Irán y los proyectos regionales que plantan cara a Estados Unidos

El puerto de Chahabar es uno de los proyectos más importantes para Irán. Aparte de ser estratégico debido al impacto económico y geopolítico del país en la región, más allá del aumento de su influencia en los teatros de guerra en Oriente Medio, particularmente en Siria, Irak y Yemen sino, también, en países consolidados como Líbano y más recientemente Qatar o Turquía. Ambos países se han acercado al país persa buscando un aliado estable y menos agresivo que los poderes que gobiernan en esta región, particularmente Israel (sionista) o Arabia Saudí (wahabismo).

Sin embargo Irán está jugando de forma muy inteligente en otros teatros regionales, muy importantes también, pero con menos cobertura mediática, hablamos de la región de Asia Central. Particularmente de la firma del acuerdo sobre la gestión del Mar Caspio, lo cual ha implicado que se estrechen amplios lazos entre Rusia, Azerbaiyán, Kazajistán y Turkmenistán.

El acuerdo lleva décadas estudiándose, ya que los acuerdos bilaterales entre la Unión Soviética e Irán saltaron por los aires con la disolución de la URSS y la aparición de tres nuevos países y sus intereses nacionales sobre esta cuenca marítima de bastos recursos naturales, tanto de gas y petróleo como de recursos pesqueros pero, también, comercial y militar. La firma de este tratado histórico ha servido para estabilizar un frente geopolítico y poner fin a una serie de controversias diplomáticas. Lo cual estabiliza la cuestión del Mar Caspio para Irán, de vital importancia al ser una ruta de transporte con uno de sus mayores socios, Rusia, así como estrechar lazos de cooperación entre sus vecinos del norte.

Por otro lado estos lazos de cooperación, particularmente con Turkmenistán, Uzbekistán (que no formó parte del acuerdo del Caspio al no tener salida al mar) y Kazajistán, ya eran profundos y estables debido al acuerdo comercial entre Irán y China para la creación de una red ferroviaria desde Pekín hasta Teherán que sirviera para la importación y exportación mutua de recursos pero, también, para que China usa a Irán como puerta de entrada y salida de recursos comerciales por vía terrestre en un intento de reforzar el «collar de perlas chino» que no es otra cosa que su red comercial marítima desde su territorio hasta el Golfo Pérsico y más allá. Sin embargo la experiencia y el dominio de los mares de Estados Unidos, el verdadero rival de China, que ha denominado al siglo XXI como el «siglo Pacífico» por su necesidad de reforzar su presencia en los Océanos Pacífico e Índico (rutas comerciales chinas con América Latina, Estados Unidos y con África y Oriente Medio, respectivamente) obligaron a crear una nueva vía terrestre lejos de la presencia de Estados Unidos (y por ende más segura) que apuntalará las rutas de la seda que está creando el gobierno de Pekín y cuyo pivote en Oriente Medio es Irán.

Al mismo tiempo el gobierno de Teherán ha inaugurado un puerto en el Índico, concretamente en Chabahar (que es zona franca), frente al mar de Omán, y cuya función es convertir esta zona en un pivote del comercio internacional iraní en la región que atraiga inversores en un momento bastante delicado, financieramente, para Irán, pero que al mismo tiempo permita estrechar lazos con sus vecinos y socios internacionales a fin de tener una posición preeminente y de fuerza con la intención de tener el suficiente peso como para contrarrestar los ataques de sus rivales regionales (Arabia Saudí e Israel) y su gran enemigo, Estados Unidos.

Este puerto permite unir las costas de África y de Oriente Medio con Asia Central y China vía ferroviaria (lo que comentábamos arriba) pero también con la India, implicada directamente en este proyecto (el gobierno indio invirtió 235 millones de dólares de los 1.000 millones que ha costado este puerto con capacidad para supercontenedores de hasta 120.000 toneladas). Todo ello siguiendo el modelo de cerco y contracerco ya que la India intenta evitar cualquier ruta que implique cruzar o acercarse al territorio pakistaní donde China también ha construido un puerto estratégico (Gwadar) situado a 90 kilómetros del puerto de Chahabar.

