En 1998 se produjo un incidente diplomático entre el emirato de Afganistán y el República islámica de Irán que estuvo a punto de desatar una brutal guerra entre los gobiernos de Kabul y Teherán.
Durante la guerra civil de Afganistán entre los talibanes y la Alianza del Norte, los radicales islamistas del mulá Omar ya controlaban el 90% del país, mientras que las milicias opositoras de Adbul Rachid Dostum o Ahmad Sha Masud se encontraban replegadas en el norte.
Sin embargo la ciudad de Mazar-i-Sharif era un importante enclave que los talibanes necesitaban para apuntalar su creciente poder político y tribal en la región. Entonces, durante el asalto a la ciudad el 8 de agosto de 1988, los talibanes asaltaron el consulado iraní de Mazar-i-Sharif y mataron a 10 diplomáticos iraníes y un periodista refugiado en el edificio de la delegación.

Soldado iraní (Foto: Wikimedia Commons)
El 3 de septiembre de 1998 los afganos liberaron a cinco camioneros iraníes secuestrados en territorio afgano al mismo tiempo que declaraban que no conocían el destino de los diplomáticos ni del periodista. Las tensiones iban en aumento, al mismo tiempo que los periódicos iraníes presionaba al gobierno para realizar algún tipo de actuación en venganza por este acto, los afganos comenzaban a preparar una posible resistencia.
El 6 de septiembre de 1998, satélites espías de Estados Unidos detectaron la presencia en la frontera con Afganistán de 70.000 soldados iraníes y 150 blindados. El 20 de septiembre ya alcanzaban los 200.000 soldados y a 8.000 combatientes afganos anti-talibanes que Teherán estaba moviendo en la frontera afgana y que apoyarían los esfuerzos bélicos.
El mulá Omar, líder de Afganistán, no podía plantearse una guerra de estas características entre el ejército iraní (con amplia experiencia en guerra de guerrillas y aclimatado al terreno por la Guerra Irán-Irak) apoyados en la Alianza del Norte, guerrilleros anti-talibanes y las tribus afganas chiitas.
De ahí que el emir de Afganistán, en una carta al Secretario de las Naciones Unidas de aquel momento (Kofi Annan), reconoció que los diplomáticos fueron asesinados por sus soldados talibanes durante la toma de Mazar-i-Sharif pero, al mismo tiempo, culpaba de la misma a renegados que habían desobedecido sus órdenes.
Los iraníes elevaron el tono después de conocerse oficialmente el destino del periodista y los diplomáticos por lo que continuó presionando. Los aliados interpuestos de Irán durante la guerra en Afganistán se encontraban, especialmente, en la región de Bamiyán (en el centro del país, a unos pocos cientos de kilómetros de la frontera). Los talibanes en un asalto rápido previo a la guerra, que ya era casi segura, tomaron la región entera y abortaron cualquier tipo de elemento discordante en la zona.
Entonces Afganistán comenzó a elevar el tono haciendo alusiones a la derrota de la URSS y en el futuro que le esperaría a los iraníes si cruzaban la frontera teniendo, como tenían, un ejército inferior al del gigante soviético. Los analistas milutares y geopolíticos de la región comenzaron a extrañarse ante el movimiento de tropas en los respectivos países y, al mismo tiempo, al silencio de armas que se estaba produciendo.
La gran pregunta era ¿van los iraníes a invadir Afganistán sabiendo que los afganos, rápidamente, convertirán todo el país en una zona hostil?, ¿va Irán a meterse en el avispero afgano?. Naseerullah Babaar, un ex general paquistaní y fundador talibán declaró que la estrategia de Irán podría ser intentar capturar la ciudad de Herat (cercana a la frontera y con una minoría chiita afín a Irán) pero que, aún así, la penetración persa en el país era una locura ya que no podrían salir de ahí al quedarse cercados en la ciudad.

Afganos en las regiones montañosas de Afganistán (Foto: Wikipedia)
James Rubin, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, declaró que Irán, sin dudas, tenía la capacidad de atacar Afganistán pero otra cosa era saber si lo haría o no y, en caso de hacerlo, ¿como mantendría la zona?. Los talibanes, que apenas habían sumado 10.000 combatientes en la frontera, repartieron armas a la población civil de la frontera con Irán y, al mismo tiempo, aparcaron las diferencias con los demás grupos armados del país, todo a fin de presentar un bloque común en contra de Irán.
También los mulás, imames y sheijs de Afganistán dijeron que la lucha contra Irán era legítima y formaba parte de la Yihad. Otros analistas geopolíticos declararon que una guerra entre Irán (estado chií) y Afganistán (estado sunní) podría romper el mundo islámico mediante una guerra sectaria. Además en aquel momento Irán estaba sumida en una fuerte crisis económica, sus aliados naturales como Rusia y China estaban relegados a un segundo plano y en Oriente Medio contaba sólo con el apoyo de Hafez al Asad y de una Hezbollah que aún no tenía las capacidades de ahora, además Arabia Saudí deseaba la excusa para enfrentar a los ayatollahs.
Los iraníes sabían que entrar en guerra en Afganistán era una locura que socavaría su credibilidad internacional y la confianza del ejército, sin embargo los periódicos persas habían encendido los ánimos de tal manera entre la población que el gobierno iraní, comandado por el Presidente Mohammad Khatami y Javad Zarif, entonces viceministro de Relaciones Exteriores de Irán, acudieron a al Consejo de Seguridad de los Estados Unidos y a la Organización de Cooperación Islámica para pedir una mediación más ágil que resolviera el conflicto.
El 8 de octubre de 1998 Irán declaró que, en combates fronterizos, había matado a varios miembros de los talibanes y que la refriega había durado tres horas. Los talibanes negaron que hubiera habido combates directos y acusaron a Irán de bombardear territorio afgano durante los tres días anteriores.
Durante el mes de octubre de 1998 Ladakh Brahimi, enviado de Estados Unidos negoció la bajada de tensión entre ambos estados y la apertura de conversaciones entre Kabul y Teherán así como la liberación de 26 capturados iraníes en manos de los talibanes. En febrero de 1999 los iraníes y los afganos volvieron a reunirse en Dubai, donde cerraron el conflicto. Los enviados afganos aseguraron a los diplomáticos iraníes en Dubai que castigarían a los autores de la matanza de Mazar-i-Sharif, el resto es historia. (Foto: Wikimedia Commons)
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