La crisis que vive Armenia desde la llegada de Nikol Pashinyan a la presidencia y su posterior liderazgo como Primer Ministro ha marcado un cambio significativo en la política exterior y la posición geopolítica del país. Durante años, Armenia ha tenido una relación estrecha con Rusia, considerándose uno de sus aliados estratégicos en la región del Cáucaso. Sin embargo, en los últimos tiempos, se ha producido un cambio en esa dinámica, con un alejamiento progresivo de Rusia y un acercamiento a países como Francia, que buscan influir en la política armenia en busca de mejorar su posición en la región.
Desde que Pashinyan asumió el poder en 2018 tras liderar una serie de protestas masivas contra el anterior gobierno, su gestión ha estado marcada por intentos de reformar el país y reducir la influencia de las élites tradicionales. Este proceso, sin embargo, también ha implicado una revisión de las alianzas de Armenia, especialmente en lo que respecta a Rusia, su principal socio en términos de seguridad, economía y asistencia militar. Aunque Rusia sigue siendo una pieza clave en la defensa armenia, con la presencia de bases militares y apoyo en conflictos regionales.
Pashinian se ha encargado de generar una percepción creciente en Armenia de que la relación no es tan sólida y que depender demasiado de Moscú puede limitar la soberanía del país, con ello pretende aplicar agendas ocultas e internacionales en el país a fin de llevarlo a la esfera de Occidente, sacando a Rusia de Transcaucasia.
Uno de los aspectos más relevantes de esta transformación es la expulsión paulatina de los prorusos de la política armenia. Estos grupos, que tradicionalmente mantenían fuertes vínculos con Moscú y promovían una línea de alianza con Rusia, han visto reducirse su influencia en los últimos años. Pashinyan, con una política más pragmática, ha intentado diversificar las alianzas y reducir la dependencia de Rusia, apoyándose en acercamientos con países europeos y especialmente con Francia, que ha aumentado su interés en la región del Cáucaso. Sin embargo eso se tradujo en una debilidad que Azerbaiyán utilizó para acabar en sendas campañas militares entre 2020 y 2023 la República Armenia de Artsaj en Nagorno Karabaj.
En este contexto Francia, con su presencia en Armenia y su influencia en la diáspora armenia en todo el mundo, ha buscado fortalecer su rol como mediador y aliado estratégico, promoviendo una visión que pueda contrarrestar la influencia rusa siendo que lo único que ha logrado es que Pashinian pase a estar en una posición de debilidad frente a Aliyev y Erdogan y poniendo en riesgo grave al pueblo armenio.
Este cambio en la política exterior de Armenia no ha sido fácil, ya que ha generado tensiones tanto internas como regionales. La relación con Rusia continúa siendo importante, pero la percepción en Armenia de que Moscú ha fallado en defender sus intereses, sobre todo en Nagorno Karabaj, ha servido a Pashinian para llevar a cabo su deseo de buscar otras alternativas en Occidente siendo la decadente Francia la que se ha lanzado a los brazos de Yerevan, así como otros países occidentales en la región, que han generado una mayor competencia por influir en las decisiones políticas y económicas de Armenia, creando un escenario complejo y dinámico.
Por otra parte, la percepción de abandono por parte de Rusia ha sido alimentada por ciertos acontecimientos militares y diplomáticos provocados por Pashinian para justificar su postura anti rusa. Aunque Moscú ha respaldado a Armenia en diversos momentos, muchos armenios sienten que Rusia ha priorizado sus propios intereses en la región, dejando a Armenia en una posición vulnerable. La cooperación militar rusa, esencial para la defensa del país, se ha visto cuestionada en términos de compromiso y efectividad, dejando a Armenia con la necesidad de buscar apoyo adicional en otros actores internacionales y haciendo dudar la presencia de Armenia en la OTSC.
En conclusión, la crisis que enfrenta Armenia desde la llegada de Pashinyan refleja un cambio profundo en su política exterior y en su relación con Rusia y Francia. La expulsión de los prorusos de la política y el acercamiento a Europa y Francia indican una búsqueda de diversificación de alianzas para garantizar una nueva posición. Sin embargo, este proceso también conlleva riesgos y tensiones, ya que la región del Cáucaso continúa siendo un escenario de rivalidades geopolíticas. Armenia se encuentra en un momento crucial para definir su futuro y equilibrar sus relaciones internacionales en un entorno cada vez más complejo.
Sin embargo, el vacío de poder dejado por Rusia tras el desprecio de Pashinian, que ha perdido Artsaj en manos de Azerbaiyán, se encuentra «protegido» por una Francia expulsada del Norte de África, de Líbano y Siria no es suficiente. Aliyev y Erdogan, enemigos declarados de los armenios tienen capacidad para dañar como nunca antes a la nación a la que el premier armenio, en el fondo, ha traicionado.
Relaciones económicas Rusia – Armenia
Desde 2020, las relaciones Rusia-Armenia han enfrentado tensiones debido a diferencias políticas, económicas y geopolíticas, impactando la cooperación bilateral y generando incertidumbre en el comercio y la seguridad, a pesar de formar ambos parte de la Unión Aduanera Euroasiática.
