas etc… tanto Turquía como Irán sí. De ahí la necesidad de un “espacio imperial llave” que permita la penetración cómoda de otras potencias ajenas. Por ejemplo; Erdogan ha llegado a financiar carreteras en Mongolia, especialmente en el valle del Orjón, región donde nacieron los primeros clanes que darían lugar a los modernos turcos.

Los acuerdos y acercamiento entre Teherán-Ankara y Moscú preconizan una región de proyección imperial en la región de Asia Central.

NEOTOMANISMO

Si bien el Panturquismo es la ideología que ha permitido penetrar a Turquía en Asia Central ¿cómo ha logrado penetrar Turquía en las regiones no turcas como los Balcanes o el Cáucaso?. En estas latitudes existen enclaves de turcos pero no superan una masa crítica como para aplicar aquí la ideología pantúrquica; sin embargo los Balcanes han sido, tal vez, la región del imperio otomano donde mejor se llegó a implantar el modelo otomano, particularmente entre albaneses y bosniacos.

Los albaneses y bosniacos, a través del Devshirme y de la presencia otomana en la región, fueron convirtiéndose al Islam y adoptando los modos, formas, costumbres y tradiciones otomanas. Para ello las tariqas sufíes como los bektashíes o los naqshbandíes fueron muy importante así como el bogomilismo, una forma de cristianismo gnóstico cuya concepción de Jesús era muy cercana a la islámica y que tras sufrir el acoso de croatas (católicos) y serbios (ortodoxos) acabaron convirtiéndose al Islam pasando de ser víctimas de persecuciones a la mano ejecutora del imperio en los Balcanes. Sin embargo en estas zonas, de la misma forma que la filia hacia Turquía entre bosniacos y albaneses es total, la fobia de serbios, búlgaros, griegos o croatas es, también, proverbial ya que la experiencia de estas naciones pasan por el amor o el odio y la resistencia a los sultanes de Estambul.

En esta región de los Balcanes Turquía tampoco pudo maniobrar durante décadas al encontrarse las regiones bosniacas dentro de la República de Yugoslavia, un estado dictatorial socialista y los albaneses dentro de la República Popular de Albania, gobernada durante años por Enver Hoxha, un duro dictador comunista. Tras la caída del modelo comunista en Albania y el fin del socialismo científico en Yugoslavia, con la posterior guerra y desmantelamiento del país en elementos estatales más o menos homogéneos en el plano étnico-religioso nos encontramos con un resurgimiento otomanista. Alija Izetbegovic, un islamista bosniaco que había realizado actividades anticomunistas desde mediado de los años cuarenta, trabajará para dar a los bosniacos una identidad propia, postotomana, islámica y nacionalista. Esto cuajará durante la Guerra de los Balcanes cuando lidere a las fuerzas bosniacas en la guerra de Bosnia contra serbios y croatas y, al mismo tiempo, apoye a los albaneses del UÇK en Kosovo. Curiosamente el postotomanismo de Izetbegovic se extenderá entre los albaneses también y casará muy bien con el neotomanismo turco.

Izetbegović es un precursor de Erdogan en tanto en cuanto desarrolla una oposición tradicionalista sobre un sistema nuevo: socialista el primero, nacionalista laico el segundo. En caso Kosovar existe exactamente el mismo caso, elementos islámicos y tradicionalistas pretendieron construir un estado albanés en los territorios serbios de Kosovo y vieron en Turquía un referente histórico. A pesar de que Estados Unidos se volcó con los musulmanes en Bosnia o en Kosovo, lo cierto es que para estas poblaciones el apoyo estadounidense fue bien recibido pero no se transformó en lealtad histórica como ocurrió con Turquía cuando Erdogan decidió iniciar su ofensiva diplomática en la zona.

En la era Erdogan el Neotomanismo ha crecido en los Balcanes a la par que el islamismo y el nacionalismo de postguerra; de tal forma que la penetración ha sido constante y total por parte del gobierno de Ankara al dar apoyo financiero, económico, diplomático, cultural y espiritual a esas regiones, así como la defensa de los musulmanes en estas regiones y la denuncia de los crímenes ocurridos contra ellos en los conflictos balcánicos de los años 90. Esto se traduce en un resurgir del tradicionalismo (que también ha afectado a croatas y serbios) y unas relaciones estrechas en las que Turquía ha ido copando todas las esferas de poder en la zona. De ahí las periódicas visitas de Erdogan a Sarajevo.

