Después de la insensata e ilegal declaración de Trump reconociendo Jerusalén Al Quds como capital del totalitario Estado de Israel nos encontramos con protestas generalizadas en la Palestina ocupada, en la Franja de Gaza (el campo de exterminio más grande de la historia de la humanidad, un auschwitz gigante) y en el mundo árabe e islámico. Particularmente ha sido en el Líbano y en Irán donde se han vivido jornadas más duras.
Hablamos mucho, ateniéndonos al Derecho Internacional y la prohibición de la anexión de territorios por la fuerza (punto 4 del artículo 2.° de la Carta de las Naciones Unidas) como ocurre en Cisjordania o en los Altos del Golán, pero también Israel comete otra violación del Derecho Internacional con sus constantes expediciones de castigo y el tratamiento a los palestinos de Jerusalén Al Quds y de Cisjordania, sometidos a administración militar, sin Habeas Corpus, bajo detenciones administrativas sin causa jurídica, etc… son constitutivos de castigo colectivo, condenado en el cuarto convenio de Ginebra (Convenio de Ginebra relativo a la Protección de Personas Civiles en Tiempo de Guerra) concretamente en la parte III, situación y trato hacia personas protegidas en el cual se desarrolla el marco del trato sobre las personas protegidas en los territorios ocupados, convenio violado constantemente por Israel, lo cual es constitutivo de crímenes de guerra.
A esto debemos unir la expropiación de tierras o bienes inmuebles (casas) que son apropiadas por el gobierno o por colonos israelíes, (el pillaje, el saqueo, la confiscación y el despojo de vienes es un crimen de guerra establecido en el estatuo de Roma. La corte Penal Internacional declara «En base a la Corte Penal Internacional, prohibición de destruir o apoderarse de bienes del enemigo, a menos que las necesidades de la guerra lo hagan imperativo«, en base al Derecho Internacional Humanitario «destruir o apoderarse de las propiedades enemigas, excepto en el caso en que estas destrucciones o apropiaciones sean imperiosamente reclamada«.
Ninguno de los casos de expropiaciones se han producido por necesidad imperiosa en situación de guerra sino que se han producido dentro de un plan ordenado de sustitución (cuando no exterminio) de índole étnica con la consecuente judaización de las regiones palestinas.
Mientras Israel viola la legislación internacional y los convenios de seguridad jurídica en contextos bélicos, todo ello justificado por una gran cantidad de medios de comunicación que viven en connivencia con el sionismo internacional, nos encontramos con un legítimo derecho avalado a todos los niveles, el derecho a la legítima defensa (artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas), que se les niega a los palestinos con la complicidad de la prensa acusándoles de terroristas cuando, en realidad, son grupos de resistencia militar frente a una agresiva ocupación militar que viola los derechos fundamentales de este milenario y autóctono pueblo frente a una potencia sionista internacional nacida del injerto forzoso de miles y cientos de miles de judíos sionistas provenientes de Europa tras la Segunda Guerra Mundial y que han continuado llegando, haciendo Olé (inmigración sionista para la ocupación y el desplazamiento étnico) desde Europa, América Latina, Estados Unidos, Etiopía o regiones de Oriente Medio y el norte de África.
El pueblo palestino tiene el derecho y la obligación de defenderse y su resistencia ya que esta (en principio) tercera intifada, con la ley internacional en la mano, es legal ya que estamos dentro de la legítima defensa.
Al mismo tiempo hay que condenar la traición de países árabes como el régimen terrorista saudí, financiador de grupos yihadistas como Al Qaeda o el Estado Islámico, Emiratos Árabes Unidos, Jordania o Kuwait (entre otros) y la dignidad de las naciones de Irán, Siria, Iraq o el Líbano así como de los obispos cristianos palestinos o el papa copto de Egipto Tawadros II que ha suspendido su reunión con Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos por entregar Jerusalén a Israel violando la legalidad y enterrando el estéril proceso de paz.
Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que Donald Trump es un sionista creyente y militante proveniente del ala más pro Israel del cristianismo luterano y que su relación con el sionismo internacional comenzó hace décadas y fue sellada cuando su hija, Ivanka Trump, se casó con Jared Kushner, judío sionista estadounidense amigo de Netanyahu y con amplias conexiones en Israel, de hecho es Kushner quien logra captar el apoyo del sionismo a favor de Trump ya que, en ese momento, el lobby estaba dudando entre Hillary Clinton y Donlad Trump.
Una cosa queda clara y es que el lobby sionista y el gobierno de Israel son una misma cosa, la gran función de este poder en Estados Unidos ha sido parasitar la administración convirtiendo al país más importante del mundo en un instrumento en sus manos cuya política exterior es netamente nefasta para los intereses del secuestrado pueblo norteamericano ya que sólo beneficia al Estado de Israel. (Wikimedia Commons)
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