Mujeres palestinas contra el sionismo

El pueblo palestino en el Líbano vive un segundo apartheid: el primero es el que vive dentro de los territorios ocupados, sin embargo su sufrimiento en el país de los cedros es bastante pesado. A la dura vida en el exilio se le suma la prohibición de trabajar fuera de los campamentos o tener propiedades en territorio libanés.

Palestinian Woman

Frente a esta situación desesperada están las mujeres palestinas; hijas del exilio que se han unido y luchan cada día por su lugar en la sociedad de los campos de refugiados y por dar lo mejor para su gente. Maltratados dentro y fuera de sus fronteras, este pueblo resiste ante la injusticia histórica que se atora alrededor de su situación. En el Líbano, sin ir más lejos, a unas pocas horas de las capitales europeas la injusticia campa a sus anchas.

Doctor in Ain el Hilwe hospital

Están encerrados en campos de refugiados diseminados por todo el país desde hace décadas; han sufrido masacres, guerras civiles, ataques de Israel y decenas de tragedias más. Esta población vive ignorada y cercada. Por ejemplo, en Ain el Hilwe (Sidón) o en Al Rasidiyeh (Tiro) las entradas están custodiadas por militares libaneses que revisan todo y a todos, campos a los que ningún extranjero puede acceder sin previa acreditación del gobierno, servicio de inteligencia y militares.

Palestinian dentist in Hamshary hospital

Pero en todo este drama social se erige con fuerza la figura de las mujeres, aquí ellas están bien lejos de los estereotipos repetidos hasta la saciedad en Occidente sobre la sumisión de las mujeres palestinas. La realidad es bien distinta: son fuertes, poderosas y se han situado con gran esfuerzo en el plano educativo, sanitario, comercial, cultural y diplomático. En mi recorrido por los campos de refugiados del centro y sur del Líbano he podido conocer a muchas de estas mujeres que, con su esfuerzo diario, plantan cara al sionismo que las expulsó de su tierra y las relegó al olvido que sufren en el Líbano.

Old woman in Hamshary hospital, Saida

Este viaje me llevó primero al campamento de Ain el Hilwe, en Sidón. Este lugar es la capital de la diáspora palestina y uno de los lugares más peligrosos del país. Tras varias horas de gestión en el cuartel militar de la ciudad me permiten la entrada en un campamento cuyo checkpoint no tiene nada que envidiar al de los israelíes en la ocupada Palestina.

Children in Shatila

Hace calor y el lugar es peligroso pero no hay miedo. Me acompaña Fayiz Bibi, médico y uno de los jefes del hospital Al-Hamshari que, debido a que es licenciado de Cuba, será mi traductor.

En este viaje conoceré a Huda Suleiman, directora del colegio Huda Shaalan y, al mismo tiempo, una importante dirigente de la Unión de Mujeres Palestinas; a Im Ayman, administradora del hospital Al-Nidaa y a Fatima el Issa y Sali al Hassan, dos jóvenes miembros del grupo cultural de danza Al Kufiyeh dirigido por Houria al Alfar.

Shatila Street

Huda Suleiman lleva dieciocho años trabajando en el centro escolar Huda Shaalan de Ain el Hilwe. El centro es una escuela que posee un plan de ayuda docente para los alumnos de la UNRWA en la primera planta, en la segunda un círculo infantil y el tercer piso es un área de apoyo psicológico a los niños que lo necesitan y que sufren abusos o maltratos. Esta parte del centro también consta de logopedas que ayudan a los estudiantes con dificultad en el aprendizaje, a menores que tienen discapacidad auditiva pero, también, en esta institución se conciencia contra las drogas, que está golpeando duramente a los jóvenes palestinos, así como el seguimiento y monitorización de la violencia contra las mujeres, que combaten a base de sesiones de apoyo y conferencias a los niños.

Houda Suleiman

Huda Suleiman en el colegio Huda Shaalan, Ain el Hilwe

Los niños, a pesar de su corta edad, están afectados por la realidad que les rodea: su país ocupado y ellos refugiados en un exilio bajo condiciones leoninas en el Líbano. La situación es tan dura que algunos desarrollan anemia por tener una alimentación deficiente. Otros presentan secuelas psicológicas por tener a sus padres en la cárcel o ser huérfanos, sin embargo la Unión de Mujeres Palestinas monitoriza estos casos uno por uno.