De hecho la firma de acuerdo nuclear permitió este acercamiento, sin embargo la salida unilateral de Estados Unidos ha perjudicado la imagen de este país, mostrándolo como una parte poco fiable y, además, no ha conseguido convencer a sus socios ya que tanto el Presidente de India como el ministro de Transportes indio, Nitin Gadkari, han dejado claro que la postura del gobierno de Washington no va a afectar a las relaciones bilaterales India-Irán en ninguna dimensión y menos en el puerto de Chahabar. De hecho, este acuerdo permitió que Teherán y Nueva Delhi ampliaran su colaboración a materias de comunicación y seguridad entre ambos países.

La realidad es que Irán está reforzando su posición con la India debido a que este país era el segundo consumidor de petróleo iraní hasta que las sanciones hicieron que India redujese su dependencia de este crudo. Mediante estos acuerdos está relanzando su industria petrolera para volver a exportar ingentes cantidades de crudo al país indio. Sin embargo este acuerdo también ha implicado a la vecina Afganistán, país con el que tiene firmados acuerdos de seguridad, control de fronteras y lucha contra el narcotráfico (Afganistán es uno de los grandes exportadores de heroína del mundo y en Irán existe un grave problema de seguridad por la cantidad de adictos a esta droga que existen en el país).

De hecho el puerto se inauguró con un cargamento de trigo indio que llegó a Afganistán a través del puerto de Chahabar. Debido a que las relaciones entre estos tres países es una prioridad regional del área del Asia Oriental y Central para Irán.

Al mismo tiempo las relaciones con ciertos estados de la Unión Europea ha resistido las presiones de Estados Unidos debido a que Irán cumplió con su parte del acuerdo y eso propició el levantamiento de casi todas las sanciones, otras están proceso de ser eliminadas. Sin embargo la llegada de empresas europeas a Irán y el inicio del comercio de petróleo (Europa es deficitario en recursos energéticos) ha abierto una ventana para que la economía de los países europeos e Irán pueda mejorar. Sin embargo las sanciones de Estados Unidos, de ser aplicadas por la Unión Europea, aparte de convertir al club en un socio poco fiable, voluble e incapaz de velar por sus propios intereses, también le haría perder una gran cantidad de dinero a unas economías dañadas desde la crisis del 2008. De ahí que los países europeos estén haciendo oídos sordos a los requerimientos de la administración Trump y, al mismo tiempo, estén protegiendo sus empresas en el país persa.

De todas maneras Irán está sentando las bases para su futuro a medio y largo plazo con acuerdos comerciales muy beneficiosos con países del este y centro de Asia, propiciando su importancia como pivote comercial y financiero en la región del golfo pérsico y como punto de enlace comercial entre África, Oriente Medio y Asia mientras refuerza sus relaciones con Turquía, una de las grandes potencias de Oriente Medio (que también está reforzándose) así como en Siria, Líbano e Irak, en Yemen con el apoyo hacia las facciones de Ansarullah que en caso de vencer y gobernar serían un gran puntal para Irán en la península arábiga y su acercamiento tímido pero constante con Qatar. Todo ello frente a una decadente Arabia Saudí totalmente desprestigiada por los escándalos de apartheid contra las mujeres, su maltrato hacia los trabajadores inmigrantes, el apoyo al terrorismo de Al Qaeda y el Estado Islámico y su guerra injustificada contra un estado soberano como Yemen, violando todas las normas y convenciones del derecho de la guerra y del derecho internacional humanitario frente al silencio indigno de la Comunidad Internacional.

Frente a ellos una Israel que tampoco logra sus objetivos en Siria, Irak o en Yemen y donde su gran proyecto, la creación del Kurdistán, no termina de consolidarse por la tenaz oposición de Turquía, Siria, Irak e Irán. (Foto: Koldo Salazar López)


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