Irán y la estrategia de satrapías

Tras la caída de Bashar al Asad y la instauración de un régimen islamista en Siria que ha sacado a Irán totalmente de la ecuación de Damasco (y de todos sus actores), Irán no tiene vectores en Siria. La caída de este eslabón significa la ruptura de a cohesión chií propuesta por Irán y amenaza con la próxima caída de Líbano.

El asesinato de Hassan Nasrallah, la guerra Israel – Líbano y la destrucción de la plana mayor de Hezbollah hizo mucho daño pero mientras existira Siria podría llegar suministros (dinero, armas y combatientes), ahora esta ruta está rota, Hezbollah muy débil, Israel avanza por la frontera y les va a flanquear por la región de la frontera siro-libanesa…y encima hay una creciente oposición social y política a Hezbollah.

Irán ha perdido el oeste del Éufrates pero ¿Cómo se gestionaban estos recursos y se controlan las proyecciones iraníes en Líbano, Siria, Irak, Yemen, Bahrein, Palestina o Afganistán?

SATRAPÍAS MODERNAS

La moderna estrategia de Irán en Oriente Próximo, caracterizada por la creación de un sistema de satrapías contemporáneas, se erige como un modelo geopolítico que permite a Teherán proyectar su poder e influencia en una región compleja y en constante cambio. Esta estrategia recuerda a la antigua práctica persa de satrapías, donde un imperio vasto y diverso se gobernaba a través de líderes locales que operaban bajo la autoridad del monarca persa. La analogía entre ambas estrategias señala no solo la búsqueda de control territorial, sino también el uso de la lealtad y el patrocinio en un contexto de inestabilidad.

Modelo Histórico de Satrapías Persas

Durante el Imperio Persa, que se extendió desde el siglo VI a.C. hasta el siglo IV d.C., la estructura del gobierno se basaba en la creación de satrapías, que eran divisiones administrativas gobernadas por satrapas, designados por el emperador. Estos satrapas eran responsables de mantener el orden, recaudar impuestos y defender las fronteras de su satrapía. Sin embargo, su lealtad al rey persa era esencial, ya que el poder del monarca se sostenía en gran medida por la habilidad de los sátrapas para gobernar de manera eficacia.

Los satrapas podían actuar autónomamente, pero su poder estaba atado a su vínculo con el emperador, quien podía destituirlos o reemplazarlos si mostraban signos de deslealtad. Esta estructura permitía que el Imperio Persa mantuviera un control efectivo y flexible sobre una vasta y diversa población, a la vez que se beneficiaba de los recursos locales y el conocimiento de la cultura y las tradiciones de cada provincia.

Estrategia Moderna de Irán

Hoy en día, Irán ha replicado este modelo mediante el establecimiento y sostenimiento de grupos sociopolíticos y paramilitares en varios países de Oriente Próximo, entre ellos Irak, Siria, Líbano, y Yemen. En lugar de controlar directamente estas naciones, Irán ha optado por apoyar a líderes y milicias que operan en su órbita de influencia. Por ejemplo, el movimiento Hezbollah en Líbano no solo está vinculado ideológicamente a Irán, sino que también recibe apoyo militar y financiero, actuando como un apéndice del poder iraní en la región.

Esta dinámica permite que las milicias y líderes locales operen con relativa autonomía, gestionen sus territorios y mantengan la lealtad de sus comunidades, mientras sirven como agentes de la política iraní. Las relaciones se estrechan en la medida en que estos grupos se alían con Irán en un entorno de dependencia mutua: Irán proporciona recursos y apoyo militar, mientras que los grupos locales garantizan la estabilidad y la proyección de intereses iraníes en sus respectivos países.

Ejemplo de la Red de Satrapías Modernas

En Siria, por ejemplo, Irán ha tenido un papel crucial al apoyar al Presidente Bashar al-Assad durante la guerra civil. Esto se ha traducido en el suministro de milicias, como Hezbollah, y la creación de unidades auxiliares locales alineadas con los intereses iraníes y el traslado de tropas como las Liwa Zainebiyoun de Pakistán o la Liwa Fatemiyoun de Afganistán. En 202o se reportó la aparición de la Liwa Huseiniyoun en Azerbaiyán, en el marco de las tensiones Teherán – Bakú y recientemente, aunque sólo con un comunicado, la creación de Hezbollah Kurdistán en Irak. Del mismo modo, en Irak, las Fuerzas de Movilización Popular, que incluyen una variedad de grupos chiitas, son un claro ejemplo de cómo Irán ha cultivado fuerzas militares que, aunque son locales, actúan en consonancia con su agenda regional.

