Desde el inicio de la guerra civil siria en 2011, la minoría drusa ha intentado mantener una posición neutral, pero los acontecimientos recientes en el sur de Siria, específicamente en la ciudad de Suwayda y sus alrededores, revelan una escalada de violencia que amenaza con convertirse en un genocidio. Los enfrentamientos entre drusos y beduinos, exacerbados por la intervención de actores externos, la inestabilidad política y el vacío de poder tras la caída del régimen de Assad en diciembre de 2024, han creado un caldo de cultivo para la violencia sectaria y los crímenes de guerra.
Antecedentes del Conflicto
Los drusos, que constituyen aproximadamente el 3% de la población siria, han habitado históricamente las regiones montañosas del sur del país. Durante la guerra civil, se han esforzado por mantener una postura neutral, aunque con divisiones internas sobre cómo interactuar con las nuevas autoridades. Las tensiones preexistentes con las tribus beduinas, históricamente nómadas, se han intensificado debido a la competencia por recursos y tierras, así como a diferencias sectarias.
Escalada de Violencia en Julio de 2025
El 13 de julio de 2025, estallaron combates entre grupos armados drusos y beduinos en Suwayda, extendiéndose rápidamente a las aldeas circundantes. El gobierno sirio transicional desplegó fuerzas armadas para restaurar el orden, pero la situación se complicó aún más con la intervención de Israel, que lanzó ataques aéreos contra objetivos gubernamentales y combatientes beduinos, alegando la defensa de los drusos.
La intervención israelí ha sido criticada por inflamar las tensiones sectarias y socavar la estabilidad del gobierno sirio. Tras una serie de acuerdos de alto el fuego fallidos, las fuerzas gubernamentales se retiraron de Suwayda, lo que provocó una ola de masacres y represalias entre drusos y beduinos, resultando en un éxodo masivo de poblaciones enteras.
Crímenes de Guerra y Violaciones de Derechos Humanos
La violencia ha generado un ciclo de crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos, incluyendo:
- Ejecuciones extrajudiciales: Asesinatos sumarios de civiles drusos y beduinos a manos de milicias y fuerzas gubernamentales. Los videos de asesinatos en las calles, allanamientos de morada con la ejecución de familias enteras, el rapto de mujeres y niñas para ser violadas es una realidad que están llevando a cabo estos criminales.
- Desplazamiento forzado: Éxodo masivo de poblaciones drusas y beduinas, dejando atrás sus hogares y propiedades. Se estima que más de 87,000 personas han sido desplazadas desde el inicio de los enfrentamientos.
- Saqueos y destrucción de propiedades: Incendios de viviendas, saqueos de negocios y destrucción de lugares de culto, como la iglesia Mar Mikhael en As-Sawra al-Kabira.
- Humillación y tortura: Videos que circulan en redes sociales muestran a combatientes humillando a hombres drusos, incluyendo el corte de sus bigotes, un símbolo religioso importante.
- Ataques indiscriminados: Uso de morteros y armas pesadas en áreas civiles, resultando en la muerte de cientos de personas, incluyendo mujeres y niños.
El Genocidio en Desarrollo
La combinación de estos factores sugiere que los drusos en el sur de Siria enfrentan un genocidio en desarrollo. La violencia sistemática, la discriminación, el desplazamiento forzado y los intentos de destruir su identidad cultural y religiosa cumplen con la definición de genocidio establecida en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de las Naciones Unidas.
Hay que entender que, como en el anterior genocidio contra los alawitas en marzo, el ataque a los drusos responde a dos ideas. La primera su posición equidistante al gobierno de Bashar al Asad, en el que participaron y dieron grandes líderes como Issam Zahredine, con esto también el papel de la comunidad drusa de Siria con la comunidad drusa de Israel.
En segundo lugar, los musulmanes yihadistas del gobierno del Presidente Al Golani (HTS – Al Qaeda) y los yihadistas de las tribus beduinas aliadas consideran a los drusos como un grupo hereje que debe ser convertido o exterminado.
