La Doctrina Gerasimov, Rusia frente a las guerras actuales

Rusia se ha caracterizado siempre por su necesidad de seguridad y, al mismo tiempo, la exigencia de ser tratado como un igual en el concierto de naciones europeas en particular y mundial en general. Las enormes reservas naturales, pero también personales de las que goza este país-subcontinente, que abarca todo el centro-norte de Eurasia, dominando la “isla mundo” (teoría de Mckinder), son determinantes para enfrentarse a sus múltiples retos.

La mal llamada doctrina Gerasimov intenta, de parte de analistas occidentales y periodistas rusos, hacer ver que el general Valery Gerasimov es el ideólogo de esta teoría, muy parecida a la de la Guerra Irrestricta de China o una respuesta al Plan Cebrowski estadounidense, sin embargo, la paternidad de esta teoría le viene dada por Mark Galeotti tras un discurso que Gerasimov dio en la Academia Rusa de Ciencias Militares.

Realmente lo que pasó en Rusia no fue diferente a lo que ocurrió en otros países: la necesidad de renovar la estrategia geopolítica basándose en los retos sociopolíticos y tecnológicos de la actualidad basadas en la inmediatez, la comunicación, los medios de comunicación masivos y la capacidad de conocer, estimar y planificar operaciones psicológicas alrededor del mundo y frente a cualquier enemigo.

LA GUERRA IRRESTRICTA, LA TEORÍA MILITAR CHINA

Sin embargo esta teoría rusa, que se presentó como una idea contemporánea bebía del planeamiento de los servicios de inteligencia soviéticos en su vigilancia y actos de subversión, clandestina en algunas ocasiones, masivas y culturales otras pero con la salvedad de que las sociedades de la época soviética no son las de ahora y sus retos, filias y fobias son diferentes, pero el armazón de esta “guerra de cuarta generación” ya estaba armado hace décadas.

Los soviéticos, y ahora los rusos, fueron capaces de gestionar una cantidad inmensa de información y capacidades, así como valorar los puntos débiles de sus rivales. Estas capacidades se multiplicaron tras entrar a formar parte de la Comunidad Internacional Occidental, la que sobrevivió a la Guerra Fría. Desde allí pudieron acercarse aún más a sus rivales, desde Moscú siempre se ha desconfiado de los momentos de paz y las alianzas que estas generan.

Si Estados Unidos busca alianzas basadas en lo moral y ético siguiendo los principios wilsonianos de expansión del humanismo estadounidense, los rusos planean un juego de equilibrios de poder basados en la identificación de amenazas, riesgos y la manera de atajarlos lo que en el contexto del siglo XXI implica una gran paciencia y la creación compulsiva de organizaciones, conferencias y protocolos ad hoc con unos fines muy definidos que una vez logrados se consumen o, en su defecto, retrasan la guerra. El objetivo de esta estrategia es el equilibrio de poder y el bloqueo de amenazas.

Rusia, por lo tanto, plantea su esfera de influencia en sus fronteras basándose en un reparto geográfico del equilibrio de poder casos como el de la OTAN – Pacto de Varsovia, las promesas de no expandir la OTAN hacia Rusia en los noventa, el pacto Rusia – OTAN de 1997. Estados Unidos, en los años noventa, planteaba una estrategia de control sobre estados de Europa oriental tomando el mayor número de cartas posibles de la baraja en la forma de nuevos estados adscritos al bloque occidental siguiendo un sentido de equilibrio de poder e influencia que Theodor Roosevelt hubiera firmado pero definido en términos morales wilsonianos.

Estados Unidos, por ende, no planteaba una organización del continente para el poder y el equilibrio de Washington sino porque esa organización era una forma de asegurarse la implantación de la democracia y el libre mercado en la forma de libertad y paz entendida como objetivo final de la diplomacia estadounidense, todo en base a los principios morales como ya definió en su momento Paul Nize (1907-2004), Estados Unidos evita la idea de interés nacional y la sustituye por categorías morales y su posterior implantación.

