Durante los primeros años de la Guerra de Siria, 2011 hasta 2014, la situación de Bashar al Asad y del gobierno de la República Árabe Siria fue desesperada. La pérdida constante de territorios y la bunkerización de las zonas controlados por el Presidente Al Asad se redujo a Damasco, la línea de costa mediterránea, mayoritariamente alawita y leal al Baaz, así como en regiones de la frontera con Jordania controlada por la comunidad drusa. La presión de los grupos rebeldes radicales y los grupos terroristas llevó al colapso a las fuerzas sirias que, a duras penas sostenían, con pinzas, el territorio.
La dureza de los combates, pero también el apoyo de la sociedad siria hacia su Presidente dio tiempo suficiente al gobierno de Damasco para establecer alianzas estratégicas con sus dos grandes aliados: Rusia e Irán. Los rusos venían de haber negociado y ser engañados por Estados Unidos en Libia hasta que en 2014 con el Euromaidán y casi el colapso sirio descubrieron que si no actuaban perderían Ucrania y Siria y, con ello, el mar. El referéndum y adhesión de Crimea y el apoyo a Siria permitió trazar una ruta marítima entre Sebastopol y Tartous y ayudar a su aliado sirio.
Geopolíticamente Rusia lograba retener su posición y sus aliados salvando la amenaza del régimen de Kiev y de los terroristas amparados, ambos grupos, por Occidente. Rusia ganaba esta partida.
Los iraníes hacían lo propio. No se podían permitir perder Siria, que estaba estirando al máximo su poder militar. Cuando Bashar al Asad pidió ayuda a Teherán, estos reaccionaron rápido. En primer lugar la Vevak iraní y la Fuerza Quds del Sepah, comandados por el general Qassem Soleimani, estudiaron las posibilidades valorando la estrategia para lanzarse al combate.
¿La estrategia?, variada: en primer lugar enviar a la Fuerza Quds, operaciones especiales, voluntarios del Sepah Pasdarán y de los Basij para que realizaran labores especializadas y formasen a los reclutas sirios junto con los oficiales rusos por un lado y por otro a las milicias chiitas reclutadas en Pakistán, Afganistán, Siria, Irak e Irán. No hay que olvidar que la estrategia se basaba en una fuerza de infantería chiita comandada por Irán y una fuerza aérea siro-rusa que protegía y ayudaba en las operaciones militares.
Las tropas milicianas iraníes llegaron en su apogeo a los 140.000-185.000 combatientes que, además, tenían experiencia en diversos escenarios…desde las escarpadas montañas del altiplano libanés (los afganos, iraníes y pakistaníes), el tórrido desierto (iraquíes e iraníes) y el combate urbano (sirios, kurdos etc…). El balance de la guerra, favorable a los opositores y terroristas hasta 2014 fue cambiando y el frente fue colapsando para los enemigos de Damasco de tal forma que en 2018 la iniciativa era claramente del eje de Bashar al Asad.
Solamente había dos frentes complicados: el kurdo, una cuestión delicada en Siria, y los turcomanos con los terroristas de HTS (Al Qaeda) apoyados por Turquía en Idlib. Siria, en ese momento, estaba salvada y en negociaciones con los kurdos y en escaramuzas con los radicales de Idlib. En ese contexto Siria se reforzó como aliado de la entente de países del eje de la resistencia (junto con Líbano o Irak) y, en su seno, acogió a una serie de milicias altamente entrenadas, armadas y con experiencia cuyos mandos responden a las consignas y valoraciones de los oficiales iraníes y de los servicios secretos sirios estableciendo la “estrategia de milicias” que tan efectiva ha sido para el gobierno de Irán que ha limpiado de terroristas y criminales los países de Oriente Próximo salvando, paradójicamente, a los países de Europa de este mismo terrorismo que alimentaron en estos países.
Al mismo tiempo, aparte de la estrategia de milicias el ejército sirio ha sido recompuesto siguiendo el modelo ruso. Esto permite una gran maniobrabilidad militar y geopolítica, ya que una guerra no declarada puede ser luchada a muerte por grupos milicianos sin comprometer la neutralidad de un estado cuyo ejército está en alerta pero no participa de las operaciones militares.