De hecho una de los últimos movimientos realizados por Erdogan ha sido el Libia al proyectarse en el espacio norafricano pos otomano, con una fuerte oposición de Egipto (rival de Turquía y Libia) así como de Chipre, Grecia o Israel. La proyección se basa en la firma de acuerdos entre el gobierno turco y el gobierno libio de Acuerdo Nacional auspiciado por la ONU en 2015. El acuerdo firmado y aprobado por el Parlamento de Turquía y el Presidente libio Fayed al Sarraj consta del envío de tropas turcas al país norafricano así como la transferencia de milicianos turcomanos (que realizaron labores mercenarias y de terrorismo yihadista en Siria contra población cristiana, kurda, chiita, alawita y árabe) a Libia, lo cual reforzaría al gobierno con un aliado regional poderoso y cercano que le permitiría recuperar el control del gobierno y salir de la esfera de influencia occidental para caer en la esfera de Ankara.

Al mismo tiempo, en paralelo, Turquía reclamó las aguas entre Libia y Turquía como aguas territoriales de Ankara lo cual frena en seco el proyecto EastMed por el cual Israel, Grecia y Chipre construirían un oleoducto que explotaría las bolsas de petróleo y gas de las costas de Israel y Chipre cuya función es ofrecer a Europa otro flujo de petróleo independiente de Rusia, Irán, Arabia Saudí o Argelia. Turquía vio en eso una gran amenaza ya que Israel es uno de sus rivales en Oriente Medio, en Chipre existe un conflicto entre los grecochipriotas y los turcochipriotas y esta medida podría afectar a la estabilidad de la isla y de la República Turca del Norte de Chipre así como reforzar a Grecia, su tradicional enemigo y para ello auspiciándose en la defensa de los intereses palestinos, al considerar que la explotación de esa bolsa de petróleo es un saqueo a los recursos naturales palestinos decidió reclamar las aguas, entorpecer el proyecto del EastMed y, al mismo tiempo, realizar prospecciones, incursiones militares y crear un pasillo marítimo hacia Libia.

De hecho su poder sobre los Balcanes y en las regiones del este de Europa es uno de los grandes poderes de Turquía. El poder turco en esa región es económico, comercial, social y geopolítico ya que no es solamente la salida o entrada al Mar Negro o Mar Mediterráneo sino que es la llave de la inmigración, usada como moneda de cambio para obtener réditos políticos tanto por Erdogan como por Mohamed VI de Marruecos.

La actual crisis derivada del conflicto en Idlib, que debemos situarlo en el neotomanismo de Oriente Medio, empalma directamente con el neotomanismo balcánico, reforzando a los aliados turcos y perjudicando a los enemigos, específicamente al bloque ortodoxo-eslavo capitaneados por Rusia y que tiene en Grecia y Serbia a sus dos grandes aliados regionales. Las costas greco-turcas y más específicamente el Mar Egeo es una gigantesca línea de fractura que separa Occidente de Oriente. Estos movimientos representan un peligro y una tensión en la creación de un nuevo modelo turco que podríamos denominar como el fin del estado-nación al inicio del estado pos imperial.

NEOISLAMISMO

En estas tórridas aguas del panturquismo y el neotomanismo he dado con los pivotes sobre los que Turquía se movía en el mundo túrquico-centroasiático y en el antiguo espacio postotomano en Oriente Medio, Balcanes o Cáucaso. Sin embargo la creación de un espacio turco en Oriente Medio choca con otras potencias históricas en el sentido intelectual (como Egipto y la Universidad de Al Azhar, Irán y el chiismo, comunidades tradicionales como asirios, arameos, caldeos, kurdos o Israel, que está deviniendo de una potencia militar-política a una cultural) así como potencias políticas netas como Arabia Saudí. De hecho el gran rival turco es este país y el gobierno de Riad lo sabe. Existen zonas donde se solapan tanto el panturquismo como el neotomanismo; ejemplo claro las milicias turcomanas de Irak o Siria pero, por otro lado, esto necesita de una ideología mucho más amplia que no se sostenga sobre un componente étnico ni meramente histórico sino ideológico que, por ejemplo, en Oriente Medio haga superar el rechazo de los árabes a los turcos y ese es el neoislamismo.

