El Conflicto de Novorussia nos ha dejado toda una serie de noticias y combates muy duros que, sin embargo, apenas han sido cubiertos por los medios de comunicación. En este caso uno de los temas que vamos a tratar es el del temible Batallón Azov.
En primer lugar es un batallón de unos 800 combatientes compuesto por voluntarios que cobran 70 dólares mensuales por sus servicios. Su base estaba en la ciudad de Mariupol hasta que fue capturada por fuerzas rusas durante la ofensiva militar especial. Mariupol está a menos de 100 kilómetros de la ciudad de Donetsk ciudad que, junto con Lugansk, formaban el Estado de Novorussia (Compuesto por las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk), que en 2022 se integró en la Federación Rusa. Azov desde el primer momento combatió el alzamiento de los rusos del este de Ucrania tras el golpe de estado que depuso a Yanukovich y que impuso, tras una maniobra conjunta de Estados Unidos y la Unión Europea, al oligarca Petro Poroshenko desatando una guerra que no se veía en Europa desde las guerras balcánicas o caucásicas.

Distancia de Mariupol a Donetsk. Menos de 100KM
La lucha de poder entre el pueblo, que deseaba mantener su forma de vida dentro del estado ucraniano y la oligarquía industrial-política y financiera ucraniana que decidió vender el país por cuestiones geopolíticas que sólo beneficiaban al bloque Occidental, especialmente a Estados Unidos y la OTAN, se encontró con la resistencia de los ruso-ucranianos y de Rusia, que veía como la ingeniería diplomática realizada durante los años noventa y dos mil estaba siendo violada y, por ende, desestabilizaba la zona de seguridad rusa entre el mar Báltico y el mar Negro.
Es cierto que Ucrania ha sido un estado escindido desde su independencia tras la caída de la Unión Soviética. Frente a los ucranianos del oeste del río Dniéper, nacionalistas y antirusos, que incluso decidieron proclamar su propia iglesia: Iglesia Ortodoxa Ucraniana-Patriarcado de Kiev, cismática en lo administrativo pero no en lo doctrinal, condenada pero luego reconocida como una autocefalía legítima por Bartolomé I de Constantinopla. El objetivo era tener una iglesia nacional lejos de Rusia que diera un elemento de cohesión al proyecto político ucraniano. Sin embargo ese proyecto de soberanía étnico-cultural con el intento de ucranización de la nación en lo social, religioso y político significaba alejarse de Rusia y vender esa soberanía, a precio muy barato, a unas potencias occidentales que deseaban precisamente la Guerra de Ucrania y sacrificar a los ucranianos para contener a una Rusia creciente y, de paso, quedarse con los restos de una Ucrania rota, sin soberanía, con una deuda impagable que abonar, privatizada, deslocalizada y presta a recibir la Agenda 2030 y toda la ideología liberal.
Frente a esto los rusos del este y de Crimea. Los crimeanos pasaron de la República Socialista Soviética Federativa Rusa a la República Socialista Soviética de Ucrania desde 1954 (tras la firma del tratado de Pereyáslav) hasta el año 2014 cuando, en este marco social volvió a Rusia, su verdadero país ya que ahí los habitantes son rusos. Los rusos del este de Ucrania, sin embargo, tomaron otro camino y en vez de unirse a Rusia crearon su propio país: Novorussia, un estado tapón que mantendría a Occidente lejos de las fronteras rusas hasta que tras el referéndum de 2022 pasaron a formar parte definitivamente de la Federación Rusa.

Igor Kolomoyskyi, el político y señor de la guerra que controlaba Mariupol, la mano negra detrás de Zelensky y el Batallón Azov.
Sin embargo, los oligarcas ucranianos no podían permitirse perder territorios y por ende poder y confianza de sus aliados occidentales. Entonces apareció Igor Kolomoyskyi, un oligarca multimillonario judío ucraniano, gobernador del Oblast Dnipropetrovsk y magnate de los medios siendo ex jefe de Volodymir Zelensky. Por esta razón, él es el hombre fuerte del Batallón Azov, con triple nacionalidad: ucraniana, chipriota e israelí. Este señor de la guerra ucraniano posee extensos lazos con Israel y Estados Unidos e invirtió 10 millones de dólares para crear unidades de paramilitares ucranianos antirrusos (a los cuales Kolomoyskyi pagaba incentivos por la captura de rusos o militantes apoyados por Rusia). Estos grupos mercenarios son:
Batallón Azov;
Batallón Aidar;
Batallón Dnieper 1
Batallón Dnieper 2
Batallón Donbass
El Batallón Azov contuvo en dos ocasiones a las tropas de Novorussia en sus asaltos en Mariupol, sin embargo sus abusos sobre población civil, sus arrestos de rusos, torturas y humillaciones como atar a los ruso-ucranianos a farolas y desnudarlos, abusar sexualmente de niños y mujeres ruso-ucranianas, de estar vinculados a actos de terrorismo, violaciones de Derechos Humanos, ataques a civiles y de realizar actos de violencia les puso en el punto de mira hasta que su imagen, por imperativo mediático, fue lavada durante el inicio de la Guerra de Ucrania con la entrada directa de Rusia en el escenario militar.
