Seguimos trabajando en Otralectura.com sobre las cuestiones que atañen a las relaciones España – Marruecos. Tras la entrevista a Juan Sergio Redondo, líder de VOX en Ceuta. Vamos a tratar la cuestión de Melilla con José Miguel Tasende Souto, preside el CECA de Melilla desde 2021. En su currículum está el ser durante veinte años capitán marítimo de Melilla, con responsabilidad también sobre las islas Chafarinas y los peñones de Alhucemas y de Vélez de la Gomera. Es doctor en Marina Civil por la Universidad de La Coruña y licenciado en Derecho por la UNED. Tasende es presidente provincial de VOX Melilla y portavoz del Grupo Mixto en la Asamblea.

Pregunta: Cómo melillense, ¿qué grandes éxitos y fracasos se han producido en la ciudad desde que en 1995 obtuvo el estatus de Ciudad Autónoma?
Sinceramente, pocos éxitos y muchos fracasos. El sistema autonómico, en su conjunto, ha resultado nefasto para Melilla y para España. Ha debilitado la unidad nacional al transferir competencias esenciales a una clase política localista e incompetente, más preocupada por sus privilegios y chiringuitos ideológicos que por el bien común. En vez de acercar la administración al ciudadano, la autonomía ha creado duplicidades y derroche: se consume el dinero público en identidades inventadas, subvenciones inútiles y redes clientelares. Melilla no es una excepción; al contrario, refleja este desastre.
Un ejemplo sangrante lo vemos en nuestros territorios periféricos. Durante el reparto autonómico nadie se acordó de las islas Chafarinas ni de los peñones de Alhucemas y Vélez de la Gomera. Esos territorios españoles quedaron al margen de cualquier municipio o comunidad, una anomalía jurídica increíble.
¿Consecuencias?
Inmediatas y graves: ya no hay población civil allí que afirme nuestra soberanía y, aprovechando ese vacío, Marruecos se atrevió a ocupar de facto aguas españolas instalando piscifactorías ilegales junto a Chafarinas. Esto es lo que nos ha traído la dejadez autonómica. Los supuestos “beneficios” de la Ciudad Autónoma brillan por su ausencia; Melilla sigue sumida en los mismos problemas de siempre, e incluso agravados por la falta de un Estado fuerte y presente. En definitiva, el balance desde 1995 es desolador: ningún éxito relevante y un cúmulo de fracasos que ponen en riesgo la españolidad y el futuro de la ciudad.
2.Melilla, como Ceuta, por su carácter especial tiene un sistema financiero y económico diferente. ¿Cómo se ha desarrollado la ciudad en ese ámbito, en creación de empleo, empresas, paro?
Melilla tiene dos “vallas” que la aíslan. Una es la valla física, la frontera con Marruecos, que sufrimos a diario con asaltos y tensiones. La otra valla es fiscal e invisible, pero igual de real: un régimen económico especial que nos separa del resto de España y de Europa. Este estatus fiscal teóricamente nos da ciertas ventajas impositivas, pero en la práctica ha funcionado como un muro económico. Cuando un melillense viaja a la Península, sus maletas pasan un control aduanero especial porque, aunque seamos tan españoles como cualquiera, para Hacienda venimos de un “tercer territorio”. Estamos fuera del IVA y de la unión aduanera, lo que nos convierte en una rareza aislada. Lejos de traernos prosperidad, este régimen mantiene a Melilla hundida en el abandono y la dependencia debido a las dificultades administrativas de traer y llevar mercancías a la Península.
Para colmo, existe la llamada “excepción Melilla”: no se aplica el IVA y en su lugar tenemos el IPSI. Se diseñó pensando en facilitar el comercio con nuestro vecino —hoy por hoy, nuestro enemigo comercial— Marruecos. ¿De qué ha servido? De bien poco.