La gran ideología de Turquía que sirve para apuntalar este discurso en la cuenca del Tigris y el Éufrates es el del neo islamismo. Turquía se ha visto reconvertida de un país ferozmente laico y antirreligioso desde las reformas de Ataturk Kemal hasta la era de las reformas de revitalización religiosa de Ahmet Davotoglu o Erdogan, reformas apuntaladas por organizaciones como el Hizmet, aliado del AKP. El AKP, partido de Erdogan, es la cara de los Hermanos Musulmanes entre el pueblo de Turquía.

Arabia Saudí no puede aducir nada más que el salafismo o el wahabismo, en su defecto, regado por petrodólares pero más allá de esto no pueden ofrecer una avanzadilla cultural. Sí, poseen los Santos Lugares del Islam (Meca y Medina) pero aun así no posee una base que vaya más allá como para poder ofrecer un modelo de civilización real y telúrica. Turquía, sin embargo, ofrece mucho más a nivel islamista ya que Arabia Saudí, históricamente, más allá del Califato Rashidún (de los cuatro Califas ortodoxos) ha tenido muy poca relevancia ya que rápidamente los centros de poder de los imperios árabes fueron trasladados a Damasco, Bagdad, El Cairo o Estambul.

A nivel psicológico Arabia Saudí tampoco ha sabido aprovechar la creación de un modelo de panarabismo, obviamente ni laico ni socialista, pero sí un panarabismo islámico moderado que le hubiera podido apuntalar en la región, en su defecto ha apostado por un panislamismo internacionalista, injerencista y yihadista del cual, con el paso del tiempo, están siendo desplazados por otras ententes como la Qatar-Turquía.

Turquía ofrece a los islamistas una larga tradición de defensa del Islam: las guerras en los Balcanes, Lepanto, los dos sitios frustrados de Viena, las guerras con los cosacos, con los safávidas persas chiitas, rusos, las revueltas árabes o los intentos de contener a las potencias de Reino Unido. Famosos son los Jenízaros, espada del Islam sunita. La moderna Turquía erdoganiana pretende establecer unas bases históricas de legítima defensa y, por lo tanto, de legítimo liderazgo en el mundo sunita. No olvidemos que Estambul fue la última capital de un califato legítimo. El islamismo de Turquía y del AKP pretende ser el gran pivote geopolítico que pueda cubrir todo el espectro del mundo islámico y, también, capitalizar los núcleos islámicos en territorios no musulmanes.

Lo está consiguiendo y el paso ha sido lento pero ordenado; en primer lugar la posición de Turquía ha cambiado en cuestiones de relaciones con Israel. La causa palestina es uno de los grandes conflictos en el mundo árabe y que goza de un gran ascendente entre la población, la labor de dawa llevada a cabo por Turquía dentro de su territorio y en el exterior ha tenido un puntal de vital importancia: los medios de comunicación. Wittgenstein decía que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”, en la sociedad de la comunicación de masas el lenguaje es la propaganda estatal y los límites todo aquello que es mostrado por el esfuerzo ideológico.

Las series de televisión que Turquía lleva emitiendo sobre el gobierno del Bey Ertugrul, Solimán el Magnífico o el Sultán Murat IV (entre otras telenovelas) abrió Turquía a todo el mundo islámico mostrando una imagen de esplendor, piedad religiosa y poder frente a los enemigos del Islam que estimuló la imaginación de muchos televidentes llevándolos a un proceso de islamización a la turca buscando el anhelo de un pasado glorioso y potente en contraposición de la actualidad en el mundo islámico. Con esto el gobierno desterraba su imagen de potencia laica y antirreligiosa, que despertaba muy pocas simpatías en el mundo islámico. Curiosamente el apoyo estatal vino de la mano de autorizaciones para rodar en cualquier sitio arqueológico (mezquitas, palacios etc…) del país, cosa que generó también un aumento del turismo islámico a ciudades como Estambul, Edirne o Manisa.

