Desde la caída de la URSS hasta la Revolución Naranja de Yúshenko Ucrania, empobrecida por una independencia atropellada y sobre la marcha, necesitó de Rusia (también en una profunda crisis) para poder sostenerse como estado y mantener la estabilidad. Cierto es que los conflictos armados de índole étnico que hubo en Rusia no se replicaron en territorio de Ucrania hasta el año 2014, cuando una creciente oligarquía pro occidental arrastró a Ucrania hasta el barro. Durante el periodo previo a 2014 el tándem Kiev-Moscú era estable.
En 2004, se produjeron las determinantes elecciones que enfrentaron al partido de las regiones de Víktor Yanukóvich (a favor de sostener las buenas relaciones bilaterales con Rusia) y la coalición Yúshenko y Timoshenko (Bloque Nuestra Ucrania y Bloque Batkivshchina), que estaban a favor de virar hacia posiciones a favor del bloque OTAN y Estados Unidos-Unión Europea dándse un escándalo: el envenenamiento con dioxina de Víktor Yúshenko (del que fue acusado el servicio de inteligencia ruso).
Su victoria en 2004 conllevó la tensión de las relaciones con Moscú pero no la ruptura de las mismas. Yúshenko intentaba convertirse en intermediario entre el bloque ruso y la Unión Europea aunque intentando formar parte de la UE, aplicar los modelos económicos del FMI y la entrada en la OTAN (a día de hoy Ucrania no forma parte de la Alianza Atlántica aunque solicitó formar parte en 2008, bajo el gobierno Yúshenko ni tampoco forma parte de la Unión Europea).
Otro dato añadido que ayudó a aumentar la tensión y que hacía prever lo que podría ocurrir, tenía que ver con sus posiciones de Rusia sobre Crimea (cedida de la RSS de Rusia a la RSS de Ucrania por Khrushev) Moscú esgrimió derechos históricos, lingüísticos y étnicos para hacer ver que la cesión de Crimea sólo era legítima dentro de la URSS pero la península, al ser parte natural de Rusia debería volver al estado en caso de independencia pero el gobierno ruso decidió usar la diplomacia y resolver la controversia de forma pacífica mediante un acuerdo de cesión del puerto de Sebastopol y así salvaba la integridad territorial ucraniana y los intereses estratégicos rusos, a pesar de depender en última instancia de Ucrania.
En paralelo a esto los nacionalistas ucranianos querían sacar el idioma ruso de la oficialidad del estado que es el más hablado del país para ucranizar toda la población a nivel lingüístico, cultural y hasta religioso proponiendo la creación de una iglesia ortodoxa unificada que rivalizara con la Iglesia ortodoxa ucraniana patriarcado de Moscú (la única reconocida legítima) y que se crearía con las cismáticas administrativamente Iglesia ortodoxa ucraniana patriarcado de Kiev y la Iglesia ortodoxa ucraniana autocéfala, esto al final ocurrió con el reconocimiento de la autocefalía por parte del Patriarca Bartolomé I.
En todo caso Yúshenko se mostraba como un liberal que temía enfrentarse a Rusia pero, al mismo tiempo, deseaba salir de su esfera de influencia determinante. Tanto es así que la entrada masiva de los países del este en la Unión Europea (para ampliar la influencia de la UE a las regiones del este, reduciendo el poder ruso en estos países abriendo la puerta a la llegada de la OTAN a estas latitudes, contra la promesa de Reagan a Gorbachov).
Tras la salida de Yúshenko, que perdió las elecciones de forma estrepitosa, llegó al poder Víktor Yanukóvich y comenzó a deshacer lo que Yúshenko había hecho para acercarse a Europa y la OTAN, esfuerzos que estaban pactados y que formaban parte de las obligaciones que había adquirido. Sin embargo Yanukóvich entendía que Rusia otorgaba mayores beneficios geoestratégicos para Ucrania que una unión al bloque occidental (que parecía inevitable).
De hecho Yanukóvich siempre entendió el papel de Ucrania, en base a la realidad de su espacio geográfico; como un puente neutral entre Moscú y Occidente y temía dañar toda la ingeniería diplomática que se había llevado a cabo desde los años noventa con Rusia, de hecho en el Documento de Estambul de 1999 se deja claro que cada país es soberano para elegir sus alianzas militares y geopolíticas siempre y cuando eso no signifique poner en riesgo la seguridad de otro estado firmante de dicho documento y entre los firmantes estaban Ucrania y Rusia.