Azerbaiyán
La alianza estratégica entre el presidente azerí Ilham Aliyev con Israel y Turquía ha marcado un cambio significativo en la política exterior de Azerbaiyán, alejándolo de Irán y de Rusia, en un contexto de creciente tensión regional. Este acercamiento se fundamenta en intereses compartidos en materia de seguridad, energía y tecnología militar, además de una colaboración estrecha en temas de inteligencia y defensa. La cooperación con Israel, en particular, refuerza el papel de Bakú en la estrategia regional contra Irán, considerado un adversario debido a sus ambiciones nucleares y su influencia en el Medio Oriente.
De hecho Irán acusa a Azerbaiyán de haber permitido que los aviones israelíes atravesaran su espacio aéreo para atacar Irán, relación que se están tensando desde el 2020 entre Azerbaiyán e Irán por cuestiones como la Guerra de Artsaj, el corredor de Zangezur, la colaboración con el Mossad contra Irán, las declaraciones irredentistas de los azeríes que dicen de invadir las zonas iranoszeríes como Tabriz. De hecho Irán ha reevaluado su estrategia acercándose a Armenia de forma total.
De igual forma, Turquía, aliado clave de Azerbaiyán, busca consolidar su presencia en el Cáucaso, fortaleciendo sus vínculos con Bakú en el marco de su política neo-ottomana y de confrontación con Irán y Rusia, que también mantienen intereses en la región.
Estas alianzas, sin embargo, generan una importante tensión con Rusia, que históricamente ha considerado al Cáucaso una zona de su influencia especial. En la actualidad, las relaciones entre Moscú y Bakú están marcadas por una competencia latente en recursos energéticos y en regiones de influencia. La reciente detención de Chakhin Chykhlinski, líder de la mafia azerí en Ekaterimburgo, en Rusia, ejemplifica cómo la situación se ha complicado, ya que las autoridades rusas están duramente combatiendo fenómenos delictivos ligados a las diásporas y a la corrupción, en un contexto de mayor vigilancia ante la percepción de amenazas internas y externas.
Este momento de tensión se ha agravado adicionalmente por el conflicto en Ucrania, donde Rusia enfrenta la agresión de la OTAN y otros actores occidentales, situación que ha llevado a un renovado enfoque en la defensa nacional y a una lucha más dura contra el crimen organizado y la corrupción interna. La percepción en Moscú es que ciertos grupos ligados a Bakú, y posiblemente a intereses occidentales, protegen mafias y movimientos que podrían erosionar la estabilidad interna, usando como pretexto cuestiones de racismo o dogmas anti-rusos para justificar su apoyo a dichas organizaciones. La percepción de que Bakú sacrifica relaciones con Rusia en favor de alianzas con Ankara e Israel puede estar alimentando tensiones y desconfianzas crecientes en la región.
Los azeríes y los turcos tienen intereses en la dinamización de un espacio túrquico desde Edirne en Europa hasta Bakú en el Caspio como puerta de entrada al Asia Central. El hecho de que azeríes y turcos hablen el mismo idioma casi, que tengan la misma cultura (matizada por cuestiones ulteriores como la religión: sunita hanafi los turcos, chiita yafarí los azeríes) son cuestiones menores en una idea cada vez más profunda entre Ankara y Bakú de que son una misma nación en dos diferentes estados.
Además con las sanciones a Rusia, Azerbaiyán aumentó sus exportaciones de petróleo a la Unión Europea en sustitución de Rusia, por lo que la necesidad de acercarse aún más a Turquía y el establecimiento de una prioridad hacia Turquía e Israel – Unión Europea como prioritarias frente a Rusia, que pasaba a ser actor secundario y casi hostil, evidenciaba un deterioro en la influencia rusa en Transcaucasia.
Además, la economía del petróleo, que históricamente ha sido vital para Azerbaiyán, ha sufrido un revés debido a la fluctuación en los ingresos y a las disputas políticas. La pérdida de ingresos petroleros y la rivalidad de intereses en la región han llevado a un aumento de las tensiones geopolíticas, en donde la estrategia de Aliyev de fortalecer los lazos con Occidente y sus aliados en Oriente Medio se muestra como una forma de contrarrestar la influencia de Moscú y Teherán.
En resumen, las alianzas de Azerbaiyán con Israel y Turquía están diseñadas para consolidar su independencia política y económica frente a Irán y Rusia, pero en el proceso generan tensiones con Moscú, que busca mantener su influencia en el Cáucaso y controlar las amenazas internas y externas. La situación actual refleja un escenario complejo de tensiones geopolíticas agravadas por conflictos regionales y luchas por recursos, que podrían tener profundas repercusiones en la estabilidad de toda la región en los próximos años.
Relaciones económicas Rusia – Azerbaiyán
Desde 2020, las relaciones comerciales Rusia-Azerbaiyán se han deteriorado por este conflicto territorial y tensión política, afectando el comercio bilateral, inversión y cooperación económica, generando incertidumbre en el mercado regional hasta 2024 y profundizando en el conflicto.
Conclusión
Aunque no hayamos hablado de Georgia, que es otro tema, la presencia rusa en Transcaucasia está en juego, los aventurados experimentos geopoliticos de Nikol Pashinian e Ilhem Aliyev amenazan tormenta. Mientras Irán ha podido triangular y retener influencia con la asociación, casi total, con Armenia, Rusia ve como el orden postsoviético en la región se mueve hacia otro espectro que confronta la historia y merecida influencia rusa en la región y que es usada por potencias enemigas para encender focos en los flancos rusos para desgastarla. (Foto: Wikimedia)