El Acuerdo de Houston representa un hito en la compleja historia del conflicto del Sahara Occidental, un problema persistentemente enredado en cuestiones de autodeterminación, soberanía y geopolítica.
Un conflicto que implicó la salida de España, los ilegales Acuerdos de Madrid y la posterior invasión ilegal de Marruecos, violando la Carta de Naciones Unidas y Derecho Internacional Público. Este acto ilegal, que no puede ser convalidado, tiene una serie de paradojas.
La primera es que el régimen marroquí dice que el territorio saharaui es parte irrenunciable de Marruecos, yo pregunto ¿Por qué renunciaron a más de un tercio de ese territorio irrenunciable en los Acuerdos de Madrid a favor de Mauritania?
Sobre el «inaceptable» referéndum de autodeterminación saharaui, ¿Por qué el rey Hassan II en una conferencia de la Unión Africana en 1981 dijo que aceptaría un referéndum?, referéndum que se le propondría la década siguiente, en los Plan Baker y Acuerdos de Houston.
Este análisis profundiza en estos aspectos históricos, políticos y diplomáticos que rodearon este acuerdo, subrayando sus implicancias y las dificultades que enfrentó para lograr una resolución sustentable.
Contexto histórico y antecedentes
El Sahara Occidental, antigua provincia española, estuvo marcado por una serie de eventos que moldearon su escenario actual. La muerte del general Franco, la llegada del nuevo sistema y la restauración de los Borbones implicó la retirada española en 1975 y abrió las puertas a reivindicaciones contradictorias: Marruecos reclamó y ocupó la mayor parte del territorio, mientras que el Frente Polisario proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), buscando la autodeterminación del pueblo saharaui.
Una autodeterminación sustentada por la Carta de Naciones Unidas y resoluciones como la 1514 de Descolonización de África o la 2625 sobre la soberanía de los estados y no injerencia en los asuntos internos.
España hizo bien en irse, pero no en entregar el territorio a Marruecos y Mauritania, que se retiraría en 1979 reconociendo al POLISARIO. Momento en el que Marruecos avanzó sobre el territorio de la mano del dictador Hassan II.
El apoyo de Argelia al Polisario fue determinante, fortaleciendo una lucha que persistió por décadas. La presencia de recursos naturales y la ubicación estratégica del Sahara también jugaron un papel en la relevancia del conflicto en el escenario internacional marcado por la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética pero, también, en la menos conocida Guerra Fría Árabe en la cual se enfrentaron las Repúblicas Árabes contra los estados monárquicos. En este caso, Argelia y Marruecos representaban claramente esta linea en el Magreb Occidental.
El papel de Naciones Unidas y el Plan Baker
Tras años de enfrentamientos y estancamiento, la comunidad internacional, principalmente la ONU, buscó una solución mediante negociaciones. En 1991 se avanzó con un alto el fuego, lo que fue un esfuerzo para estabilizar la región y facilitar un proceso de autodeterminación. James Baker, en su rol de diplomático, desarrolló los denominados «Planes Baker»—diseños de acuerdo que buscaban combinar autonomía regional con elementos de soberanía, y que contemplaban un referéndum para determinar la voluntad del pueblo saharaui. La aceptación inicial de Marruecos y el rechazo del Polisario a ciertos aspectos del plan reflejaron las tensiones persistentes y la dificultad de encontrar un consenso aceptable para todas las partes.
El Acuerdo de Houston como intento de solución diplomática
El Acuerdo de Houston, firmado en 1997, significó el primer compromiso oficial en el proceso de paz entre las partes rivales. En él, se establecieron mecanismos para la identificación de votantes y la retirada de tropas, abriendo la puerta a la organización de un referéndum en el Sahara Occidental. Sin embargo, a pesar de su carácter emblemático, el acuerdo enfrentó obstáculos importantes, principalmente la controversia en torno a la lista de votantes.
El plan de Marruecos (y sigue siendo) ampliar la lista basada en el censo de 1975 insertando colonos marroquíes en ese territorio, lo que potencialmente alteraba la composición demográfica del referéndum, que sería favorable a los intereses de Rabat, mientras que el Polisario defendía un recuento basado en la población nativa de la década de los 70 y sus descendientes, recordemos que la condición de refugiado se hereda, ergo ese censo de población también se transmite a sus descendientes por lo que la tétrica estrategia marroquí de dejar pasar el tiempo hasta que mueran los saharauis censados en 1975 no tiene sentido ya que se transmite la condición de refugiado vinculado a ese censo, por lo que los descendientes actuales, que representa un mayor volumen de población saharaui, precisamente, va contra los intereses de Marruecos.
