Recientemente, se han reanudado las conversaciones entre Sudán y Rusia sobre la posible adquisición de aviones de combate Su-30 o Su-35, en un contexto marcado por el deterioro de las capacidades aéreas sudanesas y el deseo de Rusia de establecer una base naval estratégica en la región del Mar Rojo. Este acuerdo potencial no solo responde a las necesidades militares inmediatas de Sudán, que intenta contrarrestar a las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) en medio de una guerra civil, sino que también tiene profundas implicaciones geopolíticas en el área.
Contexto Militar de Sudán
Las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) han sufrido graves pérdidas desde el inicio de la guerra civil en 2023, con la destrucción de varios activos aéreos críticos. Tras incursiones exitosas de las FAR en aeródromos, la SAF ha visto drásticamente reducidas sus flotas, limitándose a aviones obsoletos como los Su-25 y Su-24M, además de algunas aeronaves chinas. Esta situación ha llevado a un esfuerzo renovado por parte de Sudán para modernizar su fuerza aérea, centrando su atención en cazas multifuncionales capaces de realizar operaciones de superioridad aérea y ataques a objetivos en profundidad.
Las Apuestas de Rusia
Desde el punto de vista de Rusia, el interés en Sudán no se limita a la venta de armas. La nación busca establecer una base naval que potencie su presencia en el Mar Rojo, una región estratégica clave para el comercio y la geopolítica. El establecimiento de una instalación de apoyo logístico en Port Sudan podría facilitar el acceso a rutas marítimas importantes y reconfigurar la influencia rusa en el área.
Un acuerdo entre ambos países aparenta ser un intercambio: Rusia proporcionaría aviones de combate a cambio de derechos sobre la base naval. Este enfoque no solo aborda las carencias aéreas de Sudán, sino que también representa una jugada estratégica para Rusia, que busca ampliar su alcance militar en el Mediterráneo y más allá
Recordemos que Rusia logró convalidar su base naval en Tartous y su base en Jmeim, Siria, cuando cayó Bashar al Asad y llegó Al Golani por lo que una red de puertos Sebastopol – Tartus – Port Sudán redundaría en la estrategia naval rusa y en la dinamización de una ruta naval en su eje norte – sur como apoyo a la ruta Rusia – Irán (Puerto de Bandar Abbas / Chabahar) en una zona, mar rojo, con bases de USA, Japón, Francia y China en Yibuti, sin contar con la presencia de Irán, Turquía y Etiopía en esas aguas tan inestables pero necesarias.
La economía de Sudán, ya debilitada por años de conflicto y la división con Sudán del Sur, carece de los recursos necesarios para financiar la compra convencional de aviones de combate. Es aquí donde la opción del trueque se convierte en la única alternativa realista. Los importantes compromisos estratégicos y políticos que acompañarían a un acuerdo de este tipo, sin embargo, podrían complicar aún más la situación interna de Sudán y sus relaciones con los países vecinos.
La reactivación de la búsqueda de un acuerdo militar entre Sudán y Rusia no solo impacta el equilibrio de poder dentro de Sudán, sino que también tiene repercusiones para la situación regional que va viendo como USA no es el actor determinante en esos mares.
El posible acuerdo entre Rusia y Sudán sobre la venta de aviones de combate a cambio de derechos sobre una base naval es un claro ejemplo del apoyo ruso a la integridad territorial de Sudán y la defensa de ambos intereses geopolíticos. A medida que Sudán enfrenta un deterioro de su capacidad militar, su búsqueda de modernización a través de alianzas estratégicas podría cambiar no solo su rumbo, sino también el equilibrio de poder en todo el Mar Rojo.