El viraje hacia la UE y la OTAN significaba que la expansión política y militar hacia el este sería imparable, el poder de la Unión Europea aumentaría mucho y se situaría desde el Golfo de Botnia (Finlandia y Suecia son estados de la UE) hasta el mar de Azov si Ucrania hubiera entrado en la UE. Y si hablamos de la OTAN…se posicionarían desde el sur del Golfo de Finlandia (con los estados Bálticos) hasta Azov, convirtiendo el Mar Negro en un lago OTAN. Lo cual ponía en riesgo la seguridad de Rusia de acuerdo al Documento de Estambul de 1999.
Sin contar con el hecho de que las fronteras rusas en Europa estarían sitiadas y Bielorrusia prácticamente rodeada significando un grave problema estratégico para el Óblast de Kaliningrado. El aumento de la capacidad militar con artillería, misiles, escudos antimisiles y tropas hacía que el viraje a Occidente de Ucrania fuera realmente intolerable.
Sin embargo la situación duró ocho años de tensiones e intentos de pacificación a través del Ministerio de Exteriores ruso y bielorruso con los Protocolos de Minsk I, II y el Cuarteto de Normandía.
EL MAR, UN OBJETIVO
Si analizamos la expansión de la OTAN y la UE hacia el este veremos que los puntos más importantes no se encuentran en tierra sino en el mar. Esto ha hecho que Rusia haya implementado claramente estrategias enfocadas al aumento de tropas en tierra y, en el caso de Kaliningrado; con tres MiG31i con misiles Kinzhal para proteger su enclave, con el que no le une territorio a la Federación y que se encuentra encerrado entre Lituania y Polonia, a través del Corredor de Suwalki; y el mar, obviamente no sólo se ha dado un aumento de tropas y aviación sino de poder naval con la flota rusa en Kaliningrado como respuesta al aumento de tropas de la OTAN en los países Bálticos.

De hecho según el CONVEMAR y la división de las aguas territoriales del Mar Báltico, desde las aguas territoriales rusas del Golfo de Finlandia se puede navegar hasta las aguas territoriales rusas de Kaliningrado sin pasar por las aguas territoriales ni de Finlandia, Estonia, Letonia ni Lituania sino a través de la ZEE (los terceros estados tienen libertad de navegación por las ZEE de los estados que las poseen así como de sobrevolar, aunque el espacio aéreo prima sobre los derechos de vuelo otorgados por las ZEE).
Las ZEE son Zonas Económicas Exclusivas que es una extensión de las aguas territoriales cuya función es proteger los derechos de extracción económica y energética del subsuelo o de la obtención de energía aérea etc…pero no se impide la navegación por ellas.
En este contexto es el mar la única forma de contactar por el Báltico para Rusia ya que la conexión terrestre está sometida a las medidas restrictivas y el espacio aéreo está cerrado (como vemos en el mapa del espacio aéreo, al contrario que en el caso marítimo, está aislado por el mar y por Lituania-Polonia en Suwalki).

Sin embargo la cuestión se tensa. Como vimos a finales del año pasado con la voladura del NordStream II, las actividades de la OTAN son fuertes y el Báltico se ha convertido en un mar de la OTAN que verá reforzado su poder en caso de que Finlandia y Suecia pasen a formar parte de la Alianza Atlántica si Turquía levanta el veto por el apoyo finés y sueco a los terroristas kurdos.
En caso de que cedieran a las exigencias de Ankara, la OTAN se posicionaría en toda la región de Karelia y se haría con las aguas territoriales de Finlandia y Suecia convirtiendo el Báltico en un problema militar para Rusia en el campo de dominio aéreo y marítimo ya que este mar se convertiría en un “Mar de la OTAN” siendo, además semicerrado y con los estrechos de Kattegat y Skagerrak controlados por Dinamarca (otro estado OTAN). Esto ayudaría a tensionar las relaciones con Moscú, de ahí que el gobierno ruso vea en esto la misma amenaza que en Ucrania aunque como hemos visto, el poder de la OTAN en el Báltico haría mucho daño a la fuerza aérea al controlar los espacios aéreos de estos estados así como sus aguas territoriales pero la OTAN no tiene capacidad de obrar en la ZEE, por lo que la navegación seguiría siendo libre para Rusia.