En este colegio, sin embargo, no sólo se acoge a niños palestinos de Líbano, sino refugiados palestinos de Siria y niños sirios que huyen de la guerra en el país vecino así como a menores libaneses de familias pobres que acuden a este centro en Ain el Hilwe porque es la única forma que tienen de poder acceder a la educación, que aquí es totalmente gratuita y sin ningún tipo de discriminación.

Palestinian member of El Kufiyeh

Huda defiende su programa educativo como una parte importante del proceso de integración de la mujer en la sociedad palestina en el exilio. Hay muchas mujeres licenciadas que no encuentran trabajo en la sociedad libanesa y deben recibir ayuda para ser integradas al mercado laboral. Dándoles este apoyo las logran emancipar socialmente.

El periplo continúa rumbo al hospital Al-Nidaa, perteneciente a la asociación Human Call Association. Allí está Im Ayman, administradora del centro. Son el único hospital que hay en el campamento, que posee casi 120.000 habitantes entre palestinos y sirios. Al-Nidaa tiene consultas, atención primaria, secundaria y terciaria cuando hacen intervenciones complicadas. Dependen de las aportaciones de las personas atendidas pero, a pesar de que el precio es simbólico, Im Ayman resalta que en Ain el Hilwe la gente es muy pobre y no pueden pagar, sin embargo son atendidos en igualdad de condiciones.

Fayiz Bibi y Im Ayman

Fayiz Bibi e Im Ayman

El reto más grande que tienen es el de la financiación para poder sostener el hospital, ya que dependen de la ayuda de diferentes planes internacionales mediante proyectos médicos que ellos llevan a cabo y que les ayudan a poder continuar con su labor hospitalaria.

Hospital Al Nida

Otro reto es la seguridad, ya que los choques armados por la supremacía en el campamento entre los islamistas y las fuerzas de la OLP son periódicos, pero han llegado a acuerdos con las partes para que el hospital no sea un objetivo militar, no ser atacados cuando deben desplazarse a recoger heridos o cuando se les atiende en las instalaciones.

A la salida del centro médico, el siguiente paso es a ver a los niños que forman parte del grupo El Kufiyeh, fundado en 1994, que dirige Houria Alfar. Sin embargo ella en ese momento no está y nos acompaña Fatima el Issa y Sali al Hassan, dos jovencísimas bailarinas de este grupo compuesto por niños y niñas de diferentes edades, desde pequeños hasta mayores.

Sali Al Hassan y Fatima el Issa

Fatima el Issa y Sali al Hassan

Enseñan orgullosas los trofeos que han ganado y explican que han participado en eventos por Oriente Medio, Europa y América Latina visibilizando la cultura tradicional de Palestina. El objetivo de este proyecto es proteger su cultural llevándola de una generación a otra.

Gracias a este grupo los niños nacidos en Ain el Hilwe conocen las costumbres y tradiciones de su país.

Fátima, que estudia matemáticas en la universidad, sentencia: “todos los niños del mundo tienen un país donde vivir, nuestro país vive dentro de nosotros”. Ante la pregunta de cómo siente que Israel se apropie de su cultura añade, con sus profundos ojos oscuros, de forma contundente: “la tierra es nuestra y la patria es nuestra”.

Houria Alfar

Houria Alfar

Unos días después, por fin, puedo conocer a Houria Alfar; fundadora y responsable de este grupo cultural. Es una mujer realmente fuerte y poderosa que transmite una energía viva y vibrante. Nos explica que el grupo, aparte de permitir a los niños conocer sus tradiciones, les aleja de los problemas del campo como la violencia o las drogas animándoles a estudiar y formarse, pero también les disciplina y ayuda a reforzar su autoestima y confianza ya que muchas veces estos niños actúan delante de cientos o miles de personas, lo cual es positivo para ellos.

Recalca que las mujeres en el campamento tienen más poder que los hombres ya que es la que lleva todo adelante en la sociedad; especialmente todas las relaciones sociales y de familia. El ejemplo es que ella misma dirige ese trabajo cultural que tiene que ver con la preservación cultural en esta sociedad, todo con el apoyo de la Unión de Mujeres Palestinas.

