La situación internacional a nivel económico desde el estallido de la pandemia en el mundo ha traído de cabeza a los gobiernos ya que, frente a las medidas para contener la expansión de la enfermedad, los ratios de contagios/decesos y el golpe a la economía con los confinamientos o los toques de queda, lo que ha llevado a una recesión microeconómica con la caída del gasto privado por la incapacidad de gastar debido a las medidas o al miedo a la situación laboral con la quiebra de empresas, especialmente en el sector hostelero, hace que los particulares retengan dinero.
A nivel macroeconómico la situación es igual de preocupante; en 2020 sólo ha crecido China y se espera que la única economía positiva sea la del gigante asiático y Estados Unidos. Sin embargo Washington se enfrenta a un grave problema de estabilidad tras la salida de Trump y la llegada de Biden, Europa más débil que nunca con la oficialización del Brexit. Reino Unido, que posee y domina su moneda, posiblemente intente subir el valor de la libra para poder importar más y mejor pero el resto de Europa tiene sus economías tocadas y encima posee una moneda común, el Euro, que no se sabe cómo responderá a este incierto 2021.
Para solventar esto algunos países han flexibilizado el déficit, estrictamente controlado antes de la pandemia, sin embargo los límites se ha relajado y los gobiernos han incrementado el déficit (gasto público que supera los ingresos y que se sostiene por el acceso al crédito). El problema es que muchos bancos ven un grave problema en esto ya que el volumen de préstamos+intereses pueden acabar siendo impagables.
A esto hay que sumar el fracaso del QE (quantitative easing), es decir: expansión cuantitativa, aumentar el exceso de reservas en el sistema bancario a través de activos financieros, moneda y bonos privados o públicos produciendo inflación y una bajada de los tipos de interés a largo plazo, sin embargo en este panorama no visto antes los experimentos de esta índole pueden resultar peligrosos.
El Banco Mundial lo tiene claro: va a producirse una crisis de deuda ¿esto que es?, que los estados, como cualquier persona que tiene una deuda muy alta que no puede devolver, están abrumados con los pagos de la deuda, lo que implica recortes con la consecuente reacción social pero, al mismo tiempo, esto genera un efecto dominó ya que el impago de deuda a los bancos impide que estos puedan seguir prestando a otros países que necesitan créditos para sostener su déficit.
Esto implica que muchos países están en la lista de posibles bancarrotas. Durante muchos años se alimentó el mito de que «el estado no puede quebrar, sólo las empresas o las familias quiebran» y esto es una gran mentira, el imperio español, británico, francés, los países del sudeste asiático e, incluso Estados Unidos ha quebrado.
La situación económica de la pandemia es una dimensión muy poco conocida teniendo en cuenta que estamos ante una problemática mundial y global que conecta estados, instituciones internacionales, bancos centrales etc…¿a qué nos enfrentamos?, en términos geopolíticos, en un escenario favorable a la suavización del dominio unilateral atlántico (USA-UK), en un escenario desfavorable al ocaso del dominio atlántico y al auge de China y su dominio del mar y de la tierra. (Foto: Pixabay)