EL PLAN CEBROWSKI, LA NUEVA DOCTRINA MILITAR DE ESTADOS UNIDOS

La Guerra Fría fue, sin embargo, moral: la moral liberal y el humanismo estadounidense (que aún se atraganta algunas veces en Europa Occidental), frente a la moral socialista y el humanismo comunista, que preconizaba la creación del nuevo hombre soviético, todo ello difundido a golpe de guerras pero, también, a golpe de difusión de información y creación de discursos socialmente dinamizadores (especialmente en Occidente donde la libertad de información permitía a la URSS con mucha facilidad crear o penetrar en grupos antisistema), en definitiva: Guerra Psicológica.

En este contexto Rusia aprendió a penetrar en las sociedades liberales de una forma mucho más contundente que estas en el mundo socialista, de hecho incluso en los años noventa, dos mil y ahora en la sociedad de la información donde en Moscú se vive una vida conectada al sistema occidental, pero muy pocos rusos de a pie firmarían las declaraciones de diversidad filosóficamente argumentadas en cientos de libros y escuelas universitarias como la Escuela de Chicago o los grandes think tanks en las que se definen las diferentes oleadas de movimientos ideológicos que han desembocado en feminismos varios, doctrina LGTBI, corrección política, vigilancia social, racialismo o revisionismo histórico woke. Todas ellas elaboraciones intelectuales de por si peligrosas para cualquier sociedad y con el indeleble sello del desarrollo filosófico de Occidente.

Rusia desde sus centros de poder posee una larga tradición militar y utiliza la guerra de forma contundente ante amenazas existenciales que signifiquen un daño irreparable e inminente, frente a esto Moscú siempre ataca. Sólo Putin ha librado cinco guerras: la del Daguestán (una semana después de ser elegido Primer Ministro de Rusia por primera vez) la Segunda Guerra de Chechenia, La insurgencia en el Cáucaso, la Guerra de Georgia de 2008, la Guerra de Siria desde 2014 y la actual Guerra de Ucrania.

Frente a esto debemos entender que la guerra planteada en la Doctrina Gerasimov busca dos cosas: una, mantener la influencia y la seguridad en sus espacios naturales y segunda, acosar y debilitar a los enemigos de forma interna.

En esta estrategia el escenario militar deja de ser el eje de la Guerra, confundida durante milenios con acciones bélicas y procesos militares. La guerra planteada en el siglo XXI dista mucho de ser sinónimo de confrontación bélica por la complejidad del panorama internacional donde el comercio es general y globalizado, pero donde los bloques de aliados pueden abrir o cerrar puertas al comercio haciendo mucho daño.

La cantidad de organizaciones internacionales con personalidad jurídica reconocida con labores de supervisión y gestión, cuando no de integración y con capacidad de obrar, va in crescendo (UE, MERCOSUR, ONU, etc.…), la masa social como objetivo bélico no militar a través de la guerra de la información y la manipulación mediática, que se da también dentro del ámbito de la política interna de los estados. La posverdad (mentira o manipulación) como eje del discurso sociopolítico y palanca para desmotivar o enfrentar sociedades enteras obteniendo beneficios políticos y sobre todo, ventaja geopolítica.

En el plano bélico tradicional las guerras y las invasiones son minoritarias. La Doctrina Gerasimov propone una proporción de 4:1 entre acciones no militares y militares. En el caso de operaciones militares se pone énfasis en la movilidad de las tropas (como en el Plan Cebrowski, pequeñas unidades especializadas), el uso holístico de la inteligencia para atacar zonas estratégicas destruyendo infraestructura vital civil y militar: la precisión como seña de identidad, ataques en profundidad en lo que llamaríamos fase militar de la guerra o la tendencia rusa, por la Doctrina de la Batalla Profunda, de buscar romper el frente de combate para, desde ahí penetrar detrás de las líneas enemigas buscando la retaguardia profunda y los centros neurálgicos centrándose más en desarbolar al enemigo que en aniquilarlo.

