Perdida en las brumas de finales del siglo XX, mientras el mundo superaba el shock del fin de la URSS, un conflicto estalló en el Cáucaso profundo, en una zona siempre fronteriza y siempre caliente.
Mientras Yeltsin luchaba contra el yihadismo en Tadjikistán (Click aquí para más información), dentro del territorio se producía uno de los conflictos más determinantes para Rusia.
Las repúblicas autónomas de Chechenia y Tartaristán se negaron a firmar el acuerdo de la Federación Rusa en 1992, para integrarse dentro del país, ambos pueblos musulmanes y con increíbles reservas petroleras en sus territorios. En 1994 Rusia logró alcanzar un acuerdo de gobernabilidad con los tártaros, que se unieron sin más problemas a Rusia. Los chechenos se negarían en rotundo.
En 1991 el Congreso Nacional del Pueblo Checheno asesinó al jefe del PCUS en Chechenia, Vitali Kutsenko, en un claro desafío a la soberanía rusa en el territorio, al mismo tiempo que Dzhojar Dudáyev logró el apoyo popular para ocupar la Presidencia y hacerse con la administración.
Boris Yeltsin inició una campaña militar a fin de doblegar a los chechenos y reintegrarlos en el territorio de la Federación Rusa, debemos entender que Rusia es un mosaico de grupos étnicos y nacionalidades y permitir que Chechenia se independizara podría provocar una ola de sentimientos independentistas que destruyeran desde dentro el estado ruso.
El objetivo militar de Yeltsin fue lograr una campaña rápida, confiando en el poderío militar ruso frente a los guerrilleros chechenos, pero su plan fracasó cuando en lugar de enviar soldados profesionales del Presidente ruso ordenó una leva de soldados locales que una vez armados desertaron.
La campaña pretendía ser quirúrgica, pero se reveló como un auténtico fracaso cuando los chechenos. Conocían el terreno y tenían el apoyo del pueblo, creando toda una red de contactos y bases que les permitió hacer auténticas masacres entre el ejército ruso, desmoralizado y en una guerra con muy poca popularidad.
El pueblo ruso veía a los chechenos como delincuentes y mafiosos y la opinión pública se preguntó si no era mejor dejarles independizarse a fin de encerrarlos en un territorio y no integrarlos por la fuerza en Rusia dándoles libre movimiento por todo el territorio para hacer sus fechorías.
Eso afectó gravemente al ejército, ya que frente al poco apoyo popular a la guerra se encontraban en una clara inferioridad táctica frente a un enemigo peor armado y entrenado, pero que contaba con el apoyo del pueblo checheno y con multitud de voluntarios llegados de muchos lugares.
Frente a los independentistas laicos socialistas chechenos comenzaron a aparecer sujetos de clara ideología radical yihadista como Samil Basayev (checheno) o el saudí Ibn al Jattab. Si bien la primera guerra chechena tuvo un componente nacionalista frente Rusia, la segunda guerra de Chechenia se vería bajo la dialéctica yihadista de cristianos contra musulmanes.
En 1996, después de casi dos años de guerras, el ejército ruso fue totalmente incapaz de contener y desactivar las revueltas chechenas tanto en el ámbito urbano como en las zonas rurales, además se sucedieron varios combates en Ingusetia y Osetia del Norte.
Frente al gasto militar debemos entender el gasto económico a la hora de ubicar a toda una serie de refugiados de la guerra de Chechenia que huían a zona rusa (como refugiados internos) o que se refugiaban en la vecina Georgia, al sur. La única victoria rusa llegaría con el asesino de Dudáyev en 1996.
Este año fue vital en el conflicto ya que frente a un nuevo colapso económico y al estancamiento de una guerra que debía de ser rápida, las elecciones de ese año afectaban a la continuidad de Yeltsin en el poder por la guerra, de modo que Aleksandr Lébed, asesor de seguridad nacional de Yeltsin, se reunión con los rebeldes y firmaron un acuerdo de cese al fuego. En Mayo de 1997 se firmó la paz.
Rusia, agotada económicamente, había puesto fin a un conflicto sumamente impopular que no había aportado nada más que muerte y destrucción en la República de Chechenia, Grozhni (la capital) quedó reducida a escombros, miles de refugiados internos, 5 500 soldados rusos y 73 000 chechenos murieron en la guerra. Chechenia se mantuvo independiente de facto hasta 1999, pero en el periodo de tres años, desde 1996 hasta 1999 se abrirá paso entre los chechenos, con apoyo de Arabia Saudí y Afganistán, toda la corriente islamista internacional que establecerá un emirato en el cáucaso y será uno de los puntos fuertes de Al Qaeda en Europa oriental. (Foto: Wikimedia Commons)
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