El TRIPP, el corredor estadounidense en Armenia

El Corredor de Zangezur: Un Cruce de Caminos Geopolíticos en el Cáucaso Sur

Desde la caída de la Unión Soviética la República de Azerbaiyán quiso mantener la integridad territorial heredada de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán, sin embargo la situación era compleja por dos razones: la primera el conflicto étnico con los armenios de Azerbaiyán que establecieron en los años noventa la República armenia de Artsaj hasta 2024.

Las guerras en el periodo de 2020 hasta 2023 permitieron a Azerbaiyán recuperar su cohesión territorial, acorde a las Resoluciones de la ONU. Si bien se provocó un éxodo armenio que huyeron de la extinta República de Artsaj, y sus líderes capturados, muchos refugiados internos volvieron a la región integrada.

Una vez resuelto este problema, y ya en las primeras conversaciones de paz de 2020, se puso sobre la mesa la cuestión de Zangezur, una región Armenia que separa el territorio de Azerbaiyán en dos. Por un lado el territorio de Azerbaiyán y por otro el de Najichevan.

La necesidad de abrir ese corredor era un sueño para unir de alguna manera ese territorio directamente y no tener que bordearlo por Irán desde el sur o rodear, en un largo periplo por el norte, desde Georgia, de ahí que Zangezur fuera totalmente estratégico.

El Corredor de Zangezur, sin embargo se ha convertido en un punto álgido de tensión y oportunidad en el intrincado tablero de ajedrez geopolítico del Cáucaso Sur. Surgido tras el acuerdo de alto el fuego que puso fin a la Segunda Guerra de Nagorno-Karabaj en 2020, este corredor ha desencadenado una serie de controversias, desconfianzas y aspiraciones que reflejan la compleja historia y las dinámicas de poder en la región.

En primer lugar Rusia ha tenido una clara perdida de influencia en la región. Si bien en Georgia tras el año 2008 y las Guerras de Abjasia y Osetia del Sur, con la salida del poder de Saakashvili la situación se ha ido estabilizando con picos de tensión entre la influencia rusa y occidental en Tiflis que provoca, como ahora vemos, revueltas contra el actual gobierno que quiere tener una posición positiva con Rusia aunque sin romper con Occidente aunque desde Europa y Estados Unidos conspiren y mantengan protestas constantes.

Frente a esta lucha en Georgia, donde siempre Occidente pretende asentarse, los servicios secretos occidentales vieron en la revolución de terciopelo Armenia la oportunidad de colocar a su hombre: Nikol Pashinian.

Pashinian es un hombre de Soros, no porque lo diga Ilham Aliyev, sino porque realmente lo es y realizó su papel de «desrusizar» armenia acusando de corrupción a los anteriores líderes armenios, distanciándose de Moscú (garante de Armenia y de Artsaj) y yendo hacia occidente, especialmente Francia y Estados Unidos.

La estrategia de Pashinian era esa, abrir la puerta a USA y Francia, desplazar a Rusia y poner a Armenia en una posición de debilidad que permitiera a Azerbaiyán poder actuar con apoyo occidental y una mirada pasiva de Rusia.

Moscú no iba a luchar por un aliado díscolo que peleaba con una Azerbaiyán con una relaciones estables y claras, además abiertamente relacionado con Erdogan de forma constante en el tiempo lo que hacía que Rusia mantuviera una relación cómoda con un Bakú estable frente a un Yerevan inestable, confuso y crecientemente antiruso. Además Azerbaiyán cerró buenos tratos en materia de gas con Europa y Estados Unidos deseaba penetrar en Transcaucasia por varias razones.

Las razones eran claras, apoyar a Israel en sus relaciones con Azerbaiyán, posicionarse lo más cerca posible de Irán, desplazar a Rusia y dinamizar, como ha hecho, una ruta operada por USA, como veremos más adelante, en plena ruta de la seda donde dinamizada por Pekín, de modo que Washington posicionándose ahí podría competir y reducir influencia China y, de paso, controlaría la ruta pan-turquica que Erdogan pretende dinamizar con Asia Central y de la cual el tramo de Zangezur es básico.

Estados Unidos se situaba en un tramo estratégico en el que controla a todos…a enemigos, competidores y amigos ocasionales.

Azerbaiyán y Turquía han defendido fervientemente el proyecto como una necesidad para la conectividad regional y el desarrollo económico, Armenia ha expresado serias reservas sobre sus implicaciones para su soberanía y seguridad. Aunque el acuerdo de alto el fuego de 2020 no hacía referencia explícita a un «corredor», Azerbaiyán ha insistido en su establecimiento, generando tensiones con Armenia, que aboga por la apertura simultánea de múltiples rutas y el respeto a su integridad territorial.

La intervención de Estados Unidos en 2025, bajo la égida del proyecto «Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacional» (TRIPP), añadió una nueva capa de complejidad al escenario. Mientras que Washington argumentó que TRIPP facilitaría el comercio, reduciría la influencia de Rusia y China en la región (como ya hemos dicho) y promovería la prosperidad.

