La relación entre Marruecos y España ha estado marcada en los últimos tiempos por una serie de acciones que pueden calificarse como un acoso sistemático y hostil por parte de Marruecos hacia España. Lejos de ser una relación de cooperación, las políticas y comportamientos del gobierno marroquí parecen estar orientados a desafiar constantemente la autoridad española y a generar tensiones múltiples en diferentes ámbitos.
Uno de los principales ámbitos del acoso es la cuestión de Ceuta y Melilla, donde Marruecos no ha cesado en su intento de reclamar estos territorios como propios, intensificando presiones y provocaciones. Además, la gestión de la inmigración por parte de Marruecos a menudo se ha caracterizado por una actitud de bloqueo y manipulación, facilitando la entrada de inmigrantes irregulares con la intención de presionar a España y desestabilizar su política migratoria.
En ambas ciudades el control del flujo migratorio está en manos del régimen marroquí que lo usa cuando quiere y como quiere. Pero en Melilla es peor por el ahogo del puerto de Melilla por el de Beni Ansar y el West Med.
Sin contar el problemas de las aguas en Chafarinas o Canarias, que Marruecos reclama, y que también ha invadido con sus MENAS, de los cuales hay más de 20.000 indultados que eran delincuentes y han acabado aquí.
Por si fuera poco, Marruecos no duda en emplear amenazas, campañas de desinformación y provocaciones diplomáticas para intimidar a España, dañando la relación bilateral y obstaculizando cualquier posible avance hacia la cooperación en áreas de interés mutuo. La constante interferencia en asuntos que afectan la soberanía española demuestra una política de hostigamiento que parece tener como único objetivo obtener ventaja a expensas del país vecino.
El acoso a los periodistas españoles que realizan labores de investigación, como Ignacio Cembrero, por parte de la prensa marroquí o de los lobistas marroquíes en España es tremendo, el que una dictadura absolutista realice intentos de callar a periodistas extranjeros en sus propios países democráticos es inaudito.
Mismos lobistas que han logrado parasitar partidos políticos tanto centristas como el PSOE y en menor medida el PP, así como algunos partidos separatistas como los catalanes da buena muestra de la politica tóxica que mantiene Marruecos contra España.
Este comportamiento hostil refleja una actitud de Marruecos que va mucho más allá de una disputa convencional: se trata de una estrategia deliberada de acoso para debilitar la posición de España en el norte de África y avanzar en sus propios intereses expansionistas mediante la presión y la provocación constante.
Las labores de la inteligencia marroquí, buscando focos de conflicto para desestabilizar España es una constante pero también para buscar erosionar las capacidades económicas del país usando la legislación europea y española a favor.
En resumen, Marruecos ha adoptado una estrategia de acoso y hostilidad perpetua contra España, utilizando diversos recursos y tácticas para desafiar, desacreditar y presionar a nuestro país, poniendo en riesgo la estabilidad regional y la soberanía española en varios frentes.