Suwalki, la clave que separa a Rusia y la OTAN

El corredor de Suwalki es una de las zonas más tensas de Europa. Hace poco ya hablamos sobre la problemática marítima de Kaliningrado y las defensas del Báltico, lago de la OTAN frente a la poca proyección, pero determinante de Rusia. Para ello tenemos que hacer hincapié en la situación de aislamiento de Kaliningrado, región militar especial hasta 2010 donde, aparte de ser la base de la flota del Báltico de ahí la alta militarización del enclave ruso.

EL BÁLTICO, LUGAR DE TENSIONES ENTRE RUSIA Y LA OTAN

Aparte de ese aislamiento las fronteras, con la OTAN y la UE, organizaciones hostiles a Rusia, tensa más la situación ya que rodean el enclave por tierra en su totalidad manteniendo una distancia de 104 kilómetros con Bielorrusia. El gobierno de Lukashenko es, por esta razón, estratégico para Rusia ya que de la estabilidad del país depende la cercanía de Moscú a su enclave civil y militar.

Corredor de Suwalki

Esto en un contexto de militarización de la OTAN con el despliegue de tropas de los aliados en los países bálticos, las estrategias de refuerzo de fronteras, muros y cancelas que no sólo presionan las fronteras del estado ruso sino del oblast de Kaliningrado. Todo ello con una Rusia caracterizada por su necesidad de garantías de seguridad desde la caída de la URSS (de ahí la ingeniería geopolítica y diplomática de los años noventa).

Azul: OTAN; amarillo: OTSC…en rojo Suwalki, donde se decide el equilibrio y estabilidad de Occidente.

Esto hace que desde el corredor de Suwalki hasta el Cáucaso se plantee una traza fronteriza conflictiva que consume recursos y no sólo implica a los estados de Rusia y Bielorrusia sino a organizaciones internacionales regionales como la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva), la Comunidad de Estados Independientes (Sucesora de la URSS) o la Unión Económica Euroasiática (puesta en riesgo por los altercados en Bielorrusia en 2020-2021 y en Kazajistán en 2022 auspiciados desde Occidente).

La realidad es que los 104 kilómetros de separación también separan la hegemonía sobre el Báltico y dos mundos eslavos enfrentados: el eslavo occidental liderado por Polonia y las organizaciones que comanda como Visegrado y su fuerza militar, la mayor de la fuerza conjunta de Visegrado, su fuerza en la OTAN muy activa y con un fuerte apoyo a las organizaciones militares del Báltico y su discurso antiruso.

Por otro lado, el mundo eslavo liderado por Rusia y Bielorrusia que representan los principios de soberanía sobre la defensa de los “DDHH” que hace gala occidente, así como de la defensa de la economía patriótica y la industrialización por sobre la oligarquía liberal que defiende occidente en la forma de la promoción del mercado y la economía liberal. Eso dinamizado por rivalidades, miedos y odios históricos azuzados por las diferentes partes en el conflicto sólo aumentan la tensión.

El problema es que Kaliningrado forma parte real de la planificación militar en caso de conflicto y, se cree, que podría ser el primer escenario de un choque. Desde el territorio bielorruso, divisiones de blindados aprovechando la llanura de Europa central y del este junto con misiles y artillería se abrirían paso a través de las fronteras de Lituania y Polonia para conectar Kaliningrado con Bielorrusia, sin contar con las batallas navales que desde el citado oblast y el de Leningrado trataría de derribar las defensas. No hay que olvidar que las tropas rusas usaron territorio bielorruso para abrir un frente en el norte en 2022 contra Ucrania, provocando que la OTAN reforzara su flanco oriental en consecuencia.

BÁLTICO Y SUWALKI, LA GUERRA MARÍTIMA DE LA OTAN Y RUSIA

Esto podría volverse a producir. De hecho, sería la única manera para Rusia. De ahí que desde 2020 en Occidente se esté alentando revueltas en Bielorrusia conociendo que Minsk es tan importante para Moscú que un cambio sería intolerable y desataría otro conflicto como el de Ucrania debido a las reclamaciones de seguridad para sus fronteras y soberanía por parte de Rusia.

El gobierno ruso está cansado de ser tratado como un enemigo o una potencia hostil y no sólo reclama el respeto a su soberanía y proceso histórico sino su papel como potencia en la comunidad de estados westfaliano como uno más y no como una reencarnación del peligro soviético o del expansivo imperio ruso. Rusia, de hecho, no se deja llevar más por una diplomacia o una lectura religiosa (caso del Imperio ruso patente en la conferencia de Viena del siglo XIX) como por una lectura ideológica (apoyo a los sistemas comunistas en la Guerra Fría). La política rusa, aunque ha heredado amigos, se conduce por el principio de razón de estado que tanto promocionó occidente y al que personajes occidentales como Maquiavelo o Richelieu dieron forma.

En este contexto Rusia acosada por la concepción occidental de ser un enemigo regional (y mundial por su expansión diplomática en Hispanoamérica o África), reclama su posición por la fuerza tras no haber sido escuchada durante ocho años de conversaciones diplomáticas. Sin embargo, Rusia, que también se siente una potencia dividida entre Asia y Europa conoce su ventaja y su poder geoestratégico cuando clama a sus reservas morales internas, así como a su intransigencia contra todo aquello que suponga una amenaza, dos caras de la misma moneda.

De ahí que Suwalki, con sus 104 kilómetros de longitud, tal vez una frontera con una tensión tan alta como las que dividen las dos coreas, Marruecos y Argelia o India y Pakistán. Un enclave estratégico cuya temperatura sube.

Por otro lado, está el plan de la OTAN de una captura de los territorios del Oblast desde Lituania y Polonia, por tierra, apoyados por aviación y la flota de la OTAN en el Báltico. De hecho, Mircea Geoana, Secretario General Adjunto de la OTAN declaró, de forma indirecta, que Rusia había roto con el Tratado de 1997 (el Tratado Rusia – OTAN), de hecho, aunque Geoana no lo había dicho de forma directa los ministros de exteriores de Lituania e Islandia sí matizaron y ampliaron lo que el Secretario General Adjunto había verbalizado.

Por otro lado, y a pesar de todo, la situación se tensó desde 2018 con la modernización de Kaliningrado a nivel militar con los modernos misiles Iskander (con capacidad de llevar ojivas nucleares) y la modernización de las instalaciones militares aumentaron la tensión con la OTAN que gradualmente pasaron de los ejercicios militares normales en un momento de normalización al despliegue y disuasión desde 2018 hasta la actualidad.

A pesar de todo, ahora mismo la tensiones desde el año 2023 han ido descendiendo en paralelo al estancamiento militar en Ucrania, la estabilidad en Bielorrusia y el equilibrio terrestre en Kaliningrado. Sin embargo la situación de aislamiento de la región hace que el umbral de tolerancia de Moscú sea muy inferior al de otras regional, de hecho es comparable a lugares como Crimea, por lo que la OTAN y la UE deberían buscar, a pesar de tener tropas desplegadas y estar reforzando diplomática y militarmente la región, vías para asegurar la estabilidad sino se podría caer en el error de pretender que la militarización constante, en paralelo a la presión y la excesiva confianza en los ejércitos no dejen paso a la labor de los diplomáticos y de los pocos foros de diálogo que queden abiertos.

Suwalki es, ante todo, la línea donde se definen las relaciones bilaterales Rusia (y sus organizaciones internacionales y regionales) y Occidente. (Foto: Wikipedia)

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