China es una potencia en ascenso que ha tenido que modernizar su economía a marchas forzadas desde la muerte de Mao y la llegada al poder de Deng Xiaoping. China aúna su pasado imperial sin dejarse arrastrar por él, usándolo para contextualizar la grandeza de su cultura, su expansión geográfica con los territorios que conforman la Gran China y sus necesidades dentro del globalismo económico y diplomático.

Sin embargo, lejos de ser un mar en calma como se quiere hacer ver desde ciertos sectores internacionales, China es un país férreamente controlado y complejo con una burocracia heredera del modelo confuciano pero lleno de matices y de picos de inestabilidad. Si bien la oposición ideológica al sistema del PCch es minoritario desde la perspectiva ideológica de los chinos que habitan el país (salvo en Hong Kong), los grandes conflictos en las lejanas y estratégicas tierras del occidente, lejos de los centros de poder de Pekín, Shanghái, Hong Kong, Macao o Shenzhen, han sido la tónica y con ello tenemos dos ejemplos: Xinjiang, Tíbet y la frontera con la India.
El factor básico fue el proceso político tras la caída del imperio Qin, la división del territorio y la aparición de poderes locales verticales como el del reino del Tíbet (1912-1951). En Xinjiang el contexto será de revueltas desde 1911 y un largo periodo de gobierno chino a duras penas que acaba con la proclamación de la Primera República del Turquestán Oriental en 1933 y más tarde la Segunda República del Turquestán Oriental en 1944, en Mongolia existirá otro foco y todos ellos con base identitaria.
Religión, etnia, lengua, cultura y tradiciones locales fuertemente arraigadas frente a la llegada del modelo comunista de los Han, incompatibles con estas masas culturales, provocarán no pocas tensiones.

Xinjiang es una región china de una zona mucho más amplia llamada Turquestán. El Turquestán podríamos definirlo como un espacio geográfico de Asia Central donde se desarrolla la cultura, étnia túrquica, la religión islámica y los rasgos lingüísticos de los pueblos turcos. Estos pueblos, divididos en diferentes grupos políticos e ideológicos crearon una serie de imperios sincréticos en su lenguaje arquitectónico y cultural que les diferenció de China, pero también de Persia, o las regiones eslavas del oeste, sin rechazarlo ya que unieron estos principios en una superestructura cultural que aunaba a estos grupos y los dinamizaba en un espacio cultural propio, pero políticamente fragmentado en reinos, emiratos, imperios o tribus nómadas.
La penetración rusa desde el norte y la expansión china desde el este, sin contar con el muro iranio al sur (Persia, Afganistán y Tayikistán) encorsetaron la región y le dieron forma trazando fronteras culturales claras. Más tarde la región sería engullida en los procesos imperiales del siglo XIX y en la posterior era revolucionaria del siglo XXI.
El Turquestán Occidental, bajo dominio ruso y soviético, obtuvo la independencia con la caída de la URSS, estos países lograron integrarse en la Comunidad Internacional en igualdad de condiciones, lo que dio esperanzas a los uigures de China de una caída del PCch y la disolución del país para la creación de su propio estado.
Esto no se produjo y la llegada masiva de chinos Han a la región en una suerte de “conquista del oeste” que tenía por objetivo explotar los recursos de la zona, desarrollarla y de paso descargar las regiones masificadas del este de China hacia el oeste sinificando una región poco poblada y profundamente diferenciada chocó con los procesos nacionalistas y yihadistas que se estaban viviendo en la zona.
La identificación de la cultura uigur como un elemento contrario al PCch hace que el concepto no sea el de la identificación de los uigures con un enemigo racial que debe ser exterminado sino la identificación de la cultura uigur como un elemento de retraso regional que además es tratado como un elemento contrarevolucionario y sedicioso por lo que para Pekín el enemigo es tanto el nacionalismo uigur como el identitarismo religioso.
La estrategia no es la del exterminio, muchas organizaciones internacionales y asociaciones de emigrantes uigures en el extranjero acusan a China de genocidio lo cual es una exageración. Sin embargo, el proceso es diferente y se basa en tres pilares: contención de la región con la construcción de comisarías fortificadas en regiones estratégicas que permitan retener el control en zonas que se puedan rebelar.
Identificación de la ideología, creación de contranarrativas y aplicación en centros de reeducación que tienen una función punitiva basada en la retribución del daño realizado contra la estructura del estado y el tercer pilar la posterior reinserción del individuo reeducado. Para ello una de las estrategias ha sido la de reconstruir mezquitas y santuarios siguiendo el modelo arquitectónico chino y alejándolo del tradicional modelo Centroasiático (mezcla del estilo persa y turco) así como editar coranes en idioma chino y controlar discursos y fiestas e incluso la forma tradicional de vestir.
Sin embargo, a pesar de la presión de Pekín sobre los uigures y el control de las grandes ciudades de la región como Urumqi o Kashar, el conflicto sigue aunque no es de forma sistemática ni existen grupos armados o milicias separatistas o yihadistas en la región. Lo que existe es tensión intercomunal que produce episodios violentos tendentes a escalar hasta que el gobierno reprime a los manifestantes y rebeldes provocando la desescalada de la situación y la posterior vuelta a la estabilidad, que no paz, intercomunal.

La imposibilidad de convivencia de dos modelos diferentes e incompatibles, ahora antagónicos, ha hecho que se hayan dado desde ataques en Pekín a disturbios locales con cientos de muertos como en los ataques de Urumqi en 2009 con 160 muertos, el atentado en el mercado de Urumqi de 2014 con 43 muertos o los disturbios de Kashar de 2008. La actual estrategia de Xi Jinping se ha dado a través de Chen Quanguo, que responde directamente ante el Presidente de China en su gestión de Xinjiang basada en la extrema vigilancia – contundente reacción ante amenazas ya sean de espectro político, religioso, individual, grupal o colectivo.
En definitiva, una región estratégica por su frontera con Asia Central que dinamiza importantes recursos financieros y comerciales, pero también recursos naturales que se encuentra en una situación de incertidumbre. La posición china basada en la imposición del modelo estatal en unas regiones tan lejanas de los centros de decisión y desconectada cultural y geográficamente de Pekín provocó un choque con las fuerzas locales, ya desbaratadas desde hace años que se ha trasladado al conjunto social.
Sin embargo, muchos uigures forman parte de la estructura política y de seguridad del gobierno chino en la región, no todos son Han, desde encargados de prisiones hasta políticos, policías y demás. La oposición general a China se debe más a la llegada masiva de Han, la imposición cultural y el desplazamiento socio económico que, a cuestiones políticas, aunque esta mecha enciende viejos odios y aspiraciones de independencia separatista, sobre todo tras el proceso de independencia del Turquestán Occidental en los años noventa con la caída de la URSS. De hecho, el conflicto escaló a partir de 2008 con los ataques de Kashar aunque ahora la situación se mantiene estable pero latente.