Irán y China, el acuerdo que podría implicar a Pekín en la actual guerra.

El 27 de marzo de 2021, en un acto formal en Teherán, Irán y China firmaron un acuerdo de cooperación estratégica a 25 años, un acontecimiento que tiene profundas implicaciones en el ámbito militar y de seguridad. Aunque muchos detalles específicos permanecen en confidencialidad, se entiende que el acuerdo contempla aspectos esenciales que fortalecieron la colaboración en áreas militares, incluyendo el intercambio de inteligencia, la formación de personal militar y la cooperación en tecnología y equipamiento de defensa.

El objetivo principal de Irán con esta alianza fue modernizar sus fuerzas armadas, un paso crucial en un contexto donde las sanciones internacionales limitan severamente su acceso a tecnología y equipos militares occidentales.

La colaboración con China, reconocido por su avanzado desarrollo en tecnología militar, ofreció a Irán una oportunidad estratégica para mejorar sus capacidades militares y fortalecer su disuasión regional. Este acuerdo facilitó operaciones conjuntas que involucraron infraestructura crítica, vigilancia, inteligencia militar y transferencia de tecnología en áreas clave como sistemas de misiles, drones, defensa aérea y comunicación. La adquisición o cooperación en estos sistemas incrementó notablemente la capacidad de Irán para responder a amenazas regionales y fortalecer su posición en conflictos en Siria, el Golfo Pérsico y otras zonas de interés.

De hecho, desde que comenzó esta guerra entre Israel e Irán, China ha suministrado ayuda militar a Irán que le ha permitido recuperar cierta seguridad en su espacio aéreo en la zona occidental, cuando desde el jueves por la noche hasta el domingo no había protección.

Un aspecto de gran interés radica en la presencia china en puertos estratégicos, lo que permitió a Pekín comprometer 400.000 millones en infraestructura que beneficiaron a ambas naciones.

China logró proyectar poder y controlar rutas marítimas en el Océano Índico y el Golfo Pérsico. Estas instalaciones sirven como plataforma para operaciones marítimas de larga distancia y asegurar el acceso a rutas comerciales vitales, lo que convierte a Irán en un aliado logístico y militar clave para China en la región. Por lo que no va a permitir a Israel que destruya los planes que el PCCh ha trazado con su iniciativa de la franja y la ruta en Irán tanto a nivel terrestre con los trenes de mercancías como a nivel marítimo con el uso de puertos iraníes en su ruta marítima del «collar de perlas chino» en Chabahar o Bandar Abbas.

La cooperación en infraestructura militar y logística, defendida por las fuerzas armadas de Irán y por la cobertura diplomática, política y llegado el caso, la entrada militar de China en el eventual conflicto hace de esto una posibilidad. Irán es prioritario para China.

El gobierno de Teherán es una pieza central en la estrategia terrestre – marítima china, facilitando la expansión de su influencia en una zona de alta tensión geopolítica.

Desde una perspectiva regional, esta alianza siempre ha generado inquietudes acerca del equilibrio de poder en Oriente Medio. De hecho, frente a análisis malpensados que decían que China era un factor de riesgo en la alta volatilidad de Oriente Próximo y que provocaría más tensiones, lo cierto es que el diseño de las nuevas relaciones Arabia Saudí – Irán se trazaron en Pekín, donde las delegaciones persa y árabe firmaron su primer acuerdo.

Estados Unidos, sin embargo alteró la dinámica de poder en la región complicando aún más los escenarios de estabilidad con los acuerdos de Abraham, que generaron una brecha entre aquellos países favorables a Israel y contrarios, dejaron en una posición delicada a Arabia Saudí y obligaron a Turquía a profundizar en su retórica antisionista.

El respaldo de China brindó a Irán de una estrategia paralela a la de su estrategia de milicias basada en la implantación de satrapías políticas como en Líbano, Irak o Yemen, sino que le permitió estrechar relaciones con actores clave como Arabia Saudí, Kuwait, Qatar, Pakistán y Omán (todos han condenado los ataques de Israel y el papel de Estados Unidos en este asunto).

El daño a Hezbollah, aislado, y la caída de Al Asad no fueron golpes definitivos para Irán, siempre bastante lenta y comedida a la hora de atacar ya que, si bien es verdad que perdió casi toda su influencia al oeste del Éufrates y Hezbollah estaba aislada y mermada.

La verdad es que la labor diplomática iraní en Afganistán, Armenia, Omán, Kuwait y Arabia Saudí resultó ser muy poderosa.

Junto a esta demostración de resiliencia y capacidad de transformar su posición con unas relaciones cercanas a Turquía, cordiales con Arabia Saudí y con unos Estados Unidos negociando un acuerdo nuclear que bajo ningún concepto Israel permitiría, de hecho sufrieron mucho con el breve tratado Irán – USA de Obama, decidió actuar.

Israel lanzó el ataque con el objetivo triple de desmontar el programa nuclear iraní, destruir sus defensas así como la cúpula militar y romper las negociaciones entre Irán y Estados Unidos.

Les ha salido mal: el programa nuclear no está totalmente destruido, aunque sí muy dañado pero hay instalaciones secretas aún funcionando a máximo ritmo para lograr la bomba (de hecho ya hubo un extraño terremoto de 2’6° cerca de Qom, en unas instalaciones nucleares);

La cúpula militar fue regenerada y decidió atacar con material militar de última generación haciendo mucho daño a Israel y atrayendo a sus aliados;

El presidente Pezeskian y su ministro de asuntos exteriores, Aragchi, convocaron una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU y declararon que estaban dispuestos a seguir negociando a cambio de que Estados Unidos acabara con las operaciones militares de Israel en su territorio.

Un fracaso en los targets de la operación israelí.

Volviendo a China, a Irán la estrategia de soporte chino y ruso (firmaron un acuerdo de asistencia militar mutua en enero de 2025) puede facilitar su participación en operaciones regionales y fortalecer su posición en negociaciones internacionales y más en este momento. La presencia de China en la región, mediante instalaciones militares o comerciales, desafía a las potencias occidentales en una zona en la que durante décadas han tenido un control preponderante.

Este acuerdo también representó un giro significativo en las relaciones de poder internacionales. La colaboración en áreas militares refuerza la capacidad de Irán para resistir las sanciones y presiones externas, al mismo tiempo que permite a China ampliar su influencia militar y geoestratégica en Oriente Medio hacen de esta relación un tesoro geopolitico en un momento en el que además, China está embarcada en una guerra comercial contra Estados Unidos.

Estas relaciones militares no solo modifica las dinámicas regionales, sino que también contribuye a un escenario global en el que las alianzas entre países desafiantes a las políticas occidentales ganan terreno y consolidan un contrapeso en la estructura de poder mundial. La consolidación de esta alianza creó nuevas líneas de cooperación en defensa, aumentó la presencia militar conjunta y generó un impacto duradero en la seguridad de la región y más allá.

De hecho, Israel no está sola: le acompaña Estados Unidos, Reino Unido, el régimen de Marruecos, Alemania, Italia, Turquía y algunos países más de la OTAN, así como Jordania.

A Irán le asisten Pakistán, de forma indirecta China y Rusia. ¿Una intervención directa de estos países en Irán podría implicar la activación de las cláusulas de apoyo mutuo y la entrada de Pakistán, Rusia y China en el territorio?

¿Son conscientes que la caída de Irán les perjudicaría muchísimo? A China en su trazado terrestre y marítimo en su proyecto de la Franja y la Ruta y perderían 400.000 millones. A Rusia en su ruta hacia en Índico desde su territorio hasta el puerto de Chabahar y desde ahí a Rusia.

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