Sin embargo la cuestión del mar también afecta al Mar Negro por lo que dijimos arriba de las aguas ucranianas dentro del esquema de la OTAN…con una Georgia a la espera de entrar en la UE y la OTAN. Sin embargo en el Mar Negro no es sólo la OTAN quién tiene planes. Turquía a través de su teoría marítima del Mavi Vatán pretende ser el estado que controle este mar no sólo en nombre de la OTAN sino en nombre propio arrogándose derechos históricos como herederos de los navegantes otomanos.
Pero al mismo tiempo, la pinza Báltico – Mar Negro ha suscitado el interés y los proyectos geopolíticos de Estados Unidos más allá de la OTAN (cuyo objetivo sería controlar a través de su flota y sus aliados bajo su mando estas regiones). La importancia de esto reside en que el plan estadounidense se basa en el enlace con un concepto mucho más amplio llamado “Unión intermarium”, un concepto rescatado por Biletsky, historiador ucraniano líder de Azov; y que fue teorizado en su día por Josef Pilsudski de Polonia.
Esta idea consistía en ampliar la Mancomunidad Polaco Lituana creando un gran estado eslavo occidental en clara oposición a Rusia, de hecho el “Międzymorze” sería una “Contrarusia” y subsistió más allá de Pilsudski…llegó a Sikorski, que no logró nada debido a la hostilidad de los aliados y de la URSS tras la Segunda Guerra Mundial, sin embargo el concepto ha resurgido de la mano de los ucranianos como una unión que abarque desde el Báltico hasta el Mar Negro siendo esta una unión supranacional subeuropea, es decir…por encima de los estados miembros pero por debajo de la Unión Europea, una organización regional; para poder apoyarse en los estados occidentales y la OTAN para defender sus intereses. Lo cual significaría un grave problema para Rusia.
Estados Unidos ya antes del golpe de Estado de 2014 defendió esta idea. En 2012 el historiador polaco-estadounidense Marek Jan Chodakiewicz escribió Intermarium: The Land Between Black Sea and Baltic Sea así como George Friedman de Stratfor abogó por Intermarium en el contexto futuro de la región.
El resurgir de esta idea se debe a varios factores: proceso de desilusión tras la implantación democrática tras la caída de la URSS en los noventa, la crisis del 2008 que hizo que muchos jóvenes vieran que ni Rusia ni la UE eran capaces de enfrentar los problemas económicos y sociales actuales y el conflicto iniciado en 2014 hizo que esta zona: con recursos naturales, población joven y cada vez más rica se convirtieran en el pivote geopolítico de Occidente frente a una Rusia que también estaba resurgiendo; de ahí el interés de Estados Unidos en la idea Intermarium que, al mismo tiempo tiene grandes divisiones internas entre modelos de corte tradicionalista y fascista (modelo de Biletsky) y liberal-económico (modelo de la BBSA: Baltic-Black Sea Alliance, sita en Riga y fundada en 2008).
En paralelo a esto y, aplicando la idea de Intermarium (que implica una mayor conectividad, inversión y e infraestructuras para potenciar estas regiones aún en desarrollo), la Unión Europea desarrolló su propio ”Plan Intermarium” cuya base es la misma…unir el Báltico, el Mar Negro y el Adriático con la salvedad de que la estructura de Intermarium, existente como idea pero no está materializada, la tiene la UE.
LA INICIATIVA TRES MARES
¿Qué es la Iniciativa Tres Mares?
La iniciativa es una plataforma política de 12 Estados miembros de la UE situados entre los mares Báltico, Adriático y Negro. Cuyo objetico es contribuir al desarrollo regional representando el 10% del PIB de la UE impulsando la conectividad, explotación energética, infraestructuras de transporte y comunicación digital para modernizar estas regiones y controlar el mar.
Para Rusia estas estructuras de dominio marítimo (Plan Mavi Vatan de Turquía, reforzado por su poder dentro del Tratado de Montreaux; la idea Intermarium adoptada por Estados Unidos y la extrema derecha ucraniana y la Iniciativa Tres Mares de la UE) significa un grave problema para Rusia a nivel económico y financiero ya que Moscú, por las medidas restrictivas no puede participar de estas estructuras ni contrarrestralas pero al mismo tiempo ve que las regiones en sus fronteras comienzan a reforzarse a niveles económicos, estratégicos y militares, lo que redunda en un problema para su seguridad estratégica en el mar y en tierra.
