La Guerra Irrestricta de Marruecos contra España

En el contexto actual, la relación entre Marruecos y España puede entenderse no solo en términos diplomáticos o económicos, sino también como un escenario de una guerra no convencional, o lo que la teoría de la Guerra Irrestricta denomina una lucha en múltiples frentes que trasciende los aspectos militares tradicionales. La estrategia marroquí, en este sentido, se alinea con un conjunto de acciones diseñadas para debilitar, desestabilizar y fragmentar a España mediante métodos que priorizan la subversión social, la influencia ideológica y la manipulación interna.

Inmigración masiva e ilegal: una entrada de elementos de presión

Uno de los pilares de esta estrategia es la facilitación y aumento de la inmigración irregular, especialmente de migrantes económicos y menores no acompañados (MENAS). Desde la perspectiva de la Guerra Irrestricta, esta inmigración masiva no es solo un fenómeno migratorio sino un arma para desestabilizar y fragmentar la cohesión social española. La llegada incontrolada genera inseguridad, tensiones interétnicas y desgaste del sistema social y de la seguridad, dificultando la gobernanza y fomentando una percepción de incapacidad del Estado español.

Esta táctica crea una crisis interna que puede ser explotada políticamente, debilitando el respaldo a las instituciones y favoreciendo agendas que promueven el multiculturalismo y la desconfianza en la autoridad. La presencia de MENAS y la sordidez en algunos centros de acogida, más allá de una gestión humanitaria, pueden interpretarse como movimientos tácticos para erosionar la estabilidad y la imagen de España como Estado fuerte y ordenado.

De hecho han logrado romper el contrato social en España en varios frentes, en primer lugar el desprestigio total de toda la izquierda (PSOE, PODEMOS, SUMAR) por la protección total a esta invasión por goteo así como la desconfianza hacia el PP, que en su haber tiene la costumbre de jamás cumplir en el gobierno lo que promete en la oposición.

Por otro lado, la alta criminalidad y la incapacidad de atajarla, unido a políticas buenistas ha desprestigiado tanto a los jueces como a los policías rompiendo la cohesión social. Lemas como «Sólo el pueblo salva al pueblo» o la desconfianza a la hora de acudir a la policía en materia de ocupación cuya responsabilidad se desvía a empresas privadas ha creado un clima de disociación entre el gobierno y el estado, visto como un incordio y como, cada vez más, el enemigo por parte de una sociedad cansada.

El lobby promarroquí y la influencia ideológica en instituciones y medios

Otra dimensión clave es la acción de actores promarroquíes en la política, medios de comunicación y organizaciones sociales. El uso de medios de comunicación, en algunos casos sometidos a influencias externas, contribuye a difundir narrativas que relativizan la soberanía española sobre Ceuta y Melilla, minan la unidad nacional y promueven discursos favorables a mayor autonomía o incluso a la integración con Marruecos.

Partidos políticos, ONG´s y otros actores sociales vinculados o influenciados por intereses marroquíes en España actúan como agentes que refuerzan esta narrativa, promoviendo leyes, campañas o políticas que permiten una mayor apertura y, en algunos casos, el reconocimiento de derechos que favorecen los intereses de Marruecos. Desde la perspectiva de la Guerra Irrestricta, esto equivale a un ataque ideológico y cultural que socava las bases de la identidad y autoridad españolas.

Los lobbis y altavoces del régimen marroquí que se pasean por España, Ceuta y Melilla reclamando la soberanía de estas tierras y la inactividad de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado minan la moral de la ciudadanía.

La droga y la desestabilización social

El tráfico de drogas y el control de los mercados ilícitos constituyen otro frente estratégico en la ofensiva marroquí. La perpetuación y expansión de estos canales sirven para financiar actividades paralelas, fomentar la inseguridad y promover la cultura de la dependencia y la exclusión social en ciertos barrios vulnerables. La desestabilización económica y social derivada de estas operaciones contribuye a la fragmentación interna, además de debilitar el tejido social y el Estado de Derecho.

Este ataque por medio de drogas forma parte de la guerra de recursos, erosionando la moral, la salud pública y generando una percepción de inseguridad que afecta la confianza en las instituciones.

Al mismo tiempo, se han consolidado grupos marroquíes que se benefician de este tráfico, que penetra a través de la corrupción en el entramado de los estados, que tienen, por ejemplo un gran poder en Bélgica y Holanda y que, cuando escapan, se refugian libremente en Marruecos.

