El Estado de Israel sufre una grave crisis a todos los niveles. Mientras que su unión con Estados Unidos está en un momento crucial por la delegación en los países de Oriente Próximo de su propio destino, manteniendo un equilibrio estratégico, que implica sin embargo una retirada progresiva de la presión de Washington en la zona, suavizando su presencia, en la Unión Europea las tensiones antiisraelíes crecen de forma constante lideradas por países como España o Irlanda.
La salida de Estados Unidos, auspiciados por la imposibilidad de frenar el terrorismo yihadista y de derrocar los sistemas socialistas árabes para atraerlos a un modelo de estado democrático y liberal de corte Occidental, sancionando de nuevo unos principios wilsonianos que pueden ser un lastre frente a la realpolitik y la visión de águila que exige la región. Sin embargo frente a la embestida iraní y los movimientos maquiavélicos de Turquía, Israel queda sola aliada con países muy ricos pero con poco peso regional y Arabia Saudí, aunque aliado entre bambalinas no termina de definirse.
China, por ejemplo, no tiene ningún interés en cuestiones bélicas o en su conflicto con el mundo árabe-islámico, las relaciones entre Tel Aviv y Pekín son diplomáticas y económicas, las relaciones con Rusia se han vuelto mucho más tensas desde el apoyo de Moscú a Damasco o la Guerra de Ucrania.
Al mismo tiempo su frontera sur la situación se ha tornado extremadamente peligrosa. En primer lugar la guerra en Gaza no cesa y la imagen internacional del ejército israelí está por los suelos. La incapacidad de ofrecer una solución está destrozando la credibilidad del gobierno en un estado inestable y con graves problemas de seguridad en la zona sur por la Guerra de Gaza, los ataques de Yemen y el problema estratégico en el puerto de Eilat por la piratería en el mar rojo. En el norte Hezbollah hace un daño terrible y ha provocado decenas de miles de refugiados internos.
Al mismo tiempo la consolidación de la insurgencia islamista en el Sinaí y la incapacidad del gobierno egipcio a la hora de controlar la región es un grave problema para la seguridad de su frontera sur que, unido a la situación de la Franja de Gaza, podrían generar una gran crisis, de ahí que el Presidente Egipcio Al Sissi se haya negado a permitir la entrada de gazatíes en el Sinaí ya que eso podría significar un desastre a la seguridad e, incluso, a la integridad territorial de Egipto.
En el este Cisjordania sigue sin ser estable del todo por las constantes revueltas palestinas y el surgimiento de milicias nuevas en los campos de refugiados, el grupo más famoso es la Guarida de los Leones en Yenin y Tulkarem. La verdad es que el dominio del territorio palestino desde 1967 ha provocado la ingobernabilidad de la región, sobre todo después del inicio de la primera intifada.
Cisjordania es uno de los pilares básicos de la seguridad israelí. Cisjordania es la región tapón hasta donde Israel está dispuesta a luchar (cómo máximo) ante un eventual ataque desde el este. La experiencia de Israel desde 2005 avala el hecho de que la salida de Cisjordania y la independencia palestina provocaría la caída de Fatah y Abbas (o su sucesor), pondría la región bajo la influencia islamista de Hamás y por ende de Irán lo que provocaría la insostenibilidad estratégica de Israel con un triple frente fronterizo: Gaza-Cisjordania-Líbano.
Si durante un conflicto armado tropas árabes rompieran el cerco de Cisjordania y penetraran en las fronteras de 1967, que reclama Palestina, sería la debacle Israel de hecho en el ataque desde Gaza de octubre de 2023 los milicianos gazatíes buscaron la conexión con Cisjordania y casi la lograron. ¿Podría sostener un ataque masivo desde el este? y lo que es más importante, ¿a qué precio y qué situación quedaría en la región? para el gobierno de Israel pensar en una Cisjordania hostil como Gaza, atacando con misiles y cohetes y provocando guerras cada año cuando no un asalto como el de octubre de 2023 es una pesadilla ya que sería llevar al país a una situación de imposibilidad de existir.
Sin embargo el otro gran peligro está en el norte. Hezbollah está en el Líbano y en Siria totalmente consolidadas, Irán ha subcontratado su presencia en la frontera iraní a costa del envío de milicias islámicas como la Liwa Fatemiyoun y Zainebiyoun, grupos assadistas y milicias palestinas injertadas desde los años setenta pero vitalizadas por los remanentes de los combatientes que lucharon contra el Daesh y Al Qaeda en las batallas que destruyeron toda Siria.
Israel además tiene graves problemas internos, frente al auge de los partidos ultranacionalistas como Israel Beitenu, que es muy popular entre los colonos. Además cada vez más israelíes cuestionan al auge de los ultraortodoxos que no trabajan pero viven de las ayudas públicas y no servían en el ejército hasta el mes de junio cuando el Tribunal Supremo israelí les obligó a servir en unidades militares, lo que generó más disturbios.
Netanyahu ha sido incapaz de cortar los lazos de dependencia de estos judíos ultraortodoxos, que viven subvencionados, con las arcas del estado salvo en el citado caso militar. Al mismo tiempo los partidos de centro-derecha, liberales o conservadores, como el Likud de Netanyahu están en un grave problema por la aparición de los ultranacionalistas de Beitenu, cada vez más poderosos y con un electorado fiel que no se ha dejado arrastrar hacia otros partidos de centro y cuyo discurso se refuerza frente a las amenazas regionales y la Guerra de Gaza.
