El texto critica la pérdida de la verdad universal y objetiva en la modernidad, señalando cómo el relativismo y el subjetivismo han confundido a la Iglesia. Advierte sobre peligros del humanismo excesivo, herejías, y la negación de Dios, reafirmando la necesidad de mantener la doctrina católica y la tradición como fundamentos de la fe auténtica.