Esta labor comunicativa hace pensar en la Turquía de Erdogan como un renacimiento de ese mundo islámico que fue real y podría volver a ser viable pero, eso sí, si es gobernado islámicamente siguiendo los criterios turcos. Al mismo tiempo el apoyo a las tesis islamistas y la defensa de las comunidades islámicas por parte de Turquía es muy importante; especial mención las críticas a las tensiones religiosas contra los musulmanes en India, Myanmar, China o Nagorno Karabaj lo cual les ha convertido en un país observador que muestra una imagen de compromiso que contrasta con las visiones de otros países.

De hecho tras la crisis diplomática entre Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos etc…Con Qatar, Turquía se situó al lado de Doha que, al mismo tiempo, mantiene relaciones cordiales con Irán ¿por qué? porque la estructura de los Hermanos Musulmanes es un frente diferente, más que islamista radical es conservador-islamista que permite cierta flexibilidad en materias que no sean islámicas y un gran conservadurismo y rigidez en cuestiones islámicas por lo cual se puede casar de una forma “cómoda” para el musulmán promedio tanto la religión como la modernidad.

Esto permite una cierta convivencia entre el mundo occidental (y sus ideologías que no sean anti islámicas) y el mundo islámico según la cosmovisión política de los Hermanos Musulmanes y, por ende, de Turquía. A través de esto, Turquía ha sabido iniciar una islamización de su sociedad sin rechazar el avance social que les acercaba a Europa. Al mismo tiempo ese es el modelo que pretende exportar en lugar del salafista y el puritano wahabismo iconoclasta.

Esta ideología, la de los Hermanos Musulmanes, había tenido una serie de altibajos de popularidad; pero había sido encapsulado por el poder del hiperfinanciado salafismo y wahabismo que devoró a las altas clases de la costa árabe del Golfo pérsico salvo en el caso de Qatar cuyo poder, frente a la ofensiva de todos los estados árabes, era mínimo; sin embargo Turquía cuya ideología es una versión turca de los Hermanos Musulmanes vio esto como su gran oportunidad para triangular en el mundo árabe y comenzar una política de consolidación que le permitiera tomar posiciones en Oriente Medio, especialmente en la cuenca de los ríos Tigris-Éufrates y el Golfo pérsico ya que:

  • En primer lugar se convertía en el líder de la idea de la Hermandad Musulmana y Qatar quedaba en segundo lugar;
  • Ofrecía una visión islámica compleja, potente y prestigiosa a los musulmanes;
  • Se mostraba como defensor de un país agredido diplomáticamente;
  • reforzaba sus compromisos con Irán;
  • Ganaba el respeto y la “bendición” del gran teórico de los Hermanos Musulmanes Yusuf al Qaradawi.

Los Hermanos Musulmanes ofrecen una ideología y una estructura central islámica primero en Egipto (del cual fueron prohibidos durante años) con el aval teológico que posee la Universidad de Al Azhar de El Cairo, centro teológico mundial del sunismo y, al mismo tiempo, da libertad de actuación y establecimiento de modelos en otros países para que creen sus propias organizaciones de los Hermanos Musulmanes según su conveniencia y observen el tipo de oposición que crean necesaria; en algunos casos ha sido una oposición armada y en otros oposición política.

El pivote, sin embargo, de este islamismo resulta muy atractivo para las clases medias urbanas, clases altas y élites ya que les ofrece la oportunidad de mantener un sistema tradicional dentro de un mundo moderno sin tener que sacrificarse en demasía y pudiendo realizar la transformación de la sociedad de forma paulatina y pacífica (salvo excepciones).

Este pivote social fuertemente promocionado por el dinero de Qatar y Al Jazeera necesitaba de un elemento de prestigio al que Turquía ha accedido a través de su profunda historia y los medios de comunicación cuya atropellada historia ha permitido crear este nuevo bloque con apoyo iraní, que le permite a los turcos ganarse el apoyo del chiísmo (de hecho debido a esto las milicias turcomanas y sunitas iraquíes bajo influencia turca se integraron en las Fuerzas de Movilización Popular de Irak) lo cual le ha permitido generar una gran base en el mundo árabe desde la que comenzar a operar.