SEBASTOPOL, MONTREUX Y LA TEORÍA MARÍTIMA RUSA

Uno de los acuerdos más importantes de la Rusia postcomunista fue el de la cesión del puerto de Sebastopol. En el año 2010, prácticamente tras vencer en las elecciones; Yanukóvich comenzó a negociar un plan con Rusia, preocupada con que la deriva de la «revolución naranja» perjudicara sus posiciones geopolíticas, financieras, militares y de influencia.
Yanukóvich, que entendía eso, jugó su baza otorgando a los rusos el puerto de Sebastopol, en la península crimeana, hasta el año 2042 (el contrato que se encontraba vigente expiraba en el año 2017). Esto era de vital importancia porque permitía a la flota rusa mantener una base naval segura en el Mar negro ya que a pesar de poseer Novorossiyiks, es en Sebastopol donde estaba todo el eje naval ruso ya que ese puerto posee la infraestructura de mantenimiento y reparación de la flota para preparar las naves y los submarinos por lo que poseer Sebastopol era la diferencia entre tener capacidad de dominio o no en el Mar Negro.
A pesar del desgaste diplomático entre Rusia y Ucrania por sus bandazos hacia Occidente para luego ir de vuelta a Rusia; Moscú siempre temía poner en riesgo la presencia y la maniobrabilidad de Rusia en Sebastopol (al saber que la presencia rusa siempre estaría sometida al escrutinio de Kiev), desde el alto mando militar ruso no se pensó en trasladar el grueso naval a territorio ruso sino que propusieron la “descentralización operativa” de la teoría marítima soviética por la cual poseer bases militares, sean terrestres, aéreas o navales altamente concentradas es un error estratégico que hace que un ataque poderoso pueda dañar seriamente la capacidad de respuesta del estado agredido.
Por esto Rusia pretende una descentralización militar con la instalación de múltiples bases dentro de sus posibilidades. Como hemos visto en el Báltico es ya imposible por la afluencia de la OTAN, de los estados candidatos y del poco territorio que Rusia ocupa ahí. Sin embargo el Mar Negro es otra historia, antes de 2014 los mandos rusos acariciaron la idea de ampliar sus acuerdos con Ucrania e instalar más bases militares y dispersar su flota por la costa Ucraniana como hicieron en Gudauta, Abjasia; con la 7th base militar. Sin embargo el golpe de estado y el definitivo viraje de Ucrania hacia Occidente hizo imposible que Rusia se permitiera perder su base en Sebastopol pero contra todo pronóstico la población rusa de Crimea, acosada por los nacionalistas ucranianos; se independizaron para días después, invocando el precedente de Kosovo; unirse a la Federación rusa salvando el poder marítimo en el Mar Negro.
Esta base no sólo permitía una dispersión estratégica sino que le permitía poder descender de forma segura hasta las importantísimas aguas del mediterráneo y su base en la ciudad Siria de Tartous y Latakia pudiendo evadir la aplicación del Tratado de Montreaux en su artículo 19 «Los buques de guerra pertenecientes a las Potencias beligerantes no podrán, sin embargo, atravesar los Estrechos, excepto en los casos derivados de la aplicación del artículo 25 de la presente Convención, y en los casos de asistencia prestada a un Estado víctima de agresión en virtud de un tratado de asistencia mutua vinculante para Turquía, celebrado en el marco del Pacto de la Sociedad de las Naciones, y registrado y publicado de conformidad con las disposiciones del artículo 18 del citado Pacto». (los mercantes tienen derecho de paso inocente)
Este artículo posee, sin embargo otro párrafo en el cual se permite el paso por los estrechos turcos de las naves de estados beligerantes de estados del mar Negro o no que se hayan separado de sus bases para que puedan volver a ellas. Si atendemos a esto sensu estricto y comprendemos que Rusia intervino en la Guerra de Siria en 2015 con autorización del Presidente de Siria Bashar al Asad, país en el que tiene una base naval heredada de la URSS, podemos entender que las naves rusas a pesar de la aplicación del artículo 19 siguen teniendo derecho de paso por los estrechos turcos debido a que las flotas rusas en el Mar Negro y Mediterráneo Oriental que se hayan separado de sus bases pueden retornar a ellas, por lo que el tránsito por los estrechos turcos sigue siendo muy amplio a pesar de algunas restricciones menores. Ucrania, que no posee bases fuera del Mar Negro no puede invocar esto y si se le aplicara este artículo quedaría muy dañada.

