El Golpe de Estado de Venezuela

Venezuela es uno de los países más complejos de Hispanoamérica, en primer lugar por su convulsa historia política y social así como por su estructura económica e influencia geopolítica, sobre todo tras la llegada de Hugo Chávez al poder.

Las labores sociales de Hugo Chávez en su primer mandato ya provocaron crisis políticas y económicas por su gestión política a nivel internacional al salirse del eje estadounidense para América Latina que consistía, básicamente, en el control de estos países para evitar la influencia soviética y que provocaron una serie de intervenciones de Estados Unidos en América Central (con el caso de las contras nicaragüenses, las contras salvadoreñas, la invasión de Granada, Panamá y el bloqueo de Cuba), asimismo las intervenciones, si nos remontamos atrás, nos llevan a Bolivia contra el Che Guevara o a Chile contra Salvador Allende.

Sin embargo, en Venezuela la situación era distinta. Hugo Chávez venía del ejército y estaba apoyado por toda una serie de milicias socialistas dentro y fuera de Venezuela así como por Cuba. Esta red de apoyos le valió ser elegido e iniciar una serie de reformas que, al principio, fueron bine gestionadas pero que unida a la administración corrupta e ineficiente heredada del devenir histórico venezolano, por un lado, y al bloqueo externo, Venezuela fue cayendo en picado.

La administración bolivariana se enfrentó consecutivamente a las administraciones de George H.W. Bush, Barack Obama y Donald Trump, no sin recibir presiones, injerencias y golpes de estado. El primero en el año 2002 y en el que participó de forma activa España a través de su embajada en Caracas a petición de Estados Unidos, el objetivo era acabar con Hugo Chavez y hacer volver a Venezuela a la senda liberal bajo el paraguas estadounidense y, de paso, envenenar las relaciones que existían entre Iberoamérica como conjunto y España, cosa que se logró y por la cual España se vio arrastrada a un grave problema diplomático ya que es un país sin soberanía ocupado militarmente por Estados Unidos con dos bases militares en Cádiz y por Reino Unido, que usurpa parte del territorio español, y que no permiten a España tomar decisiones soberanas a ningún nivel.

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Hugo Chávez, líder de Venezuela hasta su muerte en 2013

El golpe de Estado contra Chávez en 2002 fue un completo desastre, ya que fue depuesto el 11 de abril y los militares que estaban en su esfera le restituyeron en el poder en la madrugada del 12 de abril, acabando con esa primera, y grave, injerencia externa. A partir de ese momento Hugo Chávez se volverá mucho más agresivo y se acercará de forma total tanto a Cuba como a Nicaragua y a los estados antiimperialistas de Oriente Medio y África, particularmente Irán y Siria pero, también, en África se apoyará en Argelia y en Asia en China y Corea del Norte y en Europa sus grandes adalides serán Bielorrusia y Rusia.

A pesar de esto la política de expropiaciones y nacionalizaciones chocan con un gravísimo problema que es la corrupción y la incapacidad de la administración de hacerse cargo de estas industrias por falta de preparación y planificación mientras, al mismo tiempo, la oposición se empieza a arremolinar en torno a Enrique Capriles Radonsky y Maria Corina Machado del partido Primera Justicia, el principal partido opositor que recibirá ayuda de Estados Unidos y Europa.

Sin ser perseguidos, en principio, realizan labores de oposición en la calle y en el parlamento, mientras la situación en la calle se hace insostenible por la oleada de violencia e inseguridad en Venezuela vinculada a la escasez de infraestructura interna capaz de satisfacer la demanda del pueblo, lo cual hace imposible una autarquía eficiente, como ocurre en Cuba, Irán o Corea del Norte, países con duros bloqueos pero con un sistema interno capaz de cubrir necesidades básicas con sus propios medios y de forma independiente que pueda sortear los bloqueos externos.

Bajo mi punto de vista el bloqueo internacional contra países es un crimen contra la humanidad ya que podríamos clasificarlo como un castigo colectivo injusto y desproporcionado contra población civil inocente en tiempos de paz por divergencias políticas y eso no puede ser tolerable. El arma estadounidense en particular y anglosajona en general de los bloqueos y embargos debe ser sancionada y castigada.

Asimismo, bajo estas características sociales los Estados Unidos aumentan la presión del bloqueo siendo conscientes de las limitaciones del país para suministrar a sus ciudadanos y esperan el quiebre que con la ayuda de la oposición tendrá un agente vehicular excelente para acabar con Venezuela. Sin embargo la cuestión geopolítica impide un acto de fuerza mayor ya que países como Ecuador, Bolivia, Brasil o Argentina así como Nicaragua mantienen en sus países líderes pertenecientes a la nueva izquierda sudamericana.