Marruecos decidió unilateralmente cerrar la aduana comercial en 2018, asfixiando nuestra economía local. Aquello que se suponía una ventaja (un régimen fiscal diferente para ser puente de comercio) se convirtió en una losa: quedamos fuera del mercado común sin poder beneficiarnos de él, y al mismo tiempo Marruecos nos cierra la puerta del suyo. El resultado es devastador. Las inversiones privadas huyen ante tanta incertidumbre, el tejido empresarial es raquítico y dependiente casi totalmente del sector público, y el desempleo de Melilla está siempre a la cabeza de España. Hablamos de tasas de paro que rondan el 30% y un desempleo juvenil escandalosamente alto del 58%, síntomas de un modelo económico fracasado. En resumen, el “régimen especial” ha sido otro cerrojo más: en vez de ser una palanca de desarrollo, nos ha aislado del resto de España y ha frenado la creación de empresas y empleo. Melilla necesita integrarse plenamente en la economía nacional y europea para despegar, no seguir separada por esta valla fiscal que solo ha traído estancamiento.
3.Hemos visto durante años saltos en la valla de Melilla que han puesto en riesgo a policías y guardias civiles. ¿Cómo afecta ese fenómeno a Melilla? ¿Ha cambiado realmente la composición étnica y cultural de la ciudad?
Los asaltos masivos a la valla fronteriza son algo más que incidentes aislados: forman parte de una estrategia calculada. Hablamos de una invasión migratoria dosificada por Marruecos y tolerada —cuando no fomentada— por los distintos gobiernos débiles de España. Su objetivo es claro: alterar la composición demográfica y cultural de nuestro país para diluir su identidad. Y en parte lo están consiguiendo. Melilla, como el resto de España, no es la misma de hace un par de décadas. La entrada ilegal y descontrolada de miles de personas ha cambiado barrios enteros y ha generado tensiones sociales inéditas. Donde antes solo ondeaban símbolos españoles, ahora vemos proliferar costumbres y lenguas ajenas a nuestra tradición.
Además, esta inmigración irregular masiva tiene otro efecto perverso: dificulta la inmigración legal y ordenada. Se colapsan los sistemas de acogida, aumenta la inseguridad y se crean bolsas de economía sumergida. En España existen leyes claras que todos debemos respetar; por eso VOX defiende que quien entra ilegalmente debe ser repatriado legalmente a su país de origen, con todas las garantías, pero con toda firmeza. No podemos premiar la entrada ilegal porque eso solo anima a más saltos temerarios y rompe la equidad con los inmigrantes que sí esperan su turno y cumplen las normas.
En Melilla, en particular, sufrimos a diario las consecuencias. No solo es la valla asaltada periódicamente por grupos violentos de centenares de individuos; es que además tenemos un constante goteo de ilegales que intentan regularizar su situación de formas fraudulentas. Hemos visto redes de empadronamientos falsos, marroquíes que simulan matrimonios de conveniencia o lazos familiares inexistentes para obtener papeles, tramas para colar menores de edad (los llamados menas) en la península… La Policía desarticula una red y pronto surge otra, alimentada por mafias que se lucran del efecto llamada. ¿Y cuál es el resultado? Que la ciudad va cambiando sin que sus ciudadanos lo hayan decidido en las urnas. Hoy pretenden incluso convencernos de que la lengua tamazight es autóctona y propia de Melilla, cuando todos sabemos que nuestra ciudad, desde su fundación española, habló siempre español y únicamente español.
Esa falsificación de la realidad solo es posible gracias a la alteración demográfica y cultural en marcha. En pocas palabras, la inmigración ilegal descontrolada está poniendo en jaque la identidad de Melilla y la seguridad de nuestros agentes, y es responsabilidad del Gobierno de España frenarla de inmediato. Vox lo tiene claro y por eso exige orden, ley y respeto a nuestras fronteras.

4.Marruecos ha adoptado una posición muy agresiva con Melilla. Aparte de las amenazas constantes de anexión, vemos cómo el puerto de Nador casi ha eclipsado al de Melilla o cómo cierran las aduanas para presionar a la ciudad. Desde VOX, ¿qué pensáis que están haciendo y cómo tiene pensado VOX Melilla abordar esta situación? ¿Y VOX a nivel nacional?