De ahí la importancia de la autorización siria de intervención (aún vigente y legal en base a Derecho Internacional Público) y el control de Crimea en 2014. La pérdida de Sebastopol hubiera debilitado de forma determinante a la armada rusa en su papel como aliado militar de Siria y habría dejado sola a la base naval rusa de Tartous (aislada en el mediterráneo oriental). Para reforzar su papel naval, en enero de 2022 el Presidente Vladimir Putin y el Presidente Bashar al Asad llegaron a un acuerdo a través de Georgy Muradov, Representante Permanente de Crimea; de cooperación entre los puertos de Crimea y los de Latakia en la consolidación de un acuerdo firmado en 2019 en materia de economía, cooperación empresarial y turismo.
Volviendo a Ucrania, para Rusia Sebastopol era tan importante que en el citado acuerdo con Yanukovich este salía reforzado ya que estrechaba lazos con Rusia y, además, lograba un descuento del 30% en el precio del gas ruso (pagando sólo 40.000 millones durante los siguientes diez años). Esto suscitó el rechazo de la oposición europeísta ucraniana que acusaba a Yanukóvich de iniciar un proceso de venta de la soberanía nacional a Rusia y aumentar la dependencia energética de Ucrania respeto al gobierno de Moscú.
Otro dato de oposición fue la renuncia de Yanukóvich a seguir reformando la economía bajo las reglas del FMI así como el polémico y oscuro papel de Hunter Biden en Ucrania. Poco después, cuando se confirmó que el vínculo Kiev-Moscú estaba reforzándose la Unión Europea realizó presiones en Ucrania para que «se evitara el deterioro de la democracia y del imperio de la ley», de hecho Yanukóvich no pudo firmar el acuerdo de asociación con la UE en 2013, lo que enfureció a los nacionalistas ucranianos y a la oposición pro occidental.
En aquel momento los ucranianos comenzaron a protestar en la calle atacando a los símbolos soviéticos por considerarlos parte de la ocupación ruso-soviética y acusaban a Yanukóvich de ser un títere de Putin. Asociaciones opositoras como FEMEN caldearon los ánimos y se produjo el Euromaidán, una serie de protestas que acabaron con el derrocamiento de Yanukóvich y la liberación de Timoshenko en lo que era una operación híbrida para lograr obtener lo que deseaban: anexionar Ucrania para occidente, apropiarse de sus recursos, convertir el país en una oportunidad para grupos de inversión occidental y aprovechar la ventaja estratégica geográfica del país para, más adelante; intentar lo propio con Bielorrusia (como ocurrió en 2021), mismo modus operandi que en Kazajistán en enero de 2022 e ir a por Rusia, que ya ha sentido las embestidas de Occidente en su propio terreno con el apoyo occidental a los islamistas chechenos. El guión de Georgia se repitió en Ucrania y Rusia, que debía defender sus posiciones y soberanía pero también su seguridad se vio obligada a intervenir tras años de negociación.
Además había otro elemento, el alzamiento de los rusos del este de Ucrania que acabaron por desgajar la península de Crimea integrándola en Rusia (asegurando sus posiciones militares de la armada rusa en el Mar negro) y el inicio de la guerra civil y la ruptura de la cohesión territorial con el nacimiento de Novorussia (una confederación que aúna Donetks y Luganks) hizo que la población rusa de Ucrania se viera comprometida y su nación matriz, Rusia; se viera obligada a defender a las comunidades rusas de fuera de su territorio.
Sin embargo a nivel marítimo, ya que la guerra está en el Mar Negro implica que Rusia, desde Crimea puede remontar el río Dniéper y controlar las vías fluviales (más seguras que las terrestres en el transporte de tropas y logística) así como correr por la costa para conectar su territorio con Transnistria, donde posee tropas; aislando a Ucrania del Mar y tomando lo que queda de las aguas ucranianas para Rusia convirtiendo el Mar Negro en un lago ruso-otanista compensando la delicada situación en el Báltico.
Por estas razones hay que entender que para Rusia las guerras son siempre una imposición externa para salvar su soberanía y supervivencia.