Reacciones Internacionales
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la situación en el sur de Siria, pero la respuesta ha sido en gran medida tibia e ineficaz.
- Condenas: Varios países y organizaciones internacionales han condenado la violencia y han llamado a la desescalada.
- Ayuda humanitaria: Se ha enviado ayuda humanitaria limitada a la región, pero no es suficiente para satisfacer las necesidades de la población desplazada.
- Negociaciones de paz: Se han intentado negociaciones de paz, pero han fracasado debido a la falta de confianza entre las partes y la interferencia de actores externos.
- Intervención limitada: La intervención de Israel se ha centrado en ataques aéreos selectivos, lo que ha generado más controversia y no ha logrado proteger a la población drusa.
La Necesidad de una Acción Urgente
La situación en el sur de Siria requiere una acción urgente y coordinada por parte de la comunidad internacional para prevenir un genocidio en toda regla. Esto incluye:
- Protección de civiles: Establecer zonas seguras y corredores humanitarios para proteger a la población civil y garantizar el acceso a la ayuda.
- Investigación de crímenes de guerra: Investigar y enjuiciar a los responsables de crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos, incluyendo a miembros de milicias, fuerzas gubernamentales y actores externos.
- Presión diplomática: Ejercer presión diplomática sobre el gobierno sirio y otros actores relevantes para que pongan fin a la violencia y respeten los derechos humanos de todas las comunidades.
- Apoyo a la sociedad civil: Apoyar a las organizaciones de la sociedad civil que trabajan para promover la reconciliación, la justicia y la rendición de cuentas.
- Intervención humanitaria: Proporcionar asistencia humanitaria a gran escala para satisfacer las necesidades de la población desplazada y garantizar su bienestar.
La tragedia de los drusos en el sur de Siria es una prueba para la conciencia de la comunidad internacional. Si no se toman medidas urgentes, el genocidio silencioso continuará cobrando vidas y destruyendo una comunidad ancestral. El mundo no puede permanecer en silencio mientras se cometen atrocidades contra una minoría vulnerable. Es imperativo que la comunidad internacional actúe con decisión para proteger a los drusos y garantizar que los responsables de estos crímenes rindan cuentas.
El conflicto en el sur de Siria ha escalado hasta incluir ataques sistemáticos contra la identidad religiosa y cultural de la comunidad drusa. Más allá de la destrucción generalizada de propiedades y el desplazamiento forzado, se han documentado incidentes específicos que apuntan a un esfuerzo deliberado por erradicar la presencia religiosa drusa en la región.
Grupos beduinos, algunos vinculados a la organización Hay’at Tahrir al-Sham (HTS), filial de Al-Qaeda en Siria, han sido señalados por la destrucción intencional de lugares de culto drusos. Además del ya mencionado ataque a la iglesia Mar Mikhael en As-Sawra al-Kabira, se han reportado profanaciones de santuarios y sitios sagrados drusos, incluyendo la destrucción de tumbas de figuras religiosas veneradas y la quema de textos religiosos. Estos actos no solo representan una pérdida irreparable para la comunidad drusa, sino que también buscan borrar su historia y herencia cultural de la región.
Los líderes religiosos drusos han sido objeto de hostigamiento y humillación pública. Circulan informes sobre imanes y jeques drusos siendo obligados a renunciar a sus creencias religiosas, a participar en actos que violan sus principios religiosos, o a ser despojados de sus vestimentas religiosas en público. Estos actos de humillación no solo infligen un profundo dolor emocional a las víctimas, sino que también buscan socavar la autoridad espiritual y el liderazgo dentro de la comunidad drusa. La destrucción de símbolos religiosos y la humillación de líderes religiosos son tácticas diseñadas para infundir miedo y desesperación en la comunidad drusa, obligándola a abandonar su fe y su tierra. Estos actos se suman a la ya grave situación humanitaria y a las acusaciones de crímenes de guerra, y refuerzan la urgencia de una intervención internacional para proteger a la comunidad drusa en Siria. La preservación de la diversidad religiosa y cultural en Siria es fundamental para la paz y la estabilidad a largo plazo en la región.