La promoción de golpes de estado con el riesgo de generar conflictos internos, todo ello como parte de la estrategia de contención de la amenaza tratando de cambiar el gobierno en el poder con la posterior solicitud del despliegue de tropas de paz para retener influencia a través de un despliegue militar legal (autorizado por el gobierno que va a recibir las tropas, caso de Siria, Armenia en Nagorno Karabaj o de la tropas en Transnistria, aunque con actuales tensiones) o con aval de la ONU mediante una resolución para el despliegue de tropas de paz en el territorio de interés.

Esta estrategia: guerra, golpe de estado, injerencia en los asuntos internos etc…forma parte de la fase de conversión, que se da mediante la provocación de una situación que haga que la amenaza desaparezca y se vuelva al estatus quo ante bellum, desescalando la tensión y reiniciando relaciones. Esto normalmente se lleva a cabo entre estados al mismo nivel o contra estados más débiles.

Por otro lado, está la estrategia de la evolución, esperar y generar tensiones que provoquen el cambio en el estado deseado, normalmente esta estrategia tiene que ver con estados rivales más fuertes o demasiado lejanos para ser considerados como amenaza existencial pero que son hostiles.

En la fase no militar esta no tiene como objetivo solamente atraer a través de un cambio geopolítico, sino que normalmente tiene como objetivo hacer el máximo daño posible al estado que va a recibir el ataque y siempre de forma indirecta. Esto implica, en el plano internacional, la creación de alianzas, coaliciones u organizaciones internacionales ad hoc o entre cuyos objetivos, ya sea tácito o expreso, sea la presión diplomática, política y económica así como la ruptura de relaciones internacionales; la dinamización y promoción de investigaciones y sanciones económicas al estado o a miembros del gobierno y sus familias.

Campañas de desprestigio personal y política a través de los medios de comunicación y redes sociales; la formación de grupos de oposición tanto en el exilio como dentro del país (en caso de países con gobiernos de un solo partido) y el uso del mismo como fuentes de información, colaboradores y actos de sabotaje político, económico y social provocando tensión y protestas. En esta área, pero dentro de regímenes de democracia occidental también se pueden crear contranarrativas ideológicas afines a Moscú, contrarias a la estructura ideológica del estado y la implantación de las mismas en la sociedad, la familia o el espacio público (universidades, colegios, centros etc.…).

Ataques cibernéticos, robo de información, difusión de información clasificada y comprometida (como en el Caso Wikileaks o Snowden)

Estas tensiones buscan varios fines: aumentar el número de opositores y generar una masa social descontenta con el gobierno y tendente a la oposición o la apatía política, lo cual debilita y complica la capacidad movilizadora del estado afectado lo cual hace al país ingobernable y al final provoca la ruptura del pacto social. En esta estrategia política-mediática se busca exacerbar las tensiones internas generando conflicto y debilidad a través de injerencias en los asuntos internos de los estados.

Junto con la contranarrativa ideológica y a través del discurso ir creando o buscando el apoyo de partidos afines (que no controlados) a la ideología, en este caso conservadora de Rusia, buscar reconducir relaciones y restaurar, tras la fase de conflicto.

También buscan la destrucción, desde dentro, de la amenaza que supone el estado a través del aislamiento y la búsqueda de la inestabilidad interna. Curiosamente esta teoría, que no expuso Gerasimov aunque se le atribuyó la paternidad, tiene más que ver con la construcción filosófica y a la estrategia habida de las experiencias en la creación del ejército rojo por Trotski o la Cheká por Dzerzhinksi durante la Guerra Civil Rusa que más tarde fue desarrollada por la URSS y actualizadas por Rusia en el actual contexto internacional que una doctrina nueva y novedosa. (Foto: Wikipedia)

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