Esto, unido a los casos de corrupción que salpican al propio Netanyahu y que pueden acabar por meterle en la cárcel (ya Moshe Katzav, presidente de Israel, fue detenido, juzgado y condenado) le obligan a desviar la atención.
La población israelí se enfrenta a recortes, militarización, precariedad laboral y social y graves casos de corrupción en un momento de máxima debilidad en el que están luchando en Gaza para intentar desmantelar Hamás en una guerra que lleva ocho meses y ha costado decenas de miles de vidas provocando la destrucción de Gaza y la oposición internacional, pero el frente de guerra cada vez se desplaza más al norte, a los ataques de Hezbollah.
Netanyahu, para ello, sabe que debe planear una guerra y lo necesita en breve. Sin embargo esta guerra no puede ser planteada como una operación de castigo, una incursión casi aventurera o una guerra rápida y precisa. Esta guerra debe planearse como larga y necesaria como para que sea socialmente aceptable y no afecte su popularidad política. Los palestinos de Cisjordania sólo tienen opciones de ataques esporádicos y una campaña militar no se puede dar, entre otras cosas porque parte de ese territorio está frágilmente controlado por Fatah y Abbas, un aliado que ya ha demostrado que está en contra de Irán y Hamás aunque ha criticado la dureza de la Guerra de Gaza pero sin más acciones, de hecho trasladó la responsabilidad de la Guerra a Teherán. La única opción real de Israel para respirar es Líbano y Hezbollah.
La prensa occidental están noticias sobre túneles de Hezbollah en el sur del Líbano, lo cual forma parte de la estrategia de guerra ya que Hezbollah lleva años preparando y fortificando el sur del Líbano para una guerra contra Israel. Sin embargo Hezbollah es una estructura compleja: en primer lugar es un partido-milicia con amplia cobertura social transversal (incluye cristianos, dursos, chiitas y sunitas), ahora mismo Hezbollah está en una posición defensiva y de control en el Líbano y expansiva en Siria e Irak con sus aliados y en Yemen con sus contactos con Ansarullah.
Al mismo tiempo tiene experiencia de combate, amplia red de apoyos nacional e internacional y una estructura consolidada que no se puede destruir con una guerra corta o con ataques esporádicos. Es más, la política de Netanyahu de presionar al Presidente del Líbano y culpabilizar al país de «cualquier cosa que venga del Líbano» es un claro indicio de una tensión in crescendo del país aunque desde Tel Aviv saben que el Presidente frente al poder de Nasrallah poco puede hacer.
En primer lugar Hezbollah, es enemigo declarado de Israel, y ha lanzado ataques directos contra el país, si Netanyahu ordena el ataque, el mismo podría ser percibido como un acto necesario, en segundo lugar el pueblo israelí está descontento con su gobierno pero apoya las operaciones militares inauguradas en octubres y todas las que subsidiariamente vayan surgiendo. Israel, que ha podido soportar el número de bajas en Gaza podría soportar las de una eventual guerra en el Líbano (que se tornaría en un Vietnam de libro).
En el gobierno de Netanyahu también hay sectores en contra de su política en esta guerra de Gaza y seguramente se manifestaría oposición a la de Líbano, sin contar con el hecho de que Hezbollah, que en el año 2006 tenía capacidad de defensa bastante efectivo al lograr parar las acometidas de la infantería y la caballería mecanizada israelí y anular a las fuerzas aéreas israelíes con la artillería y los misiles Sahar, ha logrado una gran experiencia y material así como información e inteligencia recabada.
Hoy Hezbollah tiene más dinero, más efectivos y mejor material que entonces así como experiencia de combate. Ahora tiene capacidad defensiva y ofensiva de modo que un ataque para expulsarles de la frontera o llevarles más allá del río Litani (como se intentó con las milicias palestinas en los setenta y ochenta) así como cercarlos en Beirut para echarlos del país como hicieron con Arafat en 1982 es una empresa inviable.
Hezbollah es libanés y no tienen donde ir más allá de su frontera, la preparación y la posición geográfica puede convertir la campaña en un desastre para ambos países y abrir un nuevo conflicto en Oriente Próximo (el de Israel – Líbano, que implicaría no sólo Hezbollah sino al propio ejército libanés) lo que puede acabar por derrotar al ejército israelí debido a las fuerzas combinadas de milicianos palestino del Líbano, ejército libanés, Hezbollah, AMAL y milicias iraníes y palestinas de Siria que o atacarían desde territorio sirio o penetrarían en Líbano para unirse a la guerra, desbordando a las fuerzas israelíes.
Hezbollah, y es una opción real, podría rechazar el ataque y realizar un contraaque exitoso que estabilizara el frente o lograra penetrar en territorio israelí, lo cual sería la muerte política de Netanyahu y el fin de su partido, la cúpula militar y de inteligencia actual y un grave peligro para Israel.
Otro peligro radica en la imposibilidad de implicar a actores regionales en negociaciones ya que las potencias como Turquía o Arabia Saudí mantendrían una posición de equilibrio, Irán es claramente hostil, los emiratos del golfo no tienen capacidad real y Egipto estaría diplomáticamente desbordada, lo único que sostiene la situación es la flota estadounidense en el mediterráneo oriental que está avisando a Líbano especialmente de no iniciar hostilidades y a Israel de lo innecesario de escalar aún más este conflicto. (Foto: Screenshot)
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