Eso se hizo para justificar el hecho de que la milicia insurgente, que se encontraba lejos del control del estado, pasara a formar parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ucraniano en 2014 sin que fuera un escándalo dicha integración y, con la cara lavada, pudieran recibir armas, entrenamiento, dinero y voluntarios de Occidente.
En los conflictos armados de este calibre, cuando tras un golpe de estado se produce una reacción a la contra que provoca insurgencia o guerra civil es importante ser capaces de integrar en las fuerzas políticas y militares a los elementos disidentes y discordantes que cuestionan el consenso político y de estado. En el caso de Ucrania se encontraban con dos elementos: los nazis y los prorusos. En el caso de los prorusos los acuerdos de Minsk I y II así como el Cuarteto de Normandía, capitaneados por Rusia y Francia sobre todo, pusieron todas las facilidades para que Ucrania pudiera integrar Donbass de nuevo en el país pero los oligarcas de Kiev, en un país con un pacto social roto que no responde a las necesidades del pueblo sino de aquellas fuerzas internacionales que apoyaban a los golpistas y que necesitaban desviar por completo Ucrania de sus relaciones con Rusia, decidieron hacer fracasar dichos acuerdos. Los prorusos no fueron integrados y acabaron con un Donbass independiente y más tarde dentro de Rusia.
Sin embargo con el Batallón Azov, agente vehicular paramilitar de extrema derecha ucraniana apadrinado por oligarcas al servicio de estos poderes occidentales. Su integración en el tejido político y militar era básico tras un periodo de transición en el que acomodar al grupo a las necesidades políticas y seguridad del estado en coordinación con los requisitos impuestos por Occidente, ¿razón?, evitar que la pequeña masa de nazis ucranianos, periférica durante años, creciera y dieran soporte a una Batallón Azov político – militar que se pudiera descontrolar y fuera contra los prorusos, Rusia y la misma Ucrania, de ahí el hecho de que Biletsky acabase siendo diputado y la estructura paramilitar fuera integrada en el estado. El fallido Golpe de Estado ucraniano contra Yanukovich generó un descontrol que podría haber fragmentado el país pero los esfuerzos de occidente hicieron que el sector nacionalista y nazi ucraniano se hiciera fuerte para poder tener una base militarizada y belicosa que no quisiera negociar sino que quisiera luchar en una guerra que, precisamente, destruiría su país y lo entregaría en manos de Occidente a cambio de causar molestias a Rusia.
La estrategia de Occidente contra Rusia en Ucrania es similar a la usada en Georgia o en Chechenia durante los años noventa.
Stepan Bandera, ideólogo nazi ucraniano y referente del Batallón Azov
¿Por qué se les dice nazis? por usar simbología nazi o runas germanas, tradicionales en ciertos círculos nacionalsocialistas como las SS. Esa simbología no es más que una pantalla para atraer a los ultranacionalistas ucranianos, antirusos y anticomunistas a fin de llenar rápido las filas. De hecho su primer comandante fue Andriy Biletsky, un famoso político de extrema derecha ucraniana cuya ideología nazi es mayormente antirusa, antisemita y anticomunista pero liberal en lo económico y paneslavista occidental por su ideología, rescatada del líder polaco Pilsudski, en la cual se propone la unión de los eslavos en la Unión Intermarium, que abarcaría desde el Báltico hasta el Mar Negro excluyendo a Rusia y Bielorrusia.
Esta ideología de la Unión Intermarium ha sido especialmente promocionada por Estados Unidos en detrimento de la Iniciativa Tres Mares de la Unión Europea en Ucrania. Desde el Batallón Azov, en su construcción política prima el supremacismo blanco y la retórica tradicional, sin embargo han ido moderando su discurso desde el año 2014 debido a la atención internacional y la necesidad de apoyo occidental aunque han trascendido declaraciones de miembros del batallón Azov en contra del multiculturalismo y de la sacrosanta (para occidente) defensa de la comunidad LGTB razón por la cual han atraído a muchos elementos de derechas de Europa.
Sin embargo, teniendo entre sus grandes aliados a Estados Unidos, Australia y Reino Unido y tras la moderación de su lenguaje y discurso debemos entender que a nivel político, y más bajo la tutela de la UE, el Batallón Azov mantiene una doble agenda: la política, (moderada desde 2014) y la ideológica-militar (banderista), que es la que mueve a sus bases aunque la realidad es que el Batallón Azov está a favor de la entrada en la UE y en la OTAN por lo que su ideología está totalmente controlada por Occidente.
Al mismo tiempo que exhiben simbología nacionalsocialista, muestran simbología atlantista, capitalista en forma de banderas de Estados Unidos o la OTAN. Todo debido a que este grupo es un elemento armado en manos del Señor de la Guerra Igor Kolomoyski cuya ideología es el neoliberalismo extremo, el sionismo y el atlantismo capitalista. Su actual comandante es Mykyta Nadtochiy. La guerra continúa en el este. (Foto: Wikipedia)
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