Los medios de comunicación son capaces de crear corrientes de opinión, de pensamiento e, incluso, construir unos ideales sobre los que hacer que las personas hagan girar sus vidas. Hemos sido testigos de multitud de experimentos sobre tendencias sociales que van desde los anuncios para introducirnos productos (hoy indispensables como la Coca Cola), modas o usar nuestros sentimientos para ver cuan fáciles de manipular somos ¿recordáis la campaña de Facebook sobre las banderas de los países atacados por el terrorismo, concretamente Francia y Bélgica?.
Pues ahora otro experimento está sacudiendo el mundo entero con la connivencia de los medios de comunicación de masas y es la histeria de los payasos asesinos. Desde hace aproximadamente dos años rondan por YouTube y otras páginas de vídeos bromas sobre un payaso que asusta a personas todo dentro de un control, todo en el «laboratorio«, hasta que el «virus» se ha fugado.
Entonces entre el detonante de este bombardeo de bromitas de mal gusto y el consiguiente bombardeo de casos de gente asustada por payasos en todo el mundo y, además, guías y consejos sobre qué hacer o no hacer en caso de encontrarse con estos bromistas de mal gusto, me lleva a pensar que estamos ante un nuevo experimento a nivel mundial sobre el comportamiento humano y nuestra permeabilidad ante el bombardeo de información sobre comportamientos específicos.
En este caso se está monitorizando tanto a los payasos que asustan como las reacciones de las personas normales y corrientes que paseando, sacando la basura o sacando a su perro se ven ante semejante amenaza de ahí la constante repetición en los medios sobre casos en diferentes lugares y métodos de actuación ante semejante situación.
Para aumentar la histeria debemos entender primero el tipo de disfraz, que es el de payaso, entiendan el pánico que muchas personas sienten hacia ellos, segundo la agresividad de la broma (aparece con cuchillos, hachas o martillos), y tercero la incapacidad de reconocer quién se encuentra tras ese disfraz ya que el payaso no va con la cara pintada sino con la cara oculta tras una máscara.
En pocas palabras, manipulación pura y dura, un experimento social más. (Foto: Javier M. Ponce de León)
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