Marruecos lleva años aplicando una estrategia hostil, a veces soterrada y otras vez descarada, para ahogar a Melilla y forzar una claudicación de nuestra soberanía. En VOX lo tenemos clarísimo y lo hemos denunciado desde el primer día. En Melilla, cada vez que Rabat da un paso contra nuestros intereses, somos los primeros en alzar la voz.
Fuimos nosotros quienes presentamos en el Congreso de los Diputados preguntas sobre la piscifactoría marroquí ilegal en aguas de las Chafarinas, exigiendo al Gobierno de España una respuesta firme ante ese nuevo atentado contra la soberanía nacional. Y, por supuesto, somos nosotros los que constantemente señalamos otras agresiones: la presencia de menores extranjeros no acompañados (MENAs) en Melilla en situación ilegal que deberían ser devueltos con sus familias en Marruecos; la pretensión de algunos de oficializar aquí el tamazight a la que nos oponemos tajantemente; o cualquier iniciativa que trate de diluir nuestras tradiciones y costumbres españolas. En la Asamblea de Melilla, el equipo de VOX presenta una y otra vez propuestas en defensa de la españolidad de la ciudad, de apoyo a nuestras Fuerzas de Seguridad y de denuncia de cada atropello que sufrimos a manos del reino alauí.
La diferencia de VOX con otros partidos es que nosotros no nos callamos ni nos andamos con paños calientes. Solo VOX habla claro y alto sobre lo que pasa en Melilla y en España. Llamamos a las cosas por su nombre: a lo que hace Marruecos, chantaje y expansionismo; a lo que hace nuestro gobierno central, cobardía y complicidad por mirar hacia otro lado. Por eso mismo, VOX Melilla tiene un plan de choque: exigimos el refuerzo inmediato de la seguridad en la frontera, con todos los medios necesarios; pedimos la reapertura controlada de la aduana comercial pero desde una posición de fuerza, no de sumisión, de modo que sea beneficiosa para Melilla sin permitir el contrabando desenfrenado; reclamamos que se acabe la ambigüedad con nuestra lengua y cultura – aquí se habla español y punto, y nuestras fiestas y símbolos nacionales no se tocan.
A nivel nacional, VOX defiende exactamente lo mismo en el Congreso y en Europa. Nuestro partido exige al Gobierno de España que deje de ceder terreno: ni Sahara, ni aguas canarias, ni Ceuta, ni Melilla. ¡Basta ya de concesiones a Marruecos! Proponemos una política exterior de firmeza: condicionar cualquier ayuda o acuerdo con Rabat al respeto absoluto a nuestras fronteras. Queremos que España plante cara en la Unión Europea, que se denuncie la compra de voluntades por parte de Marruecos en Bruselas (lo vimos en el escándalo “Morocco-gate” que increíblemente sigue sin investigarse a fondo).
Y, sobre todo, VOX nacional tiene claro que la defensa de Melilla es irrenunciable: si algún día tenemos responsabilidades de gobierno en Madrid, actuaremos sin titubeos para blindar la soberanía de nuestras ciudades autónomas. En resumen, tanto en Melilla como en toda España, VOX está afrontando esta situación con valentía y propuestas concretas. Por eso cada vez más ciudadanos, especialmente jóvenes, confían en nosotros: porque ven que somos los únicos que defendemos a Melilla y a España hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga.
5.¿Es Marruecos una amenaza real contra Melilla? ¿Cómo perciben los melillenses el papel marroquí en el uso de la inmigración ilegal, el acoso económico y el narcotráfico desde Marruecos?