Guerra económica y presión sobre recursos estratégicos

El control o la influencia sobre sectores económicos clave, como el turismo y la agricultura, también puede estar vinculada a una estrategia de desgaste económico del Estado español. Al acaparar mercados y manipular cadenas de suministro, Marruecos logra ampliar su influencia, generando dependencia o debilitando a sus rivales económicos. Además, la influencia en las instituciones internacionales para justificar y defender estas acciones refuerza el componente global de su estrategia de guerra restricta.

La penetración en aguas territoriales canarias apropiandose de una lectura torticera de la legislación marítima partiendo desde las aguas del territorio saharaui ocupado, unido a las piscifactorías en aguas españolas no defendidas y que con el tiempo crea derechos históricos, la asfixia de Melilla con el puerto de Beni Ensar, West Med y el cierre de aduanas, lo mismo con Ceuta, la aduana y Tánger Med, que erosiona Algeciras, es una realidad que no se afronta y forma parte de la estrategia de guerra total marroquí contra España.

Implicaciones de la guerra de claves: desmoronamiento moral y valores identitarios

Por último, la promoción de ideologías contrarias a los valores tradicionales y la deslegitimación de la historia y cultura españolas en ciertos espacios mediáticos y académicos busca generar una crisis de identidad interna. La tensión social, el postmodernismo y las políticas de diversidad radicalizada contribuyen a crear un terreno fértil para la discordia interna y para la percepción de que el Estado ya no puede garantizar ciertos valores fundamentales.

También, el uso del recurso histórico. La vinculación tendenciosa de la historia de Al Ándalus a los imperios que se desarrollaron en el territorio del moderno Marruecos para, ya descaradamente, pasar a convertir Al Ándalus en una sucursal o apéndice de estos reinos de Taifas que se desarrollaron en la península y que tenían tanto en los reinos cristianos como en los reinos del actual Marruecos iguales enemigos.

La frase falaz constante del «esta es la tierra de nuestros abuelos» es una auténtica basura prolagandista del régimen criminal marroquí. La tierra es de los abuelos de los españoles, que por cierto, estudios genéticos dejan claro que no tienen nada que ver con los reinos norteafricanos porque la reconquista iba acompañada de la repoblación de los territorios conquistados.

El andalusismo (diferente del andalucismo) es otra mentira creada para confundir y apropiarse de la historia con objeto de, en su ficción, lograr derechos históricos que se traduzcan en justificación de la actual situación ya que si «esta es la tierra de mis abuelos»…se deriva que se debe tener un estatus especial.

Dentro de esto están trabajando en la idea de los moriscos, españoles conversos falsamente o no que eran agentes de los piratas de berbería o del imperio otomano, que se rebelaron y eran un peligro para la nación y fueron expulsados. En los territorios norteafricanos se fundieron con la población local y desaparecieron, la comparativa con los sefardíes es falaz ya que el sefardí sí mantuvo costumbres, idiomas, literatura, nombres y apellidos. Los moriscos, no.

Usar el pasado morisco para reclamar derechos sociales o políticos forma parte de esta estrategia de desmoralización que de forma aislada parece absurda pero que contextualizada como una rueda dentada más en un engranaje enfocado en destruir a España toma otra dimensión.

Conclusión

Desde esta visión, el accionar de Marruecos en España trasciende la dimensión diplomática o económica para convertirse en una estrategia de guerra irrestricta, en la que las parcelas social, ideológica y cultural son los principales frentes de batalla. La inmigración irregular, la influencia en medios y partidos políticos, el control del narcotráfico y la desestabilización ideológica constituyen elementos de una ofensiva diseñada para desgastar, dividir y debilitar internamente a España para tutelarla, chantajearla no como objetivo final sino como segundo paso ya que tras esta dominación (que ya ha comenzado) el siguiente objetivo es el exterminio de la cultura de los españoles, la anexión de territorios peninsulares (Marruecos sueña con Córdoba, Granada y Sevilla, no con Canarias, Ceuta o Melilla) y la destrucción de nuestra nación frente a la inacción de una casta política de Don Julianes y witizanos que, de nuevo, nos empujan a un destino similar al resultado de la batalla de Guadalete de 711.

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