Proyección de Poder y Defensa Geopolítica

La proyección de poder que resulta de esta estrategia es particularmente evidente en un contexto geopolítico donde Irán busca desafiar a actores regionales y globales, como Arabia Saudita (donde crearon un Hezbollah Hiyaz e Israel, así como la influencia de Estados Unidos. Con el establecimiento de «satrapías» modernas, Irán no solo consolida su influencia, sino que también crea una red de aliados que pueden actuar en su defensa en caso de conflictos y con los que comercia. Esto les permite, por ejemplo, responder a acciones militares contra ellos o a intervenciones de potencias extranjeras, haciendo uso de las milicias que han formado y apoyado.

Además, la creación de estos grupos también sirve como un medio de disuasión. Al fortalecer a las milicias, Irán puede ejercer presión sobre sus adversarios, utilizando el principio de «guerra por poderes», donde los conflictos se libran no a través de un ejército convencional iraní, sino mediante fuerzas aliadas que operan en lugares donde los intereses iraníes están en juego y, además, les adelante mucho la defensa acaparando más territorio y actuando en profundidad.

Desafíos y Consecuencias

Sin embargo, este modelo no está exento de desafíos. La dependencia de Irán en milicias y grupos locales puede ser un arma de doble filo. La lealtad de estas fuerzas puede ser volátil, y los líderes locales pueden actuar en interés propio si consideran que la situación se tornase en su contra. Además, la creciente inestabilidad en la región puede dar lugar a conflictos internos que amenazan la cohesión y la efectividad de las fuerzas respaldadas por Irán. La existencia de múltiples actores con intereses diversos en Siria, Irak y Líbano puede generar fricciones que debiliten la capacidad de coordinación entre las milicias, poniendo en riesgo el control que Teherán ejerce sobre ellas.

Asimismo, la promoción de estas satrapías modernas puede exacerbar la percepción de Irán como un poder regional expansivo, lo que a su vez podría provocar reacciones o contramedidas de otros actores regionales, incluidos realmente los regímenes árabes y sus aliados occidentales. Esta dinámica puede dar lugar a un ciclo de escalada de conflictos, lo que potencialmente pone a Teherán en una posición más vulnerable.

En resumen, la estrategia actual de Irán, que se asemeja a las satrapías de la antigua Persia, revela un enfoque metódico para ejercer control e influencia en Oriente Próximo. Al crear y respaldar grupos sociopolíticos y militares leales, Teherán busca no solo asegurar su posición en el espectro geopolítico regional, sino también construir un sistema de defensa mediante redes de lealtades y alianzas estratégicas. Sin embargo, esta estrategia conlleva riesgos inherentes y desafíos que podrían afectar la estabilidad de la región y la durabilidad de la influencia iraní en el largo plazo. A medida que las tensiones continúan escalando y el futuro de Oriente Próximo se mantiene incierto, la efectividad de este modelo de satrapías modernas se someterá a prueba, desafiando la capacidad de Irán para adaptar su estrategia a un panorama cambiante.

Sin embargo, como en todo poder vertical que se sustenta sobre poderes locales fuertes y con amplia autonomía, existe el riesgo de intereses divergentes (que se pueden solventar acudiendo a los superiores jerárquicos), la deserción es una posibilidad mínima ya que el control ideológico y financiero dese Teherán está muy bien definido y es potente. Curiosamente es más una amenaza para los enemigos de Irán que para Irán misma ya que una caída del poder vertical convertiría estas satrapías en sujetos descoordinados, sí pero mucho más volátiles y agresivas y teniendo en cuenta la cantidad de países en los que están implantados eso sería un desastre. (Foto: Wikimedia)

Fuentes:

  1. Akhavan, Payam. «Iran’s Strategy in the Middle East: Defending Its Interests Through a Proxy War.» Middle East Institute, 2018.
    • Este informe examina cómo Irán utiliza grupos aliados y milicias en toda la región para promover sus intereses geopolíticos y asegurar su influencia, así como las implicaciones de esta estrategia.
  2. Mansour, Renad. «Iran’s Proxy Warfare: A New Model for Intervention?» Carnegie Middle East Center, 2020.
    • Este análisis se centra en cómo Irán ha desarrollado un modelo de intervención a través de proxy en países de Oriente Próximo, estableciendo conexiones con grupos militantes y políticos.
  3. Tabatabai, Azadeh. «Iran’s Role in the Syrian Conflict: A Regional Perspective.» Brookings Institution, 2016.
    • Este documento presenta un estudio sobre la influencia de Irán en Siria, describiendo tácticas y alianzas que Teherán ha formado, así como su rol militar y político en el conflicto sirio.
  4. Ghosh, Sumantra. «The New Persian Empire: Iran’s Rising Influence in the Middle East.» Foreign Affairs, Vol. 97, No. 3, 2018.
    • En este artículo, el autor analiza cómo Irán está proyectando su poder en el Medio Oriente a través de una combinación de estrategias de influencia y apoyo a grupos sociopolíticos que representan intereses iraníes.

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