Más que una amenaza potencial, Marruecos es un agresor en pleno acto. Una amenaza sería un mal que podría suceder; lo de Marruecos con Melilla es un mal que ya está sucediendo día tras día. Los melillenses lo sabemos bien, porque sufrimos en carne propia todas esas tácticas de hostigamiento que usted menciona. El régimen marroquí emplea una combinación de guerra híbrida y acoso constante para debilitarnos, y utiliza cualquier medio a su alcance para hacer daño. Le doy varios ejemplos claros:
Inmigración ilegal masiva: Marruecos abre y cierra el grifo de la inmigración a conveniencia, dejando pasar a cientos de personas para asaltar nuestra valla cuando quiere presionar a España. Lo hace con fría estrategia, casi con diabólica delectación, sabiendo el caos que provoca en Melilla y la imagen de debilidad que proyecta sobre nuestro país. Cada avalancha humana no es casual: forma parte de su plan para desestabilizarnos y demográficamente inundar la ciudad con súbditos suyos o peones que instrumentaliza.
Narcotráfico: El flujo de droga desde Marruecos hacia Melilla y la península es constante. El norte de Marruecos, no lo olvidemos, es uno de los mayores productores de hachís del mundo. Las mafias introducen fardos de droga saltando la valla o por vía marítima, y las autoridades alauíes miran hacia otro lado cuando no están directamente implicadas. Hace solo unos días, sin ir más lejos, la Guardia Civil interceptó un fardo de 34 kilos de droga arrojado desde el otro lado de la frontera. Así de descarado es el asunto. El narcotráfico trae inseguridad, crea adicción entre nuestros jóvenes y financia redes criminales; y todo apunta de nuevo a Marruecos como origen del problema.
Redes yihadistas y delincuencia organizada: Marruecos también juega con el terrorismo islamista como arma de doble filo. Por un lado, tolera —o incluso alienta en la sombra— la formación de células radicales y de delincuencia en su propio territorio y entre sus emigrantes en Europa; por otro lado, luego se ofrece a “cooperar” con España para desarticular esas mismas células, pretendiendo aparecer como nuestro salvador. Es un juego cínico y peligroso. Recordemos que varias tramas terroristas desmanteladas en España tenían ramificaciones en Marruecos o entre marroquíes. Y no es ningún secreto que las cárceles europeas están llenas de miembros de mafias de origen magrebí. Los melillenses percibimos con mucha preocupación cómo estas redes delictivas, sea el yihadismo, sea la mafia del contrabando de personas o mercancías, tienen en Marruecos su base o su refugio. Cada vez que Rabat “colabora” contra el terrorismo o el crimen organizado, lo hace esperando arrancar contrapartidas políticas a España, como ya ha sucedido.
Acoso económico y comercial: Como he mencionado, Marruecos cerró la aduana comercial de Melilla de un día para otro, estrangulando a cientos de comerciantes locales que vivían del flujo legal de mercancías. Juegan a dejarnos sin oxígeno económico. Y si alguna actividad les incomoda, la prohíben abruptamente. Es un asedio económico en toda regla, destinado a que Melilla se hunda en la miseria y así debilitar nuestra posición.
En Melilla, la población es muy consciente de este acoso integral por parte de Marruecos. Aquí nadie se engaña: sabemos que el reino vecino utiliza la inmigración ilegal como ariete, la droga como veneno y el comercio como arma para sus fines expansionistas. La sensación general entre los melillenses es de hartazgo e impotencia, porque vemos que el Gobierno central no responde con la firmeza debida. Nos sentimos abandonados muchas veces, como si en Madrid prefirieran mirar a otro lado mientras nosotros resistimos en primera línea. Pero también hay una creciente indignación que se está convirtiendo en determinación: Melilla no va a rendirse ni a acostumbrarse a vivir bajo la bota marroquí. Cada vez más ciudadanos levantan la voz pidiendo seguridad, orden y respeto a nuestra soberanía. Y esa voz, en lo político, la encarna VOX, que no duda en llamar a Marruecos lo que es —una amenaza real y actual— y en exigir al Estado español que cumpla su obligación de protegernos.

6.¿Han sido siempre así las relaciones o Marruecos ha ido tensando la situación? Si es así, ¿dónde situarías el punto de inflexión donde Marruecos decidió convertirse en abiertamente hostil a Melilla y España?