Es la muerte de Hugo Chávez en 2013 y su sustitución por Nicolás Maduro, la derrota de Cristina Fernandez de Kirchner en Argentina, el golpe contra Dilma Rousseff en Brasil y su sustitución por Temer, y la salida de Rafael Correa de Ecuador, siendo sustituido por Lenin Moreno, del mismo partido que Correa pero que está deshaciendo lentamente el trabajo del anterior presidente así como el caso de Brasil, que es el que ha hecho saltar por los aires el equilibrio de la región y ha permitido a Estados Unidos crear una pinza junto con Colombia que atenaza las fronteras venezolanas.

Jair Bolsonaro, abiertamente antichavista, sionista y proestadounidense, es uno de los activos más serios de Estados Unidos en el conflicto, más que Colombia. Sin embargo la situación sigue ahí.

El 27 de junio de 2017 aparece en televisión un desconocido Óscar Alberto Pérez, un inspector de policía venezolano, pilotando un helicóptero con una pancarta que decía «350 libertad», refiriéndose al artículo 350 de la constitución venezolana y efectuando disparos contra el Ministerio del Interior. Este fue el acto estrella tras tres meses de protestas antigubernamentales que casi derrocan a Nicolás Maduro.

A todo esto, otro de los grandes líderes de la oposición venezolana, Leopoldo López, estaba en la cárcel de Ramo Verde, un penal militar, acusado de «incendio de edificio público», «daños a la propiedad pública», «instigación a delinquir» y «delito de asociación para la delincuencia organizada» y por el que fue condenado a 10 años de prisión. En 2017 fue conducido a su casa, donde se sustituyó la pena por arresto domiciliario hasta el 1 de agosto cuando fue detenido de nuevo por el SEBIN y llevado ala cárcel de nuevo.

Mientras esto ocurría y la calle seguía vibrando entre opositores y seguidores del gobierno, tanto Nicolás Maduro como Enrique Capriles se lanzaban mutuas acusaciones, Leopoldo López seguía en la cárcel, Maria Corina Machado pasaba a un segundo plano y Óscar Pérez estaba desaparecido hasta que el 15 de enero de 2018 fue descubierto en El Junquito, durante la refriega fue asesinado por las fuerzas del gobierno.

El alzamiento había fracasado ya que Óscar Pérez llamó en más de una ocasión a los venezolanos a alzarse contra el gobierno pero fracasó todo intento de extender la revuelta o hacerla insostenible. La situación continuó enquistada mientras la violencia se endurecía, las milicias se reforzaban ante un eventual choque y la pobreza y el desabastecimiento campaban a sus anchas ya que el gobierno no podía maniobrar en otro sentido que no fuera contener la situación política.

En enero de 2019 se reabre la polémica tras la nueva victoria de Nicolás Maduro y su reelección como presidente, a nivel internacional se reactiva la oposición y la tensión, empezando por Paraguay, muchos países de América Latina empiezan a dar la espalda a Maduro cuando no, directamente, a romper relaciones o no reconocerle como legítimo presidente de Venezuela.

A partir de ese momento vuelve el intento de injerencia con un alzamiento de unos pocos soldados que, invocando a la patria, llaman a sus compatriotas a alzarse contra Maduro pero, nuevo, nadie hace caso y son detenidos hasta que Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y con apenas 35 años de edad da un golpe de timón que puede desembocar en un enfrentamiento civil…se autoproclama presidente de Venezuela pero sin ningún poder ya que la administración del estado sigue controlado por el gobierno bolivariano, por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.

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Juan Guaidó, autoproclamado presidente de Venezuela, fotografía como masón (una secta al servicio del Atlantismo).

Este enfrentamiento, si se produjera, podría arrastrar a América Latina a un grave conflicto ya que Venezuela, aparte del ejército cuenta con el apoyo de los grupos socialistas y bolivarianos venezolanos como los Tupamaros, asimismo tienen fuertes lazos con las FARC que, aunque desarmadas, podrían volver a las armas así como el ELN.

No olvidemos que Rusia envió dos aviones Tupolev-Tu-160 a Venezuela, en un intento de dejar claro a Estados Unidos que Venezuela es para Rusia en Hispanoamérica igual que Siria en Oriente Medio, mientras que Estados Unidos, por su parte, está recalculando su poder geopolítico en el Caribe y los estados socialistas y antiestadounidenses de la región lo saben por lo que estos países, desde Bolivia hasta Cuba, El Salvador, Nicaragua, Guatemala u Honduras, pueden involucrarse directamente en un eventual conflicto en Venezuela. (Foto: Wikimedia)


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