Al día siguiente me desplazo al sur, concretamente a la  histórica ciudad de Tiro, cerca de la frontera con Israel. Allí está el campo de refugiados de Al Rasidiyeh, de nuevo otro checkpoint. Me espera en el hospital Balsam, que pertenece a la Media Luna Roja Palestina, la doctora Alia Zeydan Elmasri; tiene veintisiete años y es médico general. Lleva trabajando en este campamento un año y medio.

Alia el Masri González

Alia Zeydan el Masri

Nos explica que el hospital atiende a entre veinte y cuarenta personas al día, pero el número va in crescendo debido al aumento del tamaño del campo de refugiados de Al Rasidiyeh que en los últimos cinco años ha crecido bastante. Ahora, en este clima de frío y lluvia, se enfrentan a enfermedades de temporada como la bronquitis o bronconeumonías. Cuenta que los refugiados sirios que vinieron huyendo de la guerra se encuentran en peor situación que los palestinos debido a las malas condiciones de vida y alimentación; muchos vienen con anemia, hemoglobina baja e infecciones que deben ser tratadas.

Recalca que muchos medicamentos que poseen pertenecen a la UNRWA y los pueden conseguir gratis mientras que otros tienen importantes descuentos que los hacen asequibles a todos los refugiados, tanto palestinos como palestinos de siria, sirios o libaneses pobres, teniendo en cuenta sus penurias económicas.

Durante la entrevista a Abu Mahmoud Aya se acerca, es una niña de ocho años que estudia tercer grado en la escuela de la UNRWA y de mayor quiere ser maestra, hay esperanza con niñas así. Sonríe cuando le pregunto si quiere volver a Palestina.

Ya en Beirut visito el campamento de refugiados de Burj el-Barajneh y los célebres campamentos de Sabra y Shatila. En Shatila soy invitado a un evento del Frente Democrático para la Liberación de Palestina que será el día siguiente. Allí, entre el concurrido público, encuentro cientos de mujeres escuchando los diferentes mítines que se van sucediendo durante varias horas. Reivindican lo suyo.

Nabila Munib

Nabila Mounib

Nabila Mounib viene al evento y pronuncia un contundente discurso pero ella no es palestina sino marroquí, es Secretaria General del Partido Socialista Unido de Marruecos. En la política palestina todas las mujeres, incluso extranjeras, son bienvenidas. Otra mujer destacada es Leila Refaat, activista feminista palestina.

Leila Refaat

Leila Refaat

En Shatila entro en una tiendecita vieja regentada por una mujer muy tímida que a duras penas me cuenta su situación. Su negocio no va bien, apenas vende entre 5.000 y 10.000 libras libanesas al día (entre 3 y 6 dólares diarios), sin embargo deja bien claro que aquí en Shatila la mujer es igual que el hombre y lucha con el mismo ahínco por ganarse su pan diario en un lugar donde no hay luz, ni agua.

El último día, mientras espero en la Embajada Palestina en Beirut, antes de verme con Ashraf Dabbour, el embajador, me recibe Hiba Omar Lakki Hassan, secretaria de la embajada. Es una chica joven que habla inglés perfectamente y desarrolla una labor de vital importancia en este centro diplomático.

Debido a su juventud aún no ha podido ascender más pero con el tiempo puede acabar siendo embajadora de su país como le ha sucedido a Marwan Burini, secretario de la Embajada Palestina en Madrid, promocionado a embajador en El Salvador. El futuro de Hiba será el mismo.

Woman in DFPL

Me comenta que hay muchos ejemplos de mujeres importantes en la esfera diplomática palestina como Hanan Ashrawi (legisladora, negociadora, activista y académica), Haifa Nasereddine (ministra de tecnología palestina) o Kholoud Dairbes (embajadora palestina en Alemania).

Sentencia que las labores de empoderamiento de la mujer palestina en los campos de refugiados libaneses que se llevan a cabo pasan por el apoyo psicológico y educativo, ayudar a la creación de pequeñas y medianas empresas donde las mujeres logren su independencia económica y el apoyo a mujeres maltratadas o con necesidades especiales.

Burj El-Barajneh

El esfuerzo derramado por la mujer palestina en este duro exilio ha logrado sostener, junto con la labor de los hombres palestinos con los que conviven, tanto la igualdad de las mujeres y las niñas como el anhelo del derecho al retorno del pueblo palestino.

Por Koldo Salazar López

(Todas las fotos fueron realizadas por Koldo Salazar López y pertenecen al autor, prohibido el uso de este material sin autorización escrita del autor)


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