Esta doble capa de defensa es lo que ha dado a Irán la dominación de todo el Oriente Próximo y el triunfo sobre otros intentos sunitas, wahabistas o salafistas comandados por Arabia o Emiratos Árabes Unidos. La estrategia de Irán es clara: unidad de pensamiento, estructura piramidal que converge en un líder local al servicio de los intereses supremos y estratégicos del eje de la resistencia, unidad de acción y de sentimiento. Esto provoca el planteamiento de un frente único que podría llegar desde la India hasta el Mediterráneo y desde Yemen hasta Transcaucasia.
Esto se debe a que las milicias son tan grandes y bien organizadas que pueden operar en dos frentes al mismo tiempo (acciones duales), la diversificación es su gran estrategia y su capacidad líquida milicias como Liwa Zainebiyoun y Liwa Fatemiyoun, sin contar con otras milicias, tiene como característica su rapidez y capacidad de ser desplegadas en cualquier contexto lo que permite una gran capacidad de reacción a Irán.
Una organización puede ser el origen de la cual surjan varias subsidiarias especializadas en diferentes acciones que se coordinan o unen con otras milicias también desplegadas, por lo que su estructura respondería a la necesidad del frente en el mapa geográfico y en la profundidad del desarrollo de las hostilidades en el tiempo sin restringir sus operaciones a los mapas políticos. Para estos grupos la operatividad se basa en el concepto de guerra total y grupo paraguas (megagrupo formado por otros grupos con los mismos ideales e intereses con estructuras diferenciadas pero coordinadas).
¿Qué los une?: la lealtad a la Velayat-e Fagih y a Jamenei, el compromiso con el marco estratégico planteado para la región y la responsabilidad de responder a las demandas del Sepah Pasdarán, Fuerza Quds o la Vevak en caso de ser movilizados, todo ello a cambio de seguridad, entrenamiento y financiación de sus actividades que, también, están vinculados a partidos políticos y grupos de acción social en sus propios países aunque la ideología les mueve, los incentivos, apoyo y sueldo es importante también.
La defensa de Siria se apoyó, por lo tanto, en un gigantesco despliegue de tropas irregulares chiitas de forma masiva que coparon y sobrepasaron el frente de batalla y que sirvieron para desgastar y avanzar en el territorio con el apoyo del ejército sirio, que iba reconquistando y restableciendo el control gubernamental sobre el territorio con la ayuda del despliegue ruso, nada desdeñable, en tropas especiales (spetsnaz), tropas chechenas (que aprendieron muchísimo) así como la fuerza aérea.
Sin embargo estas milicias chiitas, masivas en su tamaño y número así como laberínticas en su intrincada gestión administrativa y burocrática que siempre acababa en Teherán, hay que destacar las demás milicias palestinas de larga tradición política-militar, en algunos casos más de sesenta años de actividad, integradas ya en la sociedad y el ejército sirio (algunas de ellas grupos político-paramilitares) como As Saika, un grupo paramilitar palestino socialista activo en campos de refugiados palestinos en Siria y Líbano, fundado en 1966 y que está integrado como fuerza paramilitar en el ejército sirio a pesar de apenas poseer poder político.
El ELP, Ejército por la Liberación de Palestina, es una milicia armada palestina fundada en 1964 que forma parte de las fuerzas armadas sirias y que apenas tiene poder político más allá de los campos de refugiados palestinos en Siria, están fuera del control de la ANP y aunque está formado sólo por palestinos y forman un grupo independiente están integrados política y militarmente en el estado sirio y han luchado por Bashar al Asad desde que comenzó la Guerra de Siria. Otro caso fue el del Frente Popular para la Liberación de Palestina – Comando General, fundado en 1968 con su brazo armado Brigadas Jihad Jibril.
Estos grupos palestinos no pusieron el acento en la cuestión religiosa, como en los grupos desplegados por Irán, sino en la cuestión socialista y en la defensa del gobierno sirio, que consideran ajeno, pero que les protege y ayuda mientras esperan volver a su tierra: Palestina pero cuyo mando central acababa en Damasco, donde tienen una alianza de asistencia desde hace décadas. En contraste con Hamás, que estaba refugiado en Damasco y se pasaron al bando de las FSA, razón por la cual se fueron a Qatar.
