Guerra del agua entre Siria, Turquía y Daesh

En territorio turco se encuentra el nacimiento de los ríos Tigris y Éufrates, vitales para Oriente Medio y, sobre todo, para Siria e Iraq, debido a que estos dos países viven en una región árida, desértica y semidesértica salvo ciertos enclaves cercanos a la costa o en las regiones montañosas, de todas formas el problema se basa en el control del agua, vital para la industria, las tierras cultivables y el consumo humano.

De hecho las rivalidades por el control de los flujos de estos ríos vitales para Turquía debido a las desérticas regiones del sur de Anatolia donde, además, se encuentra la base de su mayor reto interno, los kurdos, ha implicado una mayor agresividad por parte de los contendientes. En primer lugar Turquía necesita fertilizar las estériles regiones del sur para lograr la seguridad alimentaria y el uso del agua para consumo humano y fines industriales pero, también, es un arma geopolítica que podría provocar una auténtica guerra.

Siria e Iraq declaran que los ríos Éufrates y Tigris no son patrimonio turco sino que son ríos transfronterizos cuyo cauce, por ser de vital importancia para varios países, debe ser respetado. De hecho la cuestión en Siria fue tan delicada que ya en 1968 se construyó la presa de Tabqa, que finalizó en 1973, esta obra dio lugar al Lago Assad, un embalse de agua de ochenta kilómetros de largo y ocho de ancho que servía (y sirve) como suministro de agua para toda la región de Raqqa, de hecho la ciudad está a pocos kilómetros. Sin esta obra jamás se hubiera podido desarrollar y modernizar la agricultura durante el periodo de Hafez al Assad, de hecho esta modernización logró una revolución social en el campo sirio y en la ciudad de Raqqa, debido a que el suministro quedaba asegurado, aumentaban las tierras cultivables y las que ya eran cultivables se volvieron más fértiles, haciendo prosperar a los campesinos y a la sociedad urbana de la región.

Sin embargo llegó el conflicto, en los años ochenta y principio de los noventa, Turquía inició una serie de obras faraónicas construyendo la cadena de presas Ataturk. En total son 22 pantanos que retienen agua para el consumo humano, la industria y la agricultura en el sur de Anatolia, la zona más pobre de Turquía, además de generar más de 27.000 millones de kilowatios/hora, lo cual produjo un gran desarrollo en la región pero afectó a Siria que recibía el 25% de su agua del río Éufrates, situación que produjo una reducción de la disponibilidad del agua del río, en Iraq, sin embargo la situación era peor.

En 1987 se firmó un acuerdo sirio-turco por el cual el gobierno de Turquía se comprometía a entregar 500 metros cúbicos de agua por segundo a Siria aunque no se comprometían a seguir enviando esta cantidad acordada en caso de crisis acuífera o sequía, aunque los turcos se comprometieron a no usar el agua como arma de presión. Por otro lado mientras aumentaba la población en las regiones se reducía la disponibilidad de agua, que era optimizada e irrigada hacia campos árabes, mientras que los campos kurdos no eran tan bien tratados ya que el objetivo era obligar a una emigración de kurdos del campo a la ciudad para que fueran asimilados, lo cual fue un fracaso.

Curiosamente, previo al inicio de la «Primavera árabe» en Siria se habían producido cinco años de dura sequía que había quebrado el sector agrícola y ganadero del país, haciendo perder la paciencia a la población rural debido a la lenta gestión de la administración del país para solucionar el problema, lo cual exacerbó los ánimos y generó el caldo de cultivo que permitió la penetración de elementos subversivos.

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Distancia desde la Presa Ataturk y la Capital del Daesh, a la izquierda el Lago Assad

Durante el inicio de las hostilidades los grupos terroristas, principalmente el ELS, Jabhat al Nusra y más tarde Daesh centraron su campaña militar en las regiones rurales y en las zonas urbanas de alto valor añadido a nivel financiero pero, también, de recursos alimenticios y agua. La capital del Daesh era Raqqa no sólo por la cercanía con la aldea de Dabiq (donde según la tradición islámica se produciría el Armagedón) o donde se produjo la histórica batalla de Siffin. La capital fue Raqqa debido a que estaba a 40 kilómetros del Lago Assad y controlaban el agua, asegurándose el suministro del líquido vital para los milicianos y la población civil bajo su control así como el uso de tierras cultivables para la alimentación de los cuerpos yihadistas y la población.

Mención aparte la situación de Raqqa como uno de los puntos más importantes en la ruta de suministros petrolíferos y de gas así como la existencia de refinerías en la región que, sin duda, era de vital importancia en el suministro energético de los terroristas pero, también, un motor financiero.

La ayuda de Turquía hacia los yihadistas siempre fue una realidad debido a que no fueron nunca atacados por estos, compartiendo fronteras, ya que los yihadistas eran los mejores aliados de Ankara por varias razones. La primera porque querían provocar la caída del legítimo Presidente Bashar al Assad, un gobierno molesto para Turquía, e imposibilitar la creación de un estado kurdo que sería demoledor para los intereses turcos en Oriente Medio.

La ayuda fue mantener la ruta de suministro de combatientes, permitir el contrabando de petróleo pero, también, no cerrar el suministro de agua. Si Turquía hubiera querido podría haber destrozado al Daesh simplemente cerrando el suministro de agua. Se hubiera secado el Lago Assad, el Éufrates entero y hubiera secado los territorios del Daesh debilitando de tal manera a los terroristas que los ejércitos sirio e iraquí podrían haber barrido a los yihadistas en meses, acortando varios años la guerra sin embargo, por desgracia, esto no ocurrió y el suministro de agua continuó alargando una guerra que el Daesh estaba destinada a perder pero que hubiera generado menos daños.

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Mapa del Daesh en su mejor época, podemos ver la importancia del agua y los embalses

Si nos fijamos en los territorios del Daesh en su máxima expansión, está encuadrada en las zonas del Kurdistán sirio-iraquí (regiones ricas en suministros energéticos, agricultura y agua) y en las cuencas del Éufrates y Tigris. Hoy el Daesh. Debido al esfuerzo sirio, iraquí, iraní, ruso y de decenas de milicias y grupos armados, ha perdido casi todo su territorio y está encerrado en bolsas que, en breve, serán barridas.

De hecho el Lago Assad y el río Éufrates separan ahora a los dos grandes combatientes de esta guerra, las fuerzas del gobierno sirio y las fuerzas separatistas kurdas. (Foto: Wikimedia Commons)


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