Las relaciones entre España y Marruecos nunca han sido fáciles, eso es evidente. Marruecos, desde su independencia en 1956, nunca ha renunciado a su fantasía irredentista sobre Ceuta y Melilla. Siempre han considerado nuestras ciudades como “presidios ocupados”, y periódicamente su prensa y sus políticos lanzan las ya cansinas amenazas de anexión. Dicho esto, es cierto que en los últimos años Rabat ha ido tensando la cuerda hasta extremos que podríamos calificar de abiertamente hostiles. Ha pasado de las palabras a los hechos con mayor descaro conforme percibía debilidad o división en España.
Si tuviera que señalar puntos de inflexión, destacaría varios momentos clave. Uno fue la crisis del islote Perejil en 2002, cuando tropas marroquíes ocuparon ese pequeño territorio español esperando medir la reacción española. Aquello se resolvió rápidamente con una operación de nuestras Fuerzas Armadas, pero fue un aviso de hasta dónde estaba dispuesto a llegar Marruecos.
Otro hito importante ha sido esta última década, especialmente a partir de 2018. ¿Qué pasó en 2018? Marruecos cerró unilateralmente la aduana comercial de Melilla, asestando un golpe durísimo a nuestra economía. Fue un acto hostil sin paliativos, casi una declaración de guerra comercial, que marcó un antes y un después. Desde entonces, la actitud marroquí ha sido asfixiar a Melilla en todos los frentes, ya sin disimulo.
También hay que citar la crisis migratoria de mayo de 2021 en Ceuta, cuando Marruecos, enfadado por un asunto diplomático, abrió deliberadamente la frontera para que miles de sus ciudadanos (incluso menores de edad) entrasen ilegalmente en Ceuta en un solo día. Fue un chantaje brutal retransmitido en directo: utilizó a sus propios súbditos, incluidos niños, como arma política contra España. Eso mostró al mundo la verdadera cara del régimen de Mohamed VI. Y mientras tanto, en Melilla, seguíamos con la frontera cerrada y el comercio muerto.
El colofón de esta escalada llegó en 2022, con la inexplicable cesión del Gobierno de España en la cuestión del Sáhara Occidental. En marzo de 2022, Pedro Sánchez cambió décadas de política exterior para alinearse con las pretensiones marroquíes sobre el Sáhara, dándole a Mohamed VI una victoria diplomática inesperada. Ese giro fue visto por Marruecos como lo que fue: una claudicación histórica de España. A partir de ahí, Rabat entendió que podía seguir apretando, porque en Moncloa había un socio dócil dispuesto a tragarse sapos. No es casualidad que tras ese triunfo diplomático Marruecos siga sin reabrir plenamente la frontera de Melilla ni normalizar el tránsito comercial; al contrario, mantiene su agenda de hechos consumados (como la piscifactoría en Chafarinas que instaló en 2021) y continúa lanzando pulsos, seguro de que este Gobierno español mira hacia otro lado.
En resumen, Marruecos siempre tuvo aspiraciones sobre Melilla, pero ha ido incrementando su hostilidad en función de nuestra debilidad. Desde luego, el cierre de la aduana en 2018, la utilización masiva de la inmigración como arma en 2021 y la complacencia española con el Sáhara en 2022 son puntos de inflexión que han envalentonado a Rabat. Hoy nos encontramos con un Marruecos crecido, dictatorial y expansionista, convencido de que puede tensar la situación casi sin límites. Solo una respuesta firme de España —que VOX está dispuesto a liderar— podrá frenar esta deriva. Mientras eso no ocurra, Marruecos seguirá probando hasta dónde puede llegar en su acoso a Melilla y a toda España.
7.¿Se ha producido una islamización o una “marroquinización” de ciertos sectores de la sociedad melillense? ¿Y qué significa eso para la Ciudad Autónoma?