El TRIPP se constituye como un consorcio privado estadounidense que operaria esa ruta por 99 años. Estados Unidos subarrendaría el terreno a un consorcio que desarrollará líneas ferroviarias, de petróleo, gas y fibra óptica, así como posiblemente transmisión de electricidad, a lo largo del corredor de 43 kilómetros (27 millas), sin garantías de seguridad a pesar de que en el acuerdo Armenia se comprometió a la expulsión de las tropas rusas que defendían la frontera armeno-azerí, quedando ambos países a merced del otro ya que USA no se compromete a otorgar seguridad, sólo a la explotación comercial, de forma parecida a como ya hicieron con el Canal de Panamá, aunque la empresa estadounidense operadora del canal era pública, ahora privada y USA protegía el canal, ahora no protegerán este paso.

Lo interesante es que ese consorcio de empresas tendrá relaciones especiales con las embajadas y consulados estadounidenses en Azerbaiyán y Armenia para la dinamización de contratos, burocracia y permisos así como seguridad y coordinación lo que implica un aumento importante de la presencia e influencia de Estados Unidos en esa región.

Moscú y Pekín vieron la iniciativa con suspicacia, percibiéndola como una intrusión estadounidense en su esfera de influencia.

Para comprender plenamente la controversia en torno al Corredor de Zangezur, es fundamental considerar el contexto histórico y las aspiraciones contrapuestas de los actores involucrados. La región de Syunik/Zangezur ha sido históricamente disputada por lo estratégico de su posición en el eje transcaucasico norte – sur/este – oeste, con raíces que se remontan a siglos atrás. Las aspiraciones turcas de establecer un corredor terrestre continuo desde Turquía hasta Asia Central han alimentado los proyectos y las desconfianzas en la región durante décadas.

Las reacciones internacionales al proyecto han sido variadas y matizadas. Turquía ha sido un firme defensor del Corredor de Zangezur, viéndolo como una pieza clave para la conectividad regional y su influencia en Asia Central, uno de los pilares de su panturquismo geopolitico. Armenia, aunque inicialmente cautelosa, ha comenzado a vislumbrar oportunidades económicas estratégicas asociadas con la apertura de rutas de tránsito a través de su territorio aunque teme perder soberanía ya que, si volvemos a comparar el caso del TRIPP de Zangezur con el Canal de Panamá, la lista de injerencias, ataques, operaciones encubiertas, manipulación social y de elecciones así como incluso una guerra en Panamá contra el General Noriega se podría repetir en este caso con los armenios, sin contar con que Armenia podría ser involucrada en operaciones contra Irán como ya pasó este verano con el papel azerí en la Guerra de los 12 días entre Israel e Irán y que provocó una crisis entre Teherán y Bakú.

Irán y Rusia han expresado su inquietud por las implicaciones geopolíticas del Corredor de Zangezur, viéndolo como una amenaza a sus intereses en la región. Teherán ha enfatizado la importancia de respetar la integridad territorial de Armenia y ha advertido contra cualquier intento de alterar las fronteras establecidas o que este país sea usado como base para actividades subversivas o militares contra Irán. Moscú, por su parte, ha intentado mantener su papel como mediador en la región, al tiempo que busca contrarrestar la creciente influencia de Estados Unidos y Turquía. Sin embargo, la disolución del Grupo de Minsk de la OSCE restó influencia a Rusia a favor de Estados Unidos.

La Unión Europea, si bien reconoce la necesidad de mejorar la conectividad regional, ha enfatizado la importancia de evitar reclamaciones extraterritoriales y garantizar que cualquier proyecto de infraestructura respete el derecho internacional y la soberanía de los estados involucrados.

En última instancia, el Corredor de Zangezur representa un desafío complejo que requiere un enfoque equilibrado y matizado. Es fundamental que cualquier acuerdo o proyecto relacionado con el corredor respete la soberanía de Armenia, promueva la cooperación regional, evite exacerbar las tensiones geopolíticas existentes y garantice que todos los actores se beneficien de manera equitativa. Solo a través de un diálogo abierto, la transparencia y el respeto mutuo se podrá desbloquear el potencial del Corredor de Zangezur como un catalizador para la paz, la estabilidad y la prosperidad en el Cáucaso Sur.

Sin embargo, los pueblos de la región no deben olvidar la máxima del Ex Ministro de Exteriores de Turquía, Ahmet Davutoglu cuando escribía en su libro sobre diplomacia que Turquía debería tener cero problemas con sus países vecinos. Armenia y Azerbaiyán tienen fronteras con Irán, Turquía y Rusia (y otros países más), apostar tener malas relaciones en tu vecindario a favor de un país como Estados Unidos que, además, está muy lejos es un error de cálculo.

Sobre todo cuando ambas partes tienen reclamaciones sobre el otro territorio ya que en general los armenios, a nivel social, siguen reclamando Nagorno Karabaj como territorio étnicamente armenio que debería ser independiente como Artsaj o integrarse en Armenia así como en el lado contrario, en Azerbaiyán, también se piensa en Armenia como «Azerbaiyán Occidental». Esos pensamientos, normales tras tantos años de guerra y tensiones deben acabar.

Tal vez la explotación de este corredor pueda establecer una nueva estructura geopolitica entre ambas naciones condenadas a entenderse y convivir, pero eso debe hacerse desde la inteligencia de no desplazar a Rusia e Irán por naciones como Estados Unidos o Israel que desean sólo generar más discordia.

Deja un comentario