Aunque el gobierno de Rabat, que ha tomado por la fuerza gran parte del Sáhara Occidental, realmente jamás ha pensado en ofrecer un referéndum que sabe que van a perder e intenta convalidar con acuerdos políticos aquello sobre lo que jurídicamente no tiene legitimidad.
Este desacuerdo refleja uno de los problemas centrales en procesos de autodeterminación: la resistencia de las partes a aceptar cifras y criterios que puedan limitar sus aspiraciones políticas o alterar el equilibrio demográfico y territorial. La negativa de Marruecos a aceptar la propuesta y su posterior rechazo del acuerdo evidencian las profundidades de los obstáculos diplomáticos y las urgencias geopolíticas que lo acompañan.
Implicaciones y desafíos futuros
El Acuerdo de Houston no resolvió definitivamente el conflicto, pero sí puso en evidencia las posibilidades y límites de la diplomacia internacional para abordar un problema endémico. La resistencia de las partes a llegar a un acuerdo definitivo refleja la sensibilidad de la cuestión territorial y de autodeterminación. Además, la influencia de actores externos —Estados Unidos, Argelia, Francia y otros— continúa afectando la dinámica, enfatizando que la solución del Sahara Occidental trasciende los acuerdos bilaterales.
El rechazo del plan por parte de Marruecos y la retirada de Baker en 2004 marcaron el fin de un ciclo de esfuerzos diplomáticos intensos, dejando la situación en un estado de estancamiento relativo.
Sobre todo tras la propuesta en 2007 de un plan de autonomía para los saharauis, de nuevo, convalidar con el tiempo y sortear el referéndum. La Doctrina Stimson no permite la convalidación de actos ilegales bajo la premisa de que los actos ilegales no pueden crear ley.
En todo caso, el plan de autonomía para el Sáhara Occidental sólo sería legal y legítimo tras la celebración del referéndum con los saharauis censados en los 70 y sus descendientes y que estos decidieran voluntariamente formar parte de Marruecos, cosas inverosímil que nadie espera, ni Rabat.
Otro punto, ¿Alguien cree que un régimen absolutista, dictatorial e islamista (el rey es el amir al muminim, comendador de los creyentes), que incumple los estándares de defensa de los Derechos Humanos y las señas de identidad locales como la de los bereberes rifeños, va a respetar a los saharauis, su expresión cultural, lingüística y su estructura política autónoma?, siendo como es un estado hipercentralizado no ya en torno al ejecutivo, sino en torno a la corte real y el majzen, que tiene en su centro al rey. Obviamente no.
No cabe planes marroquíes extravagantes ni paralelos, Hassan II lo dijo en Nairobi en la Conferencia de la Unión Africana en 1981, se aceptó el segundo Plan Baker y los Acuerdos de Houston, el POLISARIO ha cumplido con la ONU y la MINURSO, Marruecos no.
Marruecos ha usado la MINURSO para torpedear el proceso y usarlos como escudos situando sus bases cerca de los edificios de la MINURSO y para intentar engañar a la ONU.
La comunidad internacional sigue enfrentando la necesidad de facilitar negociaciones que tengan en cuenta los intereses legítimos de los saharauis y las dinámicas regionales, incluyendo el papel de Argelia y las consideraciones estratégicas y económicas.
Conclusión
El Acuerdo de Houston fue un intento pionero para resolver un conflicto que lleva décadas en un estado de impasse. Su importancia radica en haber establecido mecanismos y un marco para posibles soluciones, aunque su incumplimiento y los desacuerdos subsiguientes subrayan la dificultad de gestionar cuestiones de autodeterminación en contextos donde las reivindicaciones nacionales e intereses geopolíticos están en juego. La resolución definitiva del Sahara Occidental requerirá aún de un compromiso renovado o de una política de sanciones contra Marruecos para que cumpla con sus obligaciones adquiridas en Houston.
Es necesario que se equilibren los derechos del pueblo saharaui más allá de las sensibilidades y realidades de los actores regionales y mundiales en el siglo XXI y las embestidas del lobby marroquí.