Desgraciadamente, sí. Melilla, al igual que buena parte de Europa, está experimentando un proceso de cambio demográfico y cultural que podríamos describir como marroquinización en determinados ámbitos. Esto significa que en sectores de nuestra sociedad —barrios, asociaciones, incluso formaciones políticas locales— la influencia de Marruecos y del islamismo más tradicionalista ha crecido en las últimas décadas. Las cifras hablan por sí solas: la proporción de población de origen marroquí en Melilla ha aumentado significativamente. En principio, esto no tendría por qué ser un problema si esa nueva población se integrase plenamente, compartiendo los valores y lealtades constitucionales. El problema es que Marruecos se asegura de que una parte de esa población no se integre, sino que mire hacia Rabat. Y así, vemos cómo ciertos líderes locales y colectivos, amparándose en la diversidad cultural, promueven cambios que nos alejan de nuestra esencia española.
¿Ejemplos? La insistencia en dar oficialidad al tamazight, una lengua vinculada al Rif, presentándola falsamente como “propia” de Melilla, es un claro ejemplo de marroquinización simbólica. También la creciente influencia de costumbres y festividades importadas, o la presión para que en la vida pública melillense se pongan por delante las señas de identidad magrebíes frente a las tradiciones españolas de siempre. Sin ir más lejos, en Melilla ya se ha propuesto en ocasiones equiparar o incluso reemplazar celebraciones clásicas españolas por otras de carácter marroquí, algo impensable hace unas décadas. Y no olvidemos el fenómeno del voto comunitarista: partidos locales que basan su apoyo en una identificación étnico-religiosa, alimentando la idea de que una parte de la población melillense debe actuar políticamente según dictados de sus líderes religiosos o de consignas dictadas desde Marruecos. Eso es muy peligroso porque fractura la sociedad en líneas comunitarias.
Las consecuencias para Melilla de esta marroquinización son gravísimas. Para empezar, se pone en riesgo la convivencia y la lealtad hacia España. Una sociedad dividida en compartimentos estancos, donde unos siguen los dictados de Rabat o de imames radicales y otros intentan mantener la cultura occidental, es una sociedad debilitada y conflictiva.
Además, esta tendencia facilita la infiltración de elementos extremistas. No es casualidad que el integrismo intente pescar en aguas revueltas allí donde hay comunidades musulmanas desintegradas o marginadas: Melilla podría convertirse en caldo de cultivo de radicalización si seguimos ese rumbo, igual que ha ocurrido en barrios de Bruselas, de París o de Estocolmo.
Me duele decirlo, pero solo hay que mirar a Europa: Holanda ha visto cómo la princesa heredera Amalia tuvo que alejarse un tiempo por amenazas de la “mocromafia” (la mafia de origen marroquí) que campa en su territorio; Suecia se ha convertido en un semillero de sicarios de origen magrebí, tristemente célebres por aterrorizar a los países nórdicos; en Bélgica, en Francia, en tantos países, se han formado guetos donde impera la ley del más fuerte y donde la integración es una palabra vacía.
Eso es la “barbarie” de la que hablamos: no una cultura extranjera superior que venga a conquistarnos, sino la degradación de nuestros barrios por la delincuencia, el fundamentalismo y la ausencia de valores democráticos. Que Europa, la cuna de la civilización occidental, esté retrocediendo ante esas dinámicas no es admisible.
Por suerte, en toda Europa está surgiendo una reacción sana ante este fenómeno. Los europeos de a pie, cansados de inseguridad y de relativismo, están alzando la voz. En muchos países están creciendo alternativas políticas que reivindican con orgullo la identidad nacional y los valores occidentales, y que dicen sin miedo que no van a permitir que la barbarie sustituya a la civilización. En España, esa respuesta la encabeza VOX.
¿Qué significa esto para Melilla? Significa esperanza. Significa que aún estamos a tiempo de frenar la marroquinización de nuestra ciudad. Melilla seguirá siendo española, católica o laica pero siempre occidental y libre, mientras los melillenses de corazón español no bajemos los brazos. En VOX luchamos para que en nuestra ciudad autónoma se respete la ley, se integren los que vengan con voluntad de ser españoles leales, y se neutralice cualquier intento de suplantar nuestras señas de identidad. No vamos a consentir que Melilla se convierta en una extensión más del norte de Marruecos. Melilla es España y seguirá siéndolo, con toda su riqueza cultural interna, sí, pero sin perder nunca el alma española que la ha definido desde 1497.
