Irán es uno de los países más calumniados del mundo, pero la realidad es bien distinta.
En primer lugar, desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, las minorías fueron integradas en el Parlamento. Judíos, cristianos y zoroastridas están representados frente al gobierno y pueden practicar su religión libremente, es más, están protegidos por el ejecutivo.
La tolerancia dentro de Irán hacia estas minorías y la inclusión pro activa de las mismas en la sociedad es un indicador del respeto y equilibrio social alcanzado. Frente a esto nos encontramos con países (Arabia Saudí) que no solo prohíben la práctica de otra fe diferente al Islam sunita wahabista sino que persiguen a cualquier minoría.
Frente a los estados de Oriente Medio proclives a generar discordia y tensión, como Israel, Arabia Saudí o los países del Golfo pérsico. Países que ha ocupado territorios ajenos en contra de la legalidad internacional (como Israel con los Altos del Golán, pertenecientes a Siria y con Palestina), o países que financian el terrorismo yihadista internacional, como Arabia Saudí, Emiratos, Israel o Turquía.
Estos estados han invertido miles de millones de dólares, toneladas de material bélico e ingentes recursos humanos en financiar grupos terroristas como Al Qaeda, creada por Arabia Saudí (con apoyo estadounidense) para contener a los soviéticos en Afganistán, y que después fueron usados en Iraq tras la caída de Saddam Husein.
El desarrollo de Irán y su influencia en Oriente Medio se tradujo en miedo por parte de las naciones afines a Occidente y cuyos ideales, sionismo y wahabismo, han generado una agenda conjunta que Irán no permite que se imponga satisfactoriamente.
Siria, una de las naciones más seguras y desarrolladas del mundo árabe, se encuentra en guerra desde 2011. En esta contienda se ha visto el uso de grupos terroristas por parte de las naciones árabes aliadas a Occidente (Arabia Saudí, Qatar etc…) así como Israel (un estado europeo injertado en Oriente Medio) y Turquía. Estos grupos fueron reciclados del conflicto iraquí, que desde 2003 está desangrando el país mesopotámico.
Curiosamente los grupos yihadistas presentes en Siria tienen su origen en Iraq. Frente al Nusra fue un subterfugio de Al Qaeda, presente en Iraq, y Daesh fue una evolución ideológica del grupo de Osama Bin Laden. Dicha evolución implica un mayor cuidado de la propaganda y la desinformación, un discurso teológico más sencillo, el establecimiento de un aglutinante suní (el Califa), una mayor violencia y la consolidación del discurso takfirista.
Daesh es la perfección del wahabismo takfirí, su producto más refinado.
Al mismo tiempo, este grupo tampoco nació en Siria, sino que su matriz se encontraba en el norte de Iraq, pero recibió una gran inyección de recursos que les permitió aparecer en escena y barrer tanto al ejercito sirio, como al iraquí y a todas las fuerzas rebeldes financiadas con anterioridad. Obviamente, los implicados fueron Arabia, Turquía, Qatar e Israel con el consentimiento de Estados Unidos.
El campo de batalla iraquí, que acabó siendo arrastrado, no era importante, el importante era Siria:
Para Israel: derrocar a Bashar al Asad es importante para Israel porque consolidaría los territorios anexionados en 1967 y en 1973, no existiría gobierno capaz de reclamar esta zona y quedaría en manos de Israel, expándiendose y consolidando sus Moshav y Kibutz.
Al mismo tiempo la resistencia palestina en Cisjordania y la franja de Gaza quedaría mermada, así como Hezbollah, que perdería uno de sus grandes aliados y quedaría debilitada.
Para Turquía: el gobierno (ahora régimen) de Ankara vio en el fin de Bashar al Asad en Siria una posibilidad de mayor influencia en la región. El enfoque de Erdogan consiste en un pensamiento neotomanista y su objetivo es el aumento de influencia y poder en Oriente Medio.
Al mismo tiempo lograría hacer grandes negocios con Daesh debido al contrabando ilegal de petroleo saqueado de los pozos sirios bajo control del grupo terrorista internacional. Tal vez el objetivo más importante consiste en acabar con los santuarios kurdos en el norte de Siria e Iraq después del auge de los Peshmerga, Barzani, PKK, YPG etc… grupos kurdos separatistas que podrían poner en grave riesgo la cohesión territorial de Turquía.
Para Arabia Saudí: el régimen absolutista y wahabista de Arabia Saudí vio la oportunidad de acabar con Bashar al Asad debido a la estrecha relación entre el gobierno de Damasco y el de Teherán, enemigo acérrimo del gobierno de Ryad.
Debemos entender que más allá de la rivalidad árabe/persa o suní/chií, nos encontramos con rivalidades geopolíticas mucho más profundas. En primer lugar el ascendente de Irán sobre los chiítas de Iraq después de la guerra de Iraq de 2003, convirtió a Irán en la gran vencedora de la guerra, ya que aumentó su influencia de una forma que jamás había pensado y apuntaló el influjo iraní en Oriente Medio. Ascendente reafirmado después de las revueltas chiítas de Bahrein, que obligaron a Arabia Saudí a intervenir.
El miedo a Irán por parte de Arabia es patente debido a que el 40% de los sauditas son chiítas y se encuentran discriminados bajo un régimen de rechazo, Apartheid y exclusión que hace prever una revuelta que podría destruir la existencia de Arabia como tal. Asimismo las vinculaciones espirituales entre los milicianos de Ansarullah en Yemen con Irán sólo estrechan el cerco frente a una Arabia cada vez más asustada que se atreve a amenazar al país persa.
Para Arabia la Guerra en Siria es una cuestión de supervivencia, necesita romper la cohesión del bloque chií de Oriente Medio y asegurarse una victoria. Para ellos los grupos terroristas yihadistas internacionales de ideología takfirí son una inversión de futuro con lo que frenar el auge chií y evitar que llegue a sus tierras.
Irán, mientras tanto avanza con paso seguro hacia la consolidación de la influencia en la región, tan serio es el avance que Israel pidió a Rusia contener a Irán y el príncipe heredero sustituto Mohamed Bin Salman, ministro de guerra y genocida en Yemen, como su padre el Rey Salman, amenazó a Irán.
Todo se desarrolla un proceso político democrático para elegir al sucesor del Presidente de Irán Hasan Rohaní. Irán, por su nivel cultural, histórico y la naturaleza de su gestión geopolítica es indispensable para consolidar la estabilidad en la región y poner fin a los grupos terroristas yihadistas en Oriente Medio. (Foto: President of Russia)
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