Zaratustra, también conocido como Zoroastro, fue un profeta y filósofo que se estima vivió entre aproximadamente 1500 a.C. y 500 a.C., aunque algunos estudiosos sugieren fechas más cercanas al siglo VI a.C., sería por ende contemporáneo de los primeros filósofos griegos y de los profetas históricos del pueblo hebreo.
Su origen era indoario, en el antiguo Irán, en la región que corresponde a la actual Persia. La riqueza cultural y espiritual de esta zona en la antigüedad fue un crisol para el desarrollo de una de las religiones más influyentes en la historia de la humanidad: el zoroastrismo.
Zoroastro provenía de una cultura politeísta, la religión indoeuropea, que continuó y se fue consolidando en la moderna India, su primer estadio fue el vedismo, que luego evolucionó a brahmanismo y al moderno hinduismo creando otras religiones por el camino, que no reconocen la autoridad de los vedas, como el Budismo o el Jainismo.
Sin embargo, al mismo tiempos que cristalizaba la religión indoeuropea en el vedismo, Zoroastro la reformó.
Su reforma fue una revolución que transformó la cultura indoeuropea en el mundo iranio al crear el mazdeísmo, una religión que propone una cosmovisión dualista en la que coexisten las fuerzas del bien y del mal. Su texto sagrado, el Avesta, compila las enseñanzas, rituales y liturgias de esta fe. En el zoroastrismo, Ahura Mazda es considerado el dios supremo y creador del universo, mientras que Angra Mainyu (también conocido como Ahriman) es la personificación del mal.
Hubo herejías como el zurvanismo, que pretendía que había un origen primero antes de Ahura Mazda y Angra Mainyu o el Mazdakismo (más materialista si social), pero a día de hoy están extintas.
La ética zoroástrica enfatiza la importancia de la buena mente (Vohu Manah), la verdad (Asha) y la rectitud. Los seguidores están llamados a vivir de acuerdo con los principios de «pensar bien, decir bien y hacer bien«. Esta triada resuena profundamente en la cultura persa y ha influido en numerosas corrientes de pensamiento, incluyendo el judaísmo, el cristianismo y el islam.
A estos influenció de formas diferentes y sobre todo a través del judaísmo, que pasó de tener a un Dios local semita propio del mediterráneo oriental a otorgarle características propias de la religión indoaria como la compleja angelología y demonología, la escatología, el mesianismo o la doctrina del premio y el castigo.
El concepto de Sheol, El Hades griego, se fue transformando más en un sitio de premio (paraíso) o castigo (infierno) por el influjo persa, así como la denodada búsqueda del primer principio que llevaron a cabo los persas influenció a los filosofos griegos de Asia Menor.
El zoroastrismo no solo moldeó la religión de Persia, sino que también influyó en su arte, literatura y filosofía. A través de los siglos, las enseñanzas de Zaratustra promovieron una jerarquía moral que valoraba la justicia y la equidad, conceptos que reverberan en la ética contemporánea.
Las festividades zoroástricas, como el Nowruz (Año Nuevo persa), que celebra la llegada de la primavera, reflejan la conexión profunda de los zoroástricos con la naturaleza y el ciclo de la vida. Estas tradiciones culturales perduran en la sociedad iraní moderna y son un testimonio del legado espiritual que dejó Zaratustra.
Zaratustra es una figura fundamental en la historia de la humanidad, cuya vida y enseñanzas sentaron las bases de una de las religiones más antiguas y significativas. A través de su firme compromiso con la verdad y la justicia, dejó un impacto duradero en la cultura persa y en el pensamiento ético global. Hoy, el zoroastrismo sigue siendo practicado por comunidades en Irán, India y otras partes del mundo, lo que demuestra la relevancia continua de su mensaje.