Esto ha permitido expandir el islamismo de los Hermanos Musulmanes de Turquía (AKP) unido a un personalismo hacia Erdogan y un nacionalismo proturco dentro de países como Marruecos, Libia, Bosnia o Kosovo (entre otros) pero también entre la población musulmana de Occidente a los cuales hay que sumar la propaganda de defensa de los musulmanes que ha hecho Turquía con su intervención en Siria a favor de las FSA.

Debemos concluir que el islamismo dentro de la visión geopolítica turca es el pivote de proyección más profundo y rentable de toda la construcción diplomática del gobierno de Ankara, entre otras cosas porque normaliza las relaciones con otras potencias regionales como Irán, penetra en el mundo sunita renovando un nuevo bloque tradicionalista e islamista pero contrario a las tesis del salafismo-wahabismo y, al mismo tiempo, se proyecta hacia las comunidades islámicas en Europa capitalizándolas e islamizándolas con el objetivo de mostrar a Turquía como la heredera legítima del califato imperial otomano frente a los Guardianes de los Santos Lugares de Arabia Saudí o cualquier Amir al Muminim, como el rey de Marruecos.

Esa jugada, en definitiva, tiene el objetivo de convertir a Turquía en el líder de mayor peso en el mundo sunita y como potencia geopolítica de influencia fuera del mundo islámico llevándolo a una proyección imperial del poder que no podrá consolidarse, sin embargo, sin el control de las regiones de Oriente Medio. La cuenca de las regiones entre el río Nilo y los montes Zagros forman parte de lo que se puede llamar como “masa imperial”, todo estado que se desee proyectar en esa región con poder imperial debe poseer un importante bagaje sociocultural a nivel de civilización propia que pueda ser impuesta en la región.

Sin embargo la transición turca del kemalismo nacionalista republicano al modelo imperial se inauguró con la llegada del partido AKP de Erdogan al poder. La purga constante de elementos kemalistas hizo que el Hizmet, otro grupo islamista aliado de Erdogan, copara el poder hasta el golpe de estado fracasado de 2016 en el cual Erdogan tuvo el pretexto para purgar a los “hizmetistas” en particular y a cualquier opositor en general de la infraestructura del estado.

Otra fase imperial fue la intervención en Siria e Irak que tenía  varios objetivos, la primera exterminar cualquier tipo de aspiración independentista o regionalista kurda en ambos países, esto se logró a través del apoyo al Estado Islámico y a las FSA, milicias islamistas vinculadas ideológicamente a la corriente inaugurada por Erdogan. Esto permitía al gobierno turco establecer bases geopolíticas en la costa oriental del Mediterráneo, cosa que ha fracasado tras la presumible victoria siria en la guerra civil.

Todo esto mientras Turquía se involucra en el conflicto con Armenia frente a Azerbaiyán bajo la premisa de la doctrina: “dos países una nación” por la cual las relaciones Bakú-Ankara son estrechas y se coordinan.

Esta apuesta arriesgada sólo acaba con la salida de ese poder y la perdida de la retórica imperial, derrotado, y la destrucción de esta zona (si se pierde la apuesta sobre esta región) o con un periodo de paz de entre 200-300 años con conflictos periféricos (conflictos en el delta del Nilo (caso de las ofensivas entre otomanos y fatimíes egipcios) o en las zona de los Zagros (guerras turco safávidas). Sin embargo este proceso lento está acelerado por los ritmos de la historia y la pérdida de poder de Estados Unidos en la zona queda de manifiesto por la unión Israel-Emiratos Árabes Unidos, la definitiva proyección imperial en la zona (que desde la era Sasánida no llegaba al mediterráneo) y con la incursión turca.

Recordemos que el fin de Turquía no viene por las revueltas griegas del siglo XIX o por la pérdida de las regiones del Cáucaso-Mar Negro por parte de Rusia, la pérdida de la razón de ser del imperio viene por la pérdida de la cuenca Tigris-Éufrates, razón por la que el Imperio colapsa menos de diez años después de su pérdida.

Por Koldo Salazar López

Bibliografía

Libros

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CHOMSKY, Noam. Estados Fallidos (ediciones B)

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Artículos

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SOAN, Jordi (2019). El eje Turquía-Qatar, firme ante saudíes y emiratíes (La Vanguardia)

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