8.¿Cree que desde la Península se entiende correctamente la situación en Melilla y el riesgo grave que existe en la ciudad por parte del acoso marroquí?
Sinceramente, creo que muchos españoles peninsulares no llegan a comprender del todo la realidad que vivimos en Melilla. No por mala fe, sino porque la lejanía geográfica y, sobre todo, la manipulación informativa del Gobierno central hace que les llegue una versión muy edulcorada o distorsionada de lo que aquí sucede. Para la mayoría, Melilla aparece en las noticias solo cuando hay un salto masivo a la valla o algún incidente puntual, y a menudo se presenta como algo humanitario o anecdótico, sin conectar los puntos de la trama marroquí.
Es decir, en la Península muchos ven los árboles (el inmigrante llegando, el menor no acompañado, el rifirrafe diplomático) pero no el bosque (la estrategia integral de Marruecos para debilitarnos). También influye cierta desidia histórica: a algunos compatriotas les cuesta imaginar que en pleno siglo XXI una parte de España pueda estar verdaderamente amenazada en su integridad. Creen, erróneamente, que lo de Marruecos son solo bravuconadas sin importancia o “cosas de melillenses alarmistas”. Nada más lejos de la realidad.
Como he explicado, no hablamos de riesgos futuros, sino de daños presentes. Melilla ya sufre hoy las consecuencias del acoso marroquí, y ese acoso se extiende en distinto grado a Ceuta, a Canarias (recordemos sus maniobras para apropiarse de aguas cercanas a las islas) e incluso al conjunto de España vía presión migratoria o chantajes diplomáticos. De hecho, abarca prácticamente a toda Europa mediante la exportación de radicalismo y crimen organizado. Es un problema de civilización, podríamos decir, no solo local.
Ahora bien, soy optimista porque esto está empezando a cambiar. Cada vez más españoles de la Península abren los ojos. Han visto las imágenes de Ceuta desbordada en 2021, conocen las noticias de las cesiones vergonzosas de nuestro gobierno a Marruecos, les alarma la inseguridad creciente en Europa… Poco a poco entienden que la defensa de Melilla no es un capricho local, sino una causa nacional.
Y en ese despertar VOX tiene mucho que ver. Nuestro partido ha llevado al Congreso, a los parlamentos autonómicos y a los medios de comunicación la voz de Melilla y Ceuta como nunca antes. Hemos forzado debates sobre la soberanía, sobre la inmigración ilegal, sobre la necesidad de reforzar nuestras fronteras. Hemos desenmascarado las mentiras complacientes del Gobierno y hemos plantado cara al discurso progre dominante que nos tildaba de exagerados. Gracias a ello, hoy hay millones de españoles conscientes de que Melilla es una primera línea de la que depende también su seguridad y su patria.
En definitiva, durante mucho tiempo en la Península no se entendió correctamente lo que pasaba en Melilla, pero eso está cambiando. El mensaje de VOX está calando: España no puede permitirse perder Melilla ni dejarla languidecer, porque sería perder parte de sí misma. Y ese mensaje es de esperanza y de victoria. No hablamos solo de alarmar, hablamos de solucionar. Decimos a nuestros compatriotas que esto tiene arreglo si actuamos unidos y con firmeza. Melilla puede volver a la senda del orden y del bienestar, y de hecho toda España puede fortalecerse si defiende sin complejos cada palmo de su territorio.
El futuro de Melilla no tiene por qué ser la inquietud permanente; puede y debe ser la prosperidad y la tranquilidad bajo la bandera española. Así que soy optimista: con el apoyo de todos los españoles de bien, venceremos este desafío. Melilla seguirá siendo orgullosamente española, y España volverá a sentirse orgullosa de no haber mirado hacia otro lado. Ese es el compromiso de VOX, un compromiso de renovación, orden y esperanza para Melilla y para toda la Nación.