Por otro lado y dependientes de Damasco fundada por sirios estaban las Fuerzas de Defensa Nacional, organizadas a toda prisa en 2012 y que tiene un tamaño de unos 50.000-100.000 miembros motivados y asadistas con un fuerte componente patriótico debido a su condición de milicia local entrenada y mantenida por el ejército a partir de la fusión de los «comités populares» y la Shabiha (compuesto mayoritariamente por alawitas y algunos patriotas sunitas y cristianos). Debido a la mala fama de la Shabiha que los medios de comunicación rebeldes y opositores estaban difundiendo desde el inicio de la guerra y el riesgo de que se considerara como un grupo paramilitar sectario al servicio del poder al ser compuesto por alawitas en casi su totalidad se decidió disolverla en las Fuerzas de Defensa Nacional y reestructurarla como una fuerza paramilitar de alto valor añadido y modernizada con asesores iraníes, de Hezbollah y, más tarde, rusos.
De hecho en As Suwaida, al sur, un territorio de mayoría drusa decidió armarse contra los yihadistas de DAESH y se integraron en las FDN animados por la tolerancia siria hacia estas minorías y al hecho de que el General Issam Zahredine, uno de los iconos gubernamentales en la Guerra de Siria, era de hecho druso también. Uno de los casos más raros fue el cambio de bando en 2013 cuando solicitó entrar en negociaciones con el FDN, entregando las armas y siendo amnistiados por Bashar al Asad para ser integrados en el FDN y pasar a formar parte de las tropas sirias en la guerra.
Las FDN en Siria, como hemos visto, es un grupo paraguas que concentra a todas las milicias gubernamentales que responden ante Bashar al Asad en paralelo al ejército, reorganizado al estilo ruso, esta milicia sin embargo, como con el ejército, tiene a su líder en Bashar al Asad y no plantea un problema de duplicidades como en Irak con las FMP y la Resistencia Islámica de Irak.
El resto de milicias chiitas como Liwa Fatemiyoun o Liwa Zainebiyoun actúan en Siria de forma coordinada y supervisión militar siria pero bajo mando iraní lo que, en algunos casos, ha hecho sentir incómodos a ciertos sectores patrióticos sirios ante estos activos militares por cuestión ideológica. De hecho los ataques israelíes ha la instalaciones iraníes en Siria, el anillo que une la autopista iraní, intenta debilitar a Teherán reforzando, de forma paralela las tesis estatistas que apuestan por la salida de estas milicias leales a Irán de ideología islámica revolucionaria y el mantenimiento de las FDN como una suerte de milicia baazista como antes eran los «comités populares» o la Shabiha.
Para concluir: el eje de la resistencia en Siria es un gigantesco cuerpo de infantería ligera, ágil, móvil y con capacidad de desplazamiento altamente entrenada y armada, con experiencia y lazos internaciones que ayudan al rápido despliegue y al intercambio de información. Esto se ha traducido en un cambio sustancial del equilibrio militar en la región, especialmente para el bloque suní (Arabia y Turquía) pero también para Israel, que ve en esta reconfiguración del poder militar sirio en base a la estrategia dual: ejército regular bajo modelo ruso y estrategia de milicias bajo sistema iraní un grave enemigo y un problema estratégico que se traduce en el constante bombardeo de instalaciones de milicianos chiitas en Siria.
Esto dentro del actual contexto de la Guerra de Gaza, las escaramuzas y la escalada militar en Oriente Próximo se puede traducir en un grave golpe para Israel. No en vano Estados Unidos ha desplegado tres portaaviones con sus respectivas flotas de escolta en las aguas del Mediterráneo Oriental.
Al mismo tiempo todo el mundo, especialmente en Oriente Próximo, contiene la respiración sobre lo que Hassan Nasrallah, el miembro más destacado del eje de la resistencia y líder de Hezbollah, tiene que decir el viernes junto con Seyyed Ali Jamenei, Líder Supremo de la República Islámica de Irán. Lo que digan puede definir por completo el futuro de la Guerra de Gaza y transformarla en un frente más de un conflicto mucho más